Amor Salvaje

Capítulo 24º Sorpresa inesperada.

Emma despertó con una sensación extraña en el pecho. A pesar de que el sol entraba por las cortinas de su habitación en la cabaña, la calidez no le quitaba el nerviosismo que la acompañaba desde la noche anterior. La conversación con Cole aún rondaba en su mente. Algo en su mirada, en la forma en que sus labios rozaron su piel con la excusa de una despedida, la había dejado en vilo.

Intentó convencerse de que solo estaba agotada, pero en el fondo sabía que era algo más. Era esa sensación de estar cerca del borde de un precipicio sin saber qué había al otro lado.

Decidió que un paseo matutino la ayudaría a despejar la mente. Se puso unos jeans ajustados, una camiseta blanca y unas botas cómodas antes de dirigirse al establo. Thunder la recibió con un suave relincho, Emma sonrió y acarició su hocico con ternura.

—Al menos tú eres fácil de entender, ¿verdad, chico? —susurró, apoyando la frente en la del caballo por un instante.

Mientras lo ensillaba para dar un paseo, sintió una mirada fija en su espalda. Levantó la vista y vio a Mike, el capataz del rancho, observándola desde la distancia .

Emma lo miró. Algo en la expresión de Mike la inquietó. Decidida, caminó hacia él.

—¿Ocurre algo, Mike?

El hombre pareció debatirse entre hablar o callar. Finalmente, soltó un suspiro y bajó la voz.

—Tenga cuidado, señorita Emma. Hay cosas que aún no conoce sobre este lugar… y sobre Cole.

—¿A qué te refieres?

Mike miró alrededor, como si temiera ser escuchado. Pero antes de que pudiera responder, se escuchó un silbido .

Emma se giró y encontró a Cole apoyado en la cerca con los brazos cruzados. Su mirada, intensa y fija, la atrapó enseguida.

—¿Todo bien aquí? —preguntó con tono amigable.

Mike apretó los labios y asintió antes de retirarse, dejándola sola con Cole.

—¿Te pasa algo? —preguntó Emma, con la respiración aún alterada.

Él se acercó lentamente, como si midiera cada uno de sus pasos.

—Solo me preocupa en qué cosas metes la nariz.

Emma sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo.

—¿Es una amenaza?

Cole sonrió de lado.

—Es un consejo.

Antes de que pudiera responder, Cole extendió la mano y le apartó un mechón de cabello. El gesto fue inesperadamente íntimo, y Emma sintió que su corazón se aceleraba.

—¿Por qué tengo la sensación de que estás escondiendo algo? —murmuró ella.

Cole no respondió. Sus ojos color avellana, normalmente fríos y su seriedad, parecían debatirse entre hablar o permanecer callado.

Emma dio un paso atrás, sintiendo que se hundía en algo mucho más problemático de lo que había imaginado. Pero antes de que pudiera procesar sus pensamientos, una voz a lo lejos la sacó de golpe de sus pensamientos.

—¡Señorita Emma! ¡Venga rápido!

Se giró y vio a una de las empleadas del rancho corriendo hacia ella.

—¿Qué ocurre?

La mujer respiró hondo, con las mejillas encendidas.

—Ha llegado alguien preguntando por usted… dice que viene de Nueva York.

Emma sintió que el mundo se detenía por un segundo.

—¿Quién?

La mujer tragó saliva.

—Un hombre. Dice que se llama Daniel.

La sangre se le heló en las venas.

Su pasado acababa de encontrarla.

"Pero...¿y si todo lo que creía cierto sobre Daniel no era más que una mentira?"




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