Amor Salvaje

Capítulo 44º El sueño.

Cole se despertó con el corazón acelerado, sintiendo el pesado sueño que lo había llevado al pasado. Se pasó una mano por la cara y se incorporó en la cama, tratando de borrar las imágenes que aún estaban en su mente. La cabaña estaba en completo silencio, salvo por el suave ruido del viento contra los cristales.

No había querido recordar. No esa noche. No en este momento en el que Emma dormía a su lado. Pero los recuerdos no pedían permiso, simplemente se colaban entre las grietas de su alma.

En su sueño, Grace reía mientras empujaba el columpio donde su hijo se balanceaba, con esa mirada traviesa tan parecida a la de ella. Era una tarde soleada en Dallas, uno de esos días en los que el tiempo parecía acompañar los buenos momentos. Cole estaba sentado en la gran terraza, observándolos con una sonrisa cansada después de una larga jornada de trabajo.

Había sido feliz. Había tenido una familia.

Pero todo se esfumó en un instante.

El accidente fue rápido, brutal. Un camión sin frenos, un choque inevitable. Recibió la llamada cuando estaba en el rancho, y la voz al otro lado del teléfono lo dejó sin palabras. Cole corrió, condujo sin pensar y llegó al hospital con la esperanza absurda de que todo fuera un error. Pero no lo era.

Grace se había ido.

Su hijo lo necesitaba más que nunca, y él… él trató de ser fuerte. Lo protegió, lo amó con cada fibra de su ser. Pero el dolor no desapareció.

No podía cuidar de un niño pequeño todo el día; debía trabajar y cuidar su rancho y sus caballos. Los gastos no se pagaban solos.

No sabía cómo cuidar a un pequeño; se vio hundido y aturdido al perder a Grace, totalmente perdido, de los nervios, no tenía idea de los cuidados de un niño pequeño, no sabía qué hacer ni qué decirle.

Así que decidió que su abuela se lo llevara para que al niño no le faltara la ausencia de una madre. Buscaron a una niñera para que estuviera pendiente de él.

Él sabía que a su hijo no le faltaba nada, estando con su abuela y una niñera con experiencia, pero él no tenía contacto con su pequeño hacía mucho tiempo, y eso le dolía en su interior y le partía el alma.

Cole dejó escapar un suspiro y se levantó sin hacer ruido. Caminó hacia la ventana y apoyó la frente en el vidrio helado. Afuera, la nieve caía sin prisa, cubriendo todo con su manto blanco.

Emma no sabía nada. No podía saberlo.

No quería mezclar su pasado con lo que tenía ahora con ella. Emma era luz, esperanza. Y él… él aún estaba aprendiendo a vivir con la cruz del olvido de Grace y la existencia de su pequeño.

Sintió un leve movimiento detrás de él y, al girarse, vio a Emma mirándolo con sus ojos somnolientos.

—¿Estás bien? —murmuró.

Cole sonrió de lado y caminó de regreso a la cama. Se deslizó entre las mantas y la atrajo hacia su pecho, besando su cabello.

—Solo un mal sueño —susurró.

Emma lo abrazó, acurrucándose contra él, sin hacer más preguntas.

Y por primera vez, Cole sintió que no tenía que cargar con todo su pasado solo. Tenía a Emma, que ahora era un gran apoyo, aunque todavía no se atrevía a decirle nada de la existencia del pequeño.

¿Siente algo tan fuerte por Emma que no quiere perderla, y por eso esconde todavía lo de su pequeño?




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