Amor Salvaje

Capítulo 64º Cuando todo cambió.

Nueva York era una ciudad que nunca dormía, siempre repleta de tráfico y sus calles llenas de gente de un lado para otro. y sin embargo, aquella noche Emma solo quería cerrar los ojos y despertar en otra vida.

Años atrás, cuando llegó con su maleta de ilusiones y una beca bajo el brazo, lo hizo con muchisima ilusión y ganas de comerse el mundo. Estudiar periodismo en la NYU había sido su mayor logro, y caminar por las avenidas de Manhattan con su libreta de apuntes la hacía sentir viva.

Haber estudiado, codo con codo había dado su fruto.

Tenía veinte años y el mundo a sus pies.

Fue en su segundo año de carrera cuando conoció a Daniel, un estudiante avanzado de relaciones internacionales, elegante, persuasivo,con una voz grave y sensual, que siempre parecía tener la última palabra. Al principio, fue cariñoso, atento, paciente. Le hacía sentir especial en medio de lo alocada que era ella, siempre de fiesta, una chica que le gustaba vivir la noche a tope...Y Emma, tan idealista, creyó haber encontrado al hombre de su vida.

—Tú vas a llegar lejos, Emma. Pero vas a necesitar a alguien que sepa guiarte y cuándo sujetarte a tiempo —le dijo una vez, mientras caminaban por el puente de Brooklyn al atardecer.

Ella lo creyó.

Compartieron tardes de cafés, cenas en restaurantes, noches en bibliotecas, debates acalorados y besos robados en el metro. Emma escribía reportajes para el periódico universitario, mientras Daniel hacía prácticas en una firma de lobby. Parecían hechos el uno para el otro.

Hasta que todo cambió.

Fue sutil al principio. Daniel empezó a cuestionar su ropa, sus amistades. Luego, sus textos. Decía que perdía el tiempo, soñando con cambiar el mundo.

—El periodismo ya no sirve, Emma. Es una causa perdida. Tú podrías hacer algo mejor, si dejaras de pensar como una idealista.

Y luego vino la traición.

Una tarde lluviosa, su amiga Cathy compañera de piso y casi hermana del alma, llegó a casa con el rostro desencajado y la pantalla de su teléfono temblando en la mano. En ella, un video donde Daniel, estaba en una fiesta, con una becaria rubia de su empresa.

—Lo siento —le dijo Cathy—. Pensé que era un rumor. Pero tenía que decirte la verdad.

Emma no lloró. Solo sintió un vacío brutal. Y aunque Daniel intentó justificarse, su silencio posterior fue aún más elocuente.

Se marchó. Literalmente.

Le dejó una nota en la cocina, junto a las llaves del apartamento:

"Lo nuestro fue hermoso mientras duró. Pero necesito otras cosas. No me busques."

Durante semanas, Emma se encerró en sí misma. Faltaba a clases, apenas comía, escribía sin rumbo. Solo Cathy se mantuvo firme a su lado.

—No puedes dejar que esto te afecte, Em.... No eres el error de un idiota. Eres la mujer que va a escribir sobre mujeres que renacen. Eres más fuerte de lo que crees.

Esas palabras, dichas con los ojos mirándola fijamente y las manos apretadas a las suyas, la llegaron al corazón.

Y entonces, un día, Emma se miró al espejo, con ojeras, despeinada y los labios agrietados… y decidió volver a empezar y olvidarse de Daniel, no era el único chico en el mundo.

Cambió de apartamento. Se dedicó de lleno al periódico. Entrevistó a activistas, madres solteras, inmigrantes. Escribió, sobre abusos, niños abandonados, sobre el valor de contar la verdad de frente.

Aprendió a estar sola. A vivir con cicatrices. pero a seguir para adelante, sin nadie a su lado.

Y se prometió algo; jamas volvería a ser la marioneta de nadie...

Pero a los seis meses, Daniel se volvió a acercar a ella y acabó de nuevo entre sus brazos.

Esa relación se consolidó con el tiempo, todo era maravilloso y estaban muy bien juntos.

Así que al poco tiempo decidieron casarse y hacer planes de futuro juntos, entre ellos, tener niños.Y aumentar la familia, viviendo en una de las mejores zonas de New York, en un estupendo y gran apartamento.

Después y nuevamente por segunda vez, Daniel la abandonó por otra, confesandoselo directamente y dejando nuevamente sola a Emma sumergida en el dolor.

Canadá, presente.

Emma cerró su libreta con suavidad. Había vuelto a escribir sus memorias. No para publicarlas. Solo para recordarse,así misma, quién era.

Ahora entendía muchas cosas. Por qué temía tanto confiar. Por qué la ausencia de Cole le removía el alma.

Porque había amado antes… y la habían destrozado.

Pero también sabía que esta vez era distinto. Cole no era Daniel.

Y ella ya no era la misma Emma.

Era una mujer nueva, era una mujer más madura, ya no era aquella jovencita y después de un matrimonio fallido, había aprendido a ser más desconfiada y al mismo tiempo más dura.

Y aunque el miedo aún la visitaba por las noches, sabía defenderse.

El pasado ya no le dolía como antes. Porque ahora tenía algo más dentro de ella y eso era esperanza.

Tal vez debía cambiar de aires, decidir tiempo para ser ella misma y volver a planificar su vida nuevamente.

A lo mejor era momento de dejar descansar su corazón, dejar que Cupido tomaría vacaciones y la dejaría tranquila, a lo mejor necesitaba un tiempo de soledad para pensar, para aclarar sus ideas.

Una isla aislada, o un pueblo rural, pequeño de esos que se respira aire puro y se disfruta de la tranquilidad, del sonido de los pájaros, el sonido de las aguas de un arroyo.

A lo mejor debía de volver a empezar de cero, pero esta vez sola, y sin complicarse la vida con ataduras.

Necesitaba coger las riendas de su vida y galopar sola...

Tal vez su intuición, era una señal.

Emma pensaba en voz alta, sentada junto a la chimenea, junto a su fiel Chihuahua Elvis. Su mejor compañia y su fiel compañero de vida.

"Tal vez perderlo todo es la única forma de reencontrarme a mí misma.

Suspiro con los ojos cerrados. Me duele el corazón, me duele el alma, pero por primera vez en mucho tiempo, siento una pequeña chispa dentro de mí, y a la libertad encendiéndose en mi interior.




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