El sol de la tarde caía sobre la pradera texana, dorando las colinas en el horizonte. Emma se había alejado del rancho en busca de aire, dando un paseo pero no pudo evitar que su mente viajara lejos… muy lejos de allí.
Nueva York.
La ciudad siempre ruidosa, con sus luces brillantes y sus calles abarrotadas de gente y tráfico, era el escenario de muchos recuerdos. Cerró los ojos y se dejó llevar por la memoria de una noche en particular.
—" Ven aquí,neoyorquina testaruda." —Daniel la había tomado de la mano con esa sonrisa traviesa que tanto la gustaba.
Era pleno invierno, y la nieve cubría la acera mientras ellos corrían por Central Park. Emma reía, sintiendo cómo el frío le acariciaba la piel, pero no le importaba. Daniel tenía esa manera de convertir cualquier instante en una aventura.
—"Estás loco si crees que me voy a meter ahi."—protestó Emma cuando él se detuvo frente a la pista de hielo.
—"¿Desde cuándo temes un reto?"—le susurró con burla, acercándose.
Y así, entre risas y torpezas, terminaron deslizándose sobre el hielo, tropezando el uno con el otro hasta caer en una telaraña de abrazos y carcajadas. En ese momento, ella pensó que su vida no podría ser más perfecta.
Pero la perfección era una ilusión.
El recuerdo cambió, como una película rota que salta de una escena feliz a otra llena de tristezas.
Era otra noche, una completamente distinta. La nieve ya no era un lienzo de felicidad, sino una visión llena de dolor.
Emma estaba sola.
El apartamento de Daniel olía a perfume que no era el suyo. Sus cosas seguían ahí, pero el aire de la habitación estaba lleno de un olor diferente, el de otra mujer.
El teléfono vibró en su mano con un mensaje que rompió su mundo.
"Lo siento, Emma. No quise que te enteraras así."
La traición había sido un puñal. No por lo que hizo, sino por lo que destruyó. Su confianza. Su amor. Su sueño de futuro juntos.
Emma abrió los ojos de golpe. El cielo texano se extendía sobre ella, pero aún sentía la humedad de la lluvia neoyorquina en su piel.
Respiró hondo.
Había dejado todo atrás. O al menos, eso intentaba decirse a sí misma.
Pero entonces,¿por qué el recuerdo de Daniel seguía doliendo como una herida abierta?
Emma pasó una mano por su cabello y suspiró, mirando la inmensidad de las extensas praderas y el enorme rancho. Su vida había cambiado de forma drástica desde que llegó a Texas. Pero, ¿realmente había dejado atrás su pasado o simplemente lo había enterrado bajo una nueva rutina?
La brisa movió la hierba alta, y por un instante, tuvo la sensación de que alguien la observaba. Miró a su alrededor, pero no había nadie.
A lo lejos, el rancho se alzaba con su fachada imponente y acogedora. Cole debía estar adentro, ocupado con sus asuntos. Su cercanía se había vuelto una constante en su vida, algo que nunca habría imaginado meses atrás.
Sin embargo, había algo en su mirada que le recordaba a sí misma, a sus heridas sin cerrar, a secretos guardados sin confesar.
Quizás,al final,no era el único que intentaba huir de un pasado que se negaba a contar.
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suspense, amor inesperado del destino, decisiones difíciles.
Editado: 20.02.2025