El sol se escondía detrás de las montañas, tiñendo el cielo de tonos, con unas vistas preciosas, que Emma más de una vez había fotografiado. La cabaña se sentía cálida, con el arder suave del fuego como único sonido. Emma estaba tumbada sobre la alfombra, hojeando una vieja revista que habían encontrado en el pequeño mueble de madera.
Cole estaba sentado en el sofá, con una botella de whisky en la mano, pero apenas había bebido. Miraba las llamas con la mente perdida en algún lugar muy lejano.
—¿En qué piensas, Cole? —preguntó Emma con una sonrisa pícara, intentando romper el silencio.
Él desvió la mirada hacia ella.
—En cómo me gustaría detener el tiempo aquí... contigo.
Emma dejó la revista y se arrastró lentamente hacia él, hasta quedar arrodillada entre sus piernas.
—Entonces hazlo —susurró, apoyando las manos en sus rodillas. Haz que este momento dure para siempre.
Cole la miró con una sonrisa.
—No es tan fácil, Em... algunas cosas del pasado siempre regresan, de golpe.
Emma lo miró, sintiendo que había algo en su voz... en esas palabras tan apagadas.
—Todos tenemos un pasado, Cole. Pero aquí... solo existimos tú y yo.
Él deslizó sus dedos por su mejilla, con la mirada clavada en la suya.
—Tienes razón...
Emma sonrió, pensando que había conseguido sacarlo de aquellos pensamientos, pero entonces Cole se levantó lentamente y caminó hacia una pequeña caja de madera que estaba en la estantería.
Emma lo observó con curiosidad, apoyando la barbilla sobre sus manos.
—¿Qué escondes ahí, vaquero?
Cole se giró.
—¿Quieres saberlo, pequeña curiosa?
—Siempre... y lo sabes.
Él regresó al sofá y se sentó junto a ella, abriendo la caja con cuidado. Dentro había unas pocas cosas: un reloj de bolsillo antiguo, un mechero de plata y un pequeño coche de juguete rojo.
Emma arqueó una ceja, sonriendo.
—Vaya... ¿Coleccionista de recuerdos?
Cole se quedó en silencio unos segundos, sosteniendo el cochecito entre sus dedos.
—Algo así...
Emma sintió una punzada en el pecho. Algo le decía que aquello no era solo un objeto sin importancia.
Pero no preguntó. Sabía que algunas puertas solo se abren cuando uno está listo para hacerlo.
En lugar de eso, se acercó más, dejando que su cuerpo se acurrucara contra el de él.
—Cuando estés preparado para contarme lo que hay detrás de esos ojos... aquí estaré.
Cole la miró fijamente, como si esas palabras hubieran tocado algo profundo dentro de él. Su corazón ahora sentía más, y cada vez su cercanía a Emma le hacía no ser tan cerrado, aunque había cosas que todavía le dolían tanto que prefería guardárselas para él.
—Puede que algún día...
Emma le sonrió, rozando sus labios con los suyos.
—Yo puedo esperar toda la vida, Cole...
Al fin y al cabo, ella tampoco se había sincerado nunca sobre su vida con Daniel en Nueva York; su existencia fue al presentarse Daniel con sus problemas, al meterla a ella de por medio, pero tampoco había sacado nunca el tema.
Ambos tenían muchas cosas que contarse, pero por ahora se estaban conociendo cada día más y sus sentimientos del uno hacia el otro ya se los estaban demostrando en cada momento, a cada instante, en aquel mágico lugar que los estaba atrapando de una manera que a los dos les gustaba, donde estaban dando rienda a lo que verdaderamente sentía cada uno.
Algo que tal vez nunca habría pasado si se hubieran quedado en Texas...
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suspense, amor inesperado del destino, decisiones difíciles.
Editado: 03.08.2025