La tormenta había dejado su rastro en el rancho: charcos de agua acumulados en la tierra, cercas caídas y un aire fresco que despejaba la mente. Emma se despertó con el sonido de las gotas resbalando por el tejado. Miró por la ventana y vio el cielo despejado,con una calma engañosa después de la intensidad de la noche anterior.
Se acercó al rancho, donde encontró a Cole revisando una lista de reparaciones. Su cabello todavía húmedo y su camisa arremangada le daban un aire despreocupado, pero su ceño fruncido indicaba que su mente estaba ocupada en algo más.
—¿Dormiste bien después del caos de anoche? —preguntó Cole sin mirarla, pero con una leve sonrisa que delataba que la recordaba perfectamente bajo la lluvia.
—Mejor de lo que esperaba. ¿Tú? —respondió Emma, mientras tomaba una taza de café.
Cole se encogió de hombros, guardando silencio por un momento. Luego dejó la lista sobre la mesa y la miró directamente.
—Escucha. Lo que pasó anoche… Gracias por ayudar. No cualquiera se enfrenta a una tormenta así sin experiencia.
Emma notó el tono de sinceridad en su voz, pero también la manera en que cambiaba de tema rápidamente, como si no quisiera hablar de lo que realmente importaba.
—No fue nada —dijo, tratando de sonar casual, aunque su mente seguía atrapada en ese momento bajo la lluvia.
Más tarde, mientras exploraba los alrededores con su cámara, Emma encontró un viejo establo medio derrumbado. La estructura parecía estar abandonada, pero algo en ella la atraía. Entró despacio, con cuidado de no pisar las maderas podridas del suelo.
Dentro, descubrió una colección de fotografías en blanco y negro colgadas de una cuerda. Estaban desgastadas, pero aún eran visibles. Eran imágenes de una mujer de cabello largo y ojos brillantes, con una sonrisa que parecía estar llena de vida. Emma frunció el ceño, preguntándose quién sería.
—No deberías estar aquí.
La voz profunda de Cole la hizo girar de golpe. Estaba parado en la entrada, con el rostro serio y los brazos cruzados.
—No sabía que esto era privado —se defendió Emma, sosteniendo su cámara contra su pecho.
—No lo es, pero hay cosas que es mejor no remover.
Emma notó algo en su mirada, tristeza y advertencia.
—¿Quién es ella? —preguntó, señalando las fotos.
Cole permaneció en silencio por un largo momento antes de responder.
—Mi hermana.
La confesión la tomó por sorpresa. Nunca había mencionado tener una hermana.
—¿Qué pasó con ella?
—Murió hace años. Era… especial para mí. Este lugar era su rincón.
El aire en el establo se volvió pesado. Emma sintió el impulso de acercarse, de consolarlo, pero sabía que Cole no era el tipo de hombre que aceptaba la compasión fácilmente.
—Lo siento mucho, Cole. No quería invadir tu espacio.
Él asintió.
—Es mejor dejar el pasado a donde pertenece, Emma.
Pero mientras salía del establo, Emma no podía evitar preguntarse qué más ocultaba Cole detrás de esa fachada de hombre fuerte. Había más sombras en su pasado de las que estaba dispuesto a admitir, y a contar, algo le decía que no sería tan fácil descubrirlas.
Mientras Emma se alejaba del establo, no pudo evitar girarse una última vez para mirar las fotografías. En ese momento, una duda la asaltó: si la hermana de Cole había muerto hace años, ¿por qué una de las fotos parecía recién tomada?
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suspense, amor inesperado del destino, decisiones difíciles.
Editado: 20.02.2025