Azucena caminaba tan rápido por el corredor de la funeraria, sin tener en cuentas los numerosos arreglos florales que decoraban de manera mística el lugar, y que a la vez tapaba a Rosa, a Marisol y a su acompañante. Las flores impregnaban el ambiente con el aroma. Solo quería salir de ese lugar lo más pronto posible, no podía soportar tanto dolor. Las personas unas conocidas otras no, la vieron correr sin darles la oportunidad de darle a ella el pésame y aun mas dolida y avergonzada apretó más el paso.
Su madre y su hermana siempre le habían hecho la vida imposible, y aun no entendía porque tanta rabia hacia ella, si ambas eran hijas del mismo padre y madre. Era tanto el odio y el desprecio, que ella en un momento dado llego a pensar que tal vez era adoptada, pero su padre le confirmo en medio de risas que era imposible, porque la más parecida a su madre era ella. Así que desistió por saber porque su madre no la quería y ahora menos le importaba, acababa de morir para ella, ya no le iba a dar ninguna oportunidad.
En su afán por salir Azucena no se percata de la mujer que tiene casi frente a ella y se tropieza y con lágrimas en los ojos y un mundo de imágenes de dolor en la cabeza, las que quiere olvidar y tan pronto mejor, alza la mirada para encontrarse con su otra hermana, Margarita.
La ocurrencia de su padre ponerles a sus tres hijas nombres de flores porque él dice que las flores son tiernas y delicadas y su amor a una mujer que tenía nombre de flor, pero de tierna y delicada, ella no tenía nada que ver.
_ ¿A dónde vas con tanta prisa? _ la miró con el ceño fruncido _ No te habrás enfadado con ellas dos _ Margarita la miraba con curiosidad, las tres eran pelirrojas y de ojos verdes, siendo Margarita la mayor con treinta años, casada y divorciada, Rosa la segunda con veintiocho años y Azucena con veinticuatro años.
_ Ellas me botaron de la funeraria, y la verdad no quiero ser la comidilla de Salamina, cuando se enteren lo que están haciendo ellas conmigo o cuando todos se enteren de lo que yo les hice, porque son capaz de pregonarlo por todo Salamina _ prosiguió con su camino _ Adiós Margot.
_ Espera, Azucena... _ se le acerco y la abrazo. Ambas vestidas con pantalón negro y blusa blanca _ Sabes que te amo, eres mi hermanita. _ Una lágrima escapo de los ojos de Margarita y la voz se le quebró, ella siempre la protegió mientras pudo, pero cuando la dejo sola, los abusos fueron insoportables contra su hermana menor _ Solo perdona a mamá, su amargura nos ha arrastrado a todos, aun hasta papá que tanto la amó, pero ella nunca lo quiso, solo le interesaba la comodidad y la posición social, que él le podría brindar.
_No entiendo porque tanto odio hacia a mí, ni aun con la muerte de papá me dejan en paz, solo quería despedirme como debe ser y desahogar mi dolor en su sepelio, y ni eso puedo_ miraba a su hermana en medio de lágrimas que se derramaban como raudal fuera de control _ Yo no pedí nacer _ gemía en los brazos de su hermana_ Yo no ...yo.....
_ Lo siento tanto mi hermanita_ se abrazaban con dolor y angustia _ ¿Te vas de Salamina otra vez? _ inquirió Margarita preocupada. El abogado le dijo a ella por ser la mayor, que era necesario que las tres hermanas estuvieran juntas para la lectura del testamento, era otro problema que les avecinaba para las Kremer _ Nunca nos has dicho dónde vives.
_ No esperes que te dé esa información_ le miro con ojos llenos de lágrimas _ Durante estos tres años, he estado muy tranquila, viviendo mi vida, sola pero muy feliz. _ Le corto para que ella no siguiera con el interrogatorio de su paradero.
_ ¿No te volviste a ver con él?_ su hermana, la miraba con curiosidad _ No pienses que me estoy metiendo en tu vida_ continuo rápido al notar que Azucena se tensionó al solo mencionarlo, ella se enamoró de manera sincera de ese hombre.
_ No lo he vuelto a ver, y si es posible no lo haré, no quiero que Rosa piense que la estoy provocando, me ha pesado mucho mi error, de lo que paso ese día, como para seguir viviendo una y otra vez ese dolor.
_ Al menos dame un número telefónico, para comunicarme para la lectura del testamento_ Margarita la miraba y limpiaba sus lágrimas, a ella le dolía en gran manera todo el daño que Azucena recibía por parte de Rosa y de Marisol, su propia madre.
_ Para qué, bien sabes que Marisol no me va a dejar entrar a la oficina del abogado _ dijo con sorna y dolor_ Mejor nos despedimos para siempre _ la abrazó y la besó despidiéndose de ella.
_Pero.... _ Margarita la dejo marchar, tal vez era mejor así, estando lejos su hermana no podrían lastimarla nunca más.
Azucena caminaba muy rápido necesitaba marcharse lo más pronto de Salamina, solo había removido todo el dolor y los recuerdos la comenzaron a perseguirla nuevamente, cada recuerdo con él, como ella se enamoró locamente de un hombre ajeno, aunque sin ninguna intención, ¿Acaso el corazón se le puede dictar ordenes?, De pronto su vista comenzó a nublarse, su cuerpo se enfrió rápidamente anunciándole que pronto se desmayaría , y fue confirmado cuando todo se volvió negro, haciéndola tambalear precisamente cuando estaba por terminar de cruzar la calle y por poco es atropellada por un auto, pero unos fuertes brazos la sujetaron atrayéndola contra él.
_ ¿Se encuentra bien? _ ella alcanzo a escuchar una voz preocupada.
_ Lo siento, me maree, es que acabo de llegar de viaje y no he comido nada_ se disculpó con el hombre que aun la tenía contra su pecho y sujetándola con fuerza por la cintura y la miraba con curiosidad.
_ Vamos allá hay una cafetería y come algo_ dijo y sin esperar respuesta la condujo al lugar indicado, con tal autoridad que no le permitió negarse ante la inesperada invitación, aunque tampoco era que tuviera la suficiente fuerza para hacerse de rogar.
Los dos caminaron ya separados, ella aun pálida y con cierta debilidad en el cuerpo, la falta de apetito y de sueño le estaba cobrando la factura. La noche anterior no ceno al recibir la llamada de su benefactora, Saray Céspedes, la persona que le ofreció la beca para estudiar enfermería en la ciudad de Nuevo Horizonte, sobre la muerte de su padre. Después todo fue un caos, buscar los pasajes para viajar con Nany y Yalena, buscar un hotel, más el miedo de encontrarse con algún conocido, las carreras y la angustia no le permitieron alimentarse como era debido y para completar su cuadro, el disgusto que tuvo con su hermana y madre.