Amor Robado. Saga Salamina Nº 3

Capítulo 5

La tensión del ambiente era tan perceptible que todos los miembros que estaban en la gran sala lo podían sentir.

Don Julio Cesar de pie en el quicio de la puerta del despacho acaba de asomarse y al escuchar a su hijo hablar del divorcio, reacciono de manera inmediata.

_ ¡No te vas a divorciar! _ Grito su padre que lo miro con el ceño fruncido_ aun no le has dado una oportunidad al matrimonio que Dios unió. Y lo que Dios une no lo separa el hombre.

_ Dios no nos unió, nos uniste tu _ contesto de mala gana _ nos forzaron a casarnos, don Leonel y tu _ camino hacia él y le extendió la mano para saludarlo _ ¿Cómo has estado, papá?

_ Bien, hijo_ lo miro fijamente, estaba muy cambiado, sus ojos y su rostro denotaba cansancio _ Yo...sé... que ambos los presionamos_ suspiro el padre algo compungido al mirar la mano de su hijo entre las de él, era algo que por primera vez Julio veía en su padre_ pero ya estaba hecho el daño, y Leonel quería proteger a su hija, y lo más correcto era que tú te casaras con ella.

_ Si, y eso conllevo a que ella me odiara aún más _ se sentó muy cansado de todo la situación y lo peor era que no había vuelta atrás _ papá, ella no me perdona según por algo que yo dije y al día siguiente me abandonó, menos mal que nadie se enteró de que nos habíamos casado, o esto se hubiese vuelto un polvorín, ahora ella ya tendrá su vida organizada, a lo mejor ya soy más que pasado y comparte la vida con otro_ dijo con amargura.

_ Ella no se ha casado y además tiene a tu.... _ Yadira Helena quería que su hijo supiera la verdad de su esposa, pero debía guardar las promesas hechas, y apretó la boca al escuchar el frío grito de su esposo.

_ ¡Helena! _ grito el hombre viejo mirándola fijo _ Tu tiene que buscarla y así los dos arreglar el malentendido si es que lo hubo y si no logran arreglar nada, entonces yo mismo te apoyo para que te divorcies de ella. __se dirigió nuevamente a su hijo.

Julio lo miro enfurruñado desde el sillón donde se había acomodado. Lo oía, pero no lo entendía, él jamás le permitiría que se divorciaran, algo estaba pasando, y él no se había dado cuenta.

_ ¿Me ayudaría a divorciarme? _ Esas palabras lo tenían con mucha curiosidad.

_ Creo que te lo debo, pero solo lo haré con una condición_ dijo el padre mirándolo a los ojos. El brillo que ilumino los ojos del pastor a Julio le extrañó, pues tenía mucho tiempo que no se lo veía, desde el día que él se casó.

_ ¿Una condición? ¿Cuál?_ Julio no apartaba la mirada de él, lo tenía muy intrigado. Su padre era radical frente al tema del divorcio.

_ Búscala y habla con ella _ suspiro el hombre y miro a su mujer que tenía las manos cruzadas y hacia esfuerzo supremo por no hablar, porque él se lo impedía con la mirada acusadora _ y convéncela que viva con nosotros, eso te incluye a ti aquí en el rancho, por lo menos tres meses y si no funciona de ninguna manera, yo mismo te ayudo con lo del divorcio.

Julio sonrió con sarcasmo y miraba a ambos padres algo le estaban ocultando, ellos no sabían mentirle, eso a ellos les costaba y mucho.

_ ¿Tú sabes dónde está? ¿Verdad? _ lo miro muy fijo analizando cada uno de los ademanes que su padre hacía.

_ Bueno....yo...._ se puso nervioso.

_ Tranquilo, lo sabes por medio de Leonel y te hizo prometer que no me lo dirías _ sonrió, ya él sabía cómo era, si fue una confesión o una promesa y no podía comentarlo a otra persona_ Ya veremos que hacemos, pero no olvides que me ayudaras a divorciarme.

_ Hijo, deseo de corazón que vuelvas a ser el joven de antes, el alegre y feliz y..._ suspiro muy triste _ y no este que hay frente a mí, eres todo espinas y amargado.

Julio lo miro y comprendió que no solo se estaba haciendo daño a él, sino también a sus padres que tanto lo amaban, sin mencionar a su hermana, Helena. Tenía que tomar decisiones para cambiar o se iba a convertir en un hombre solitario y muy amargado.

Julio se quedó almorzar con Mateo en el rancho y luego los dos se marcharon nuevamente a Santa Lucia.

_ No me lo vas a vender ¿Verdad? _ Mateo lo miraba y sonrió _ serías un desquiciado vender ese maravilloso paraíso_ miro por la ventanilla_ yo no lo vendería tampoco y me pondría hacer hijos para que lo heredaran.

Julio lo miro y sonrió, era la reacción más típica y casi general de todo los que iban al rancho por cualquier cosa, el rancho Villalobos era uno de los más prósperos su padre se había encargado de la cría de toros reproductores y a la cría de caballos de carrera, caballos pura sangre árabes, convirtiendo se en uno de los criaderos más sobresaliente de la región.

_ La cuestión es que papá quiere nietos para heredárselas, mi hermana Helena es estéril y yo....bueno ya conoces mi historia_ le dijo algo cáustico.

_ Julio y ella......no ¿Quedo embarazada? _ Mateo lo miro.

_ No, ella no quedó embarazada, o me hubiera buscado, ¿No crees? Al menos para pedirme ayuda___ eso quería pensar Julio.




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