Amor Salvaje

Capítulo 49º Tiempo.

El sol despuntaba entre los árboles, entrando el reflejo por la ventana de la cabaña y anunciando un nuevo día en su vida cotidiana en Canadá. Emma se estiró bajo las mantas, disfrutando del calor que aún quedaba en la cama. A su lado, Cole dormía profundamente.

Decidió dejarlo descansar y salió con cuidado de la habitación. Se puso un suéter grueso, unos leggings y se dirigió a la cocina. Mientras ponía agua a calentar para el café, sus pensamientos la llevaron a la tranquilidad que había encontrado en ese lugar. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que podía respirar sin miedo, sin estar constantemente mirando sobre su hombro.

Pero algo dentro de ella le decía que la calma no duraría para siempre.

Un crujido en el piso la sacó de sus pensamientos. Se giró de inmediato y vio a Cole apoyado en el marco de la puerta, mirándola con una sonrisa somnolienta.

—Buenos días, hermosa —murmuró con voz ronca.

—Buenos días, vaquero —respondió ella, acercándose para darle un beso en la mejilla.

—Te despertaste temprano.

—No podía dormir más. Quería disfrutar un poco de paz, antes de que decidas arrastrarme otra vez a esquiar o a cualquier otra actividad peligrosa.

Cole soltó una carcajada y se acercó a ella, rodeando su cintura con los brazos.

—Hoy tenía algo diferente en mente.

Emma lo miró con curiosidad.

—¿Ah, sí? ¿Y qué es?

—Quiero llevarte a un lugar especial —dijo, dándole un beso en la frente. Pero primero, café.

Tras un desayuno tradicional, Cole la llevó fuera de la cabaña. El aire frío les golpeó el rostro, pero él la guió por un sendero oculto entre los árboles. Caminaron en silencio, disfrutando de la compañía del otro, hasta que llegaron a una pequeña colina cubierta de nieve. Desde allí, la vista del valle era impresionante.

—Este lugar me ha dado paz en los momentos más difíciles —dijo Cole, observando el paisaje. Cuando todo en mi vida se volvió un desastre, venir aquí me ayudaba a aclarar la mente.

Emma lo miró con ternura. Sabía que aún había muchas cosas que él no le había contado, heridas que seguían abiertas y que, de algún modo, aún lo atormentaban.

—Gracias por traerme aquí —susurró, tomando su mano.

Cole apretó sus dedos con fuerza y la miró con intensidad.

—Emma, pase lo que pase, quiero que sepas que nunca te dejaré sola.

El viento sopló con fuerza y en ese instante, les cayó toda la nieve de los pinos sobre ellos; ambos se echaron a reír...

Estaban viviendo mil y una aventuras.

—Lo sé, Cole.

Pero, en el fondo, no podía evitar preguntarse… ¿Cuánto tiempo más podrían vivir en esa burbuja antes de que la realidad regresara a ellos?

Todo era muy bonito y ambos se estaban conociendo más profundamente de lo que se hubieran imaginado. Cole, distante y frío, ahora es cercano, divertido, más tierno, y los ratos que pasa junto a él la hacen muy feliz.

Emma sería conformista, abierta a rehacer su vida fuera de su ciudad Nueva York, con el corazón herido, pero con ganas de darse otra oportunidad, y qué mejor que con el hombre que ahora comparte sus vivencias y sus días, oculta en una cabaña de las garras de su ex, del cual no había deseado tener noticias nunca.

Y mucho menos, que estuviera atentando contra su propia vida.

Mientras ahí está, al lado de un hombre desconocido, al cual va conociendo cada día más, el que está en sus malos momentos y la única persona en la que ahora puede confiar.

En un lugar desconocido, una cabaña en el fin del mundo, donde no hay más personas en kilómetros a la redonda, solamente grandes terrenos de pinos, un extenso valle, nieve por todas partes y un frío que pela…

Una acogedora cabaña, donde todas las noches terminan abrazados, junto a las llamas de la chimenea, testigo de que se está forjando un amor verdadero.

Y donde Emma no echa de menos nada; ella es la mujer más feliz del mundo con su cámara y sacando las fotos más impresionantes del lugar, y junto a la persona con la que quiere estar.

Pero sabe que siempre no va a ser así, que tiene que regresar, que no va a estar oculta siempre. Que tiene que plantarle cara a la vida y a los hechos, defenderse por ella misma y sacarle valor, y eso sabe que lo conseguirá, superando el miedo que siente.

Daniel le tendrá que explicar muchas cosas, y sobre todo debe olvidarse de ella, y contarle verdaderamente qué le pasa por la cabeza.

Mientras tanto, Emma quiere disfrutar estos momentos que la vida le está regalando.

Y es lo que está haciendo, vivir...




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