El amanecer iluminaba el cielo de tonos rosados. Emma se desperezó entre las sábanas, con una sonrisa de oreja a oreja. El calor del cuerpo de Cole aún permanecía en la cama, aunque él ya no estaba a su lado.
El suave aroma del café recién hecho la guió hasta la cocina, donde lo encontró preparando dos tazas. Solo llevaba unos pantalones de algodón y su pelo revuelto.
—Buenos días, dormilona —susurró él con esa voz que le aceleraba el corazón a Emma.
Emma se acercó despacio, rodeándolo con los brazos por la cintura desde atrás, apoyando la cabeza en su espalda desnuda.
—Buenos días, cowboy...
Cole se giró y la miró guiñándola un ojo.
—Hoy tengo otra sorpresa para ti.
—¿Más aventuras? —sonrió ella.
—Más locuras. ¿Confías en mí?
Emma lo miró fijamente.
—Siempre.
La llevó hasta un viejo trineo de madera que había encontrado detrás de la cabaña.
Se lanzaron montaña abajo entre risas, cayendo en la nieve una y otra vez, como dos adolescentes viviendo su primer amor. Cole no dejaba de mirarla con ternura, y Emma se sentía protegida cuando él la abrazaba.
Después, construyeron un muñeco de nieve con una nariz torcida de zanahoria , con unos ojos que fueron dos huevos, una boca con un trozo de manzana roja, tres naranjas de botones en el cuerpo del gran muñeco, y una bufanda de cuadros que encontraron en un baúl de la cabaña. Emma no podía recordar la última vez que se había reído tanto.
Al caer la tarde, regresaron empapados y con las mejillas enrojecidas por el frío Pero esos momentos no se los iba a quitar nadie...Cole encendió la chimenea mientras Emma se cambiaba de ropa, con una manta sobre los hombros.
—Nunca había tenido días así... —susurró ella.
—Ni yo —confesó Cole, acercándose despacio—. Pero me encanta vivirlos contigo, Emma.
Se quedaron mirándose en silencio, hasta que él rozó su mejilla con los dedos, apartando un mechón de su cabello.
—Quiero que esto dure para siempre...
Emma sintió que el corazón le latía a mil por hora. Jamás pensó que escucharía esas palabras de la boca de Cole.
—Yo también, Cole...
Sus labios se encontraron, suaves al principio, pero poco a poco la pasión fue envolviéndolos de nuevo. Aquella cabaña se había convertido en su pequeño paraíso... un lugar donde el mundo exterior no les importaba .
Al final gracias a Daniel,ella estaba con Cole en una cabaña alejada del mundo,sin importarle nada más.
Aquel Cole frío y distante, que ahora no parecía el mismo.
Ahora era su apoyo incondicional, era el hombre con el que quería compartir su vida, era lo mejor que le estaba pasando en ese mismo momento...y quería vivirlo al máximo,sabiendo que en algún momento tendría que regresar a Texas.Al hogar de Cole,a su rancho,con su gente,con sus caballos,a la vida que él había elegido vivir, intentando ser ella parte de su vida.
Por que ellos, habían cambiado mucho desde que abandonaron Texas.
Pero no todo iban a ser risas, abrazos y felicidad.
Mientras la noche caía sobre las montañas, el destino ya había empezado a mover sus hilos...
¿ Podrán vivir este amor sin que nada ni nadie se interponga entre ellos?
Emma habló en alto, sin darse cuenta.
—Si pudiera congelar este instante para siempre, lo haría.
Cole unió sus dedos con los de ella, acercándola con suavidad.
—No necesitas congelarlo, cariño... Solo tienes que prometerme que mañana seguiremos viviendo otros cien instantes como este.
Emma sonrió, con el corazón latiéndole a mil.
—Te lo prometo...
El viento silbaba entre los árboles, y se veían los copos de nieve caer tras las cortinas del salón. Pero lo que ninguno de los dos sabía... Es que alguien, desde la distancia, había seguido cada uno de sus pasos.
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suspense, amor inesperado del destino, decisiones difíciles.
Editado: 17.04.2025