Daniel sintió el frío cañón de una pistola presionando contra su espalda, justo cuando Cole se lanzó hacia adelante, instintivamente interponiéndose entre Emma y los desconocidos.
—Deben estar confundidos —dijo Cole con voz firme, mientras iba analizando a los hombres. Su postura irradiaba seguridad, aunque por dentro sabía que la situación se estaba saliendo de control.
El líder del grupo, un hombre de complexión fuerte y mirada afilada, sonrió con desdén.
—No hay confusión, cowboy. Vinimos por él —señaló con la cabeza a Daniel—. Y no nos iremos sin lo que nos pertenece.
Emma sintió un nudo en el estómago. Miró a Daniel, esperando una reacción, por su parte, una explicación, pero él se mantuvo en silencio. Apretándo los puños con furia.
—¿Qué quieren de él? —preguntó, con voz firme a pesar del miedo que sentía en su interior.
—Eso no te incumbe, princesa —dijo el hombre, sin apartar la mirada de Daniel—. Pero si quieres un consejo, aléjate de él. No es el hombre que crees que es.
Cole, con su paciencia al límite, dio un paso al frente.
—No permitiré que se lo lleven a la fuerza. Si tienen un problema con él, pueden resolverlo de otra manera.
Los hombres intercambiaron miradas y, en un abrir y cerrar de ojos, uno de ellos sacó una navaja y la apoyó en el cuello de Daniel. Emma ahogó un grito y Cole los miró con su pistola en mano.
—No jueguen con nosotros —advirtió el hombre—. Si no quieren que esto termine mal, mejor que nadie intente hacerse el héroe.
Daniel cerró los ojos por un segundo y suspiró, esperando y calculando su próximo movimiento. Luego, con voz calmada, habló.
—Sé lo que buscan. Pero no lo tengo aquí.
Los hombres se quedaron en silencio por unos segundos y luego, con un movimiento brusco, empujaron a Daniel contra la pared de la cabaña.
—No nos hagas perder el tiempo —gruñó el líder—. Porque si no lo tienes, alguien más pagará el precio.
Dirigió su mirada hacia Emma, y en ese momento, Cole dio un paso adelante colocándose delante de Emma.
—Si la tocas, te juro que no vivirás para lamentarlo —dijo Cole con la voz elevada y ronca...
El líder rió con burla, pero antes de que pudiera responder, un ruido de motor se escuchó a lo lejos. Los hombres se pusieron en alerta,no esperaban a nadie por allí.
—Nos veremos pronto, Daniel —dijo el líder antes de dar una última mirada a Emma—. Y la próxima vez, no seremos tan pacientes.
En cuestión de segundos, desaparecieron en la noche, introduciéndose entre los árboles.
Emma se giró hacia Daniel con furia .
—¡Dime de una vez qué está pasando! ¿Por qué te buscan? ¿Qué has hecho?
Daniel bajó la mirada.
—Es...complicado.
Cole de muy mal humor,cruzó los brazos sobre su pecho.
—Pues más te vale explicarlo rápido, porque esto ya dejó de ser solo tu problema.
El silencio de Daniel se prolongó.No tenía palabras para explicarle a ambos el lío en el que se había metido y en el peligro que supondría para Emma si la situación no se arreglaba, él sabía que esos hombres eran peligrosos y capaces de hacer cualquier cosa, incluso matar.
Uno de los hombres regresó de nuevo,era el más calmado de todos, el más joven.
—¿Tienes idea de lo que has hecho, Daniel? —preguntó, acercándose con pasos ligeros.
Daniel tragó saliva, pero su mirada se mantuvo firme.
—No sé de qué hablas —respondió con frialdad.
El hombre sonrió, con una mueca torcida.
—Oh, lo sabes. Y si piensas que esto ha terminado, te equivocas. Esto es solo el principio.
Emma sintió un escalofrío recorrerle todo su cuerpo y un nerviosismo que la dejó intranquila. Algo en la forma en la que lo dijo, en la seguridad de su voz.
Cole, que hasta ahora había permanecido en alerta, dio un paso adelante.
—No sé qué demonios quieres, pero si tocas a Emma , te aseguro que lo lamentarás.
El hombre rió, pero su risa no tenía nada de divertida.
—No es a ella a quien queremos… por ahora.
Emma sintió que el suelo se abría bajo sus pies. ¿Qué significaba eso?
De pronto, el hombre sacó un sobre del bolsillo de su abrigo y lo arrojó al suelo frente a Daniel.
—Léelo. Y más te vale obedecer.
El sonido de la puerta cerrándose tras ellos dejó un eco de las fuertes pisadas en la cabaña. Nadie se movió. Solo el sobre, inofensivo en apariencia, parecía contener todas las respuestas… y todas las amenazas.
¿Qué debía hacer Daniel? ¿Qué significaba todo aquello?
Daniel se quedó inmóvil, con los ojos clavados en el sobre que permanecía en el suelo. No lo tocaba, pero su mirada reflejaba el miedo que sentía.
—Tienes que decirnos la verdad —insistió Emma.
Daniel cerró los ojos un instante antes de agacharse y recoger el sobre. Lo abrió con manos temblorosas y sacó una hoja doblada de su interior. Sus ojos recorrieron las palabras con rapidez… y su expresión se transformó en puro horror.
Emma nunca había visto a Daniel así. Su ex era arrogante, seguro de sí mismo, incluso en los peores momentos. Pero ahora… ahora parecía un hombre que acababa de recibir su sentencia de muerte.
--Daniel ...—. ¿Qué dice?
Él tragó saliva,mientras sus manos apretaban el papel hasta arrugarlo.
—Nos han dado un plazo… —murmuró—.Si no hago lo que quieren…
—¿Si no haces qué? —Cole apretó los puños, perdiendo la paciencia.
Daniel levantó la vista y lo miró con expresion vacía, derrotada...
—Si no obedezco… vendrán por ella.
El silencio cayó como una losa en la cabaña.
—¿Por mí? —Emma, se quedo aterrorizada.
Daniel asintió con un leve movimiento de cabeza.
Cole dio un paso al frente, su voz estaba afilada como una navaja.
—¿Quiénes son ellos, Daniel? ¿Qué has hecho?
Daniel respiró hondo y, por primera vez, no parecía un hombre que intentaba ocultar la verdad. Parecía un hombre que ya no tenía escapatoria.
—Son peores de lo que imagináis … Y ahora Emma está en su lista.
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suspense, amor inesperado del destino, decisiones difíciles.
Editado: 20.02.2025