La tensión en la cabaña era casi insoportable. Cole se mantenía firme, con la mirada clavada en Daniel, quien aún trataba de olvidar lo que acababa de suceder. Emma estaba, atrapada entre ambos, sentía a su corazón golpear con fuerza en su pecho.
Todo esto era demasiado para ella.
Daniel se frotó la mandíbula donde Cole lo había golpeado, mirándolo con rabia.
—"Esto no ha terminado, Cole",-—murmuró con voz baja, pero lo suficientemente clara.
Cole cruzó los brazos sobre su pecho, sin apartar la mirada
— "Por supuesto que no—.Ahora dime, ¿qué es exactamente lo que quieren de ti? Y no me digas que no sabes, —porque esos tipos vinieron directamente a buscarte."
Daniel dudó, y su mirada se desplazó hacia Emma por un instante.
-—Se trata de algo que ocurrió en Nueva York—. Algo que nunca debió salir a la luz...nunca debió pasar.
Emma le miró con cara de enfado.
—¿Algo que hiciste? ¿O algo que te hicieron?
Antes de que Daniel pudiera responder, el sonido de un vehículo deteniéndose a toda prisa en el camino de tierra junto a la cabaña los hizo girarse rapídamente hacia la ventana. Las luces de los faros iluminaron el interior de la cabaña de forma intermitente.
Cole reaccionó primero.
— ¡Al suelo!,-—ordenó con voz grave—, mientras se acercaba a la puerta con sigilo, sacando la pistola que tenía escondida en un cajón junto a la chimenea.
Daniel no tardó en seguirlo, y Emma, que estába totalmente aterrada, se mantuvo pegada a la pared, sin moverse ni decir palabra.
El sonido de pasos acercándose a la entrada fue lo último que escucharon antes de que la puerta se abriera de golpe y una figura se reflejará en la noche. Un hombre con un rifle en mano cruzó el umbral, con una mirada fija y calculadora recorriéndo toda la cabaña.
—Bueno, bueno... parece que la reunión está completa," —dijo con una sonrisa burlona.
Cole apretó los dientes.
—¿Qué demonios quiere?
El hombre giró su arma con calma.
—Daniel ya lo sabe—. Pero ahora... queremos que Emma también lo sepa.
Él hombre alto,robusto,de mirada fría e intensa,los miró uno a uno,llegando hasta Emma.
—A veces la vida no es dura señorita,la hacemos dura cuando nos unimos a personas que andan en malos lios,personas sin corazón,que no les importa,nada ni nadie.Contra más lejos esté de él, mejor le irá la vida.
Emma no le contestó,nada más decirle esas palabras,él hombre se dirigió hacía la puerta y la cerró,sin decir nada más.
Para sí misma Emma se dijo:Tal vez nunca llegue a conocer realmente a Daniel.
Por fin se quedaron solos.
El viento soplaba con fuerza en el exterior, golpeando las ventanas con dureza.
Emma aún sostenía la carta entre los dedos, sintiendo el peso de cada palabra. que leía.
—Ellos lo saben —dijo en voz baja, como si aún intentara convencerse a sí misma,de lo que estaba viviendo —. Saben que estamos aquí.
Cole se acercó a ella y le quitó la carta de las manos, repasando el mensaje una vez más.
—No es una advertencia —corrigió con dureza—. Es una amenaza.
Daniel, apoyado en la pared, dejó escapar un suspiro.
—Siempre juegan así. Te hacen creer que tienes el control, pero la verdad es que ya han decidido por ti.
Emma lo miró con desconfianza.
—¿Y qué es lo que quieren de ti,y de mí? ¿Qué hiciste para que te persigan hasta aquí?
Daniel levantó la mirada y titubeó un instante antes de responderle.
—No se trata solo de mí.
Cole chasqueó la lengua.
—No me jodas, Daniel. ¿A qué te refieres?
Daniel desvió la mirada hacia la chimenea apagada.
—Hay algo más que no les he dicho aún.
Emma sintió un escalofrío recorrerle todo su cuerpo.
—¡Dilo de una vez!
Daniel inspiró hondo y clavó sus ojos en los de ella.
—Nos están usando a todos como fichas en su juego. Y esta vez… no van a marcharse sin lo que vinieron a buscar.
En ese instante, un sonido rompió el silencio.
Toc, toc, toc.
Los tres se giraron hacia la puerta.
Alguien estaba ahí.
Y esta vez, no se irían sin obtener una respuesta.
Eran varios hombres, pero no eran los de la noche anterior,ni el hombre que acababa de marcharse hacía escasos minutos.
¿ Qué era eso, tan bien guardado?
Por que Daniel no lo contaba todo...
Cole miró por la ventana.
—Se han ido… por ahora .Parece que solo estan vigilándonos,—susurró.
Daniel se pasó una mano por el rostro.
—Esto no va a acabar aquí. Si me quedo, los seguiré poniendo en peligro.
Emma sintió una punzada en el pecho.
—¿Qué estás diciendo?
Él levantó la mirada, decidido.
—Me voy. Voy a volver a New York y acabar con esto antes de que ellos lo hagan por mí.
Cole cruzó los brazos, observándolo con cautela.
—¿Y cómo piensas hacerlo?
Daniel soltó una risa chulesca.
—Como sea necesario.
Emma quiso decir algo, detenerlo quizás, pero en el fondo sabía que Daniel tenía razón.
—Entonces márchate —susurró—. Y asegúrate de que nunca más vuelvan a aparecer en mi vida.
Daniel sostuvo su mirada un instante más ,y luego asintió.
—Haré lo que pueda.
Sin decir más, se giró y salió por la puerta.
Continuó caminando hasta llegar a su camioneta sin mirar atrás.
Y Emma no pudo evitar preguntarse a sí misma, si alguna vez volvería a verlo.
¿ Y sí Daniel no era el único que debía marcharse sino...tambien ella?
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suspense, amor inesperado del destino, decisiones difíciles.
Editado: 20.02.2025