Amor Salvaje

Capítulo 67º Desde sus ojos.

Volver a verla lo había dejado sin palabras, y con el corazón más herido que nunca.

Emma seguía teniendo esa mirada tan dulce y esa sonrisa tan linda...Y eso era precisamente lo que había sucedido: bastó con verla con el cabello alborotado por el viento y esa expresión decidida, para que todo su mundo volviera a girar alrededor de ella.

Pero no podía decirle la verdad. No todavía.

Condujo en silencio, dejando atrás el pueblo, mientras el dolor de las decisiones que había tomado lo machacaban sin tregua. Su hijo seguía en el hospital, frágil como una vela encendida bajo la noche, y él… él seguía sin encontrar el valor para contarle todo a Emma.

La necesitaba. Dios, cómo la necesitaba. Pero también necesitaba proteger a su hijo, y sabía que las verdades dichas a destiempo podían arruinarlo todo.

Arruinar todo lo que él deseaba, y amaba profundamente, a Emma.

Kiara lo había presionado. Quería respuestas, insinuaciones, atención. Pero él no estaba dispuesto a confundir gratitud con amor. La respetaba, claro que sí. Le debía mucho. Pero su corazón ya tenía nombre, y lo había tenido desde hacía mucho tiempo.

Recordó cómo la dejó parada frente a aquella casa de alquiler, con los ojos tristes.

"Estoy intentando construir mi vida", le había dicho.

Y eso le partió el alma. Porque mientras ella intentaba volver a empezar, él seguía encerrado en sus secretos, que al final podrían separarle de ella.

Llegó al hospital al caer la tarde. La enfermera le sonrió con delicadeza al verle cruzar la puerta.
—Buenas tardes, señor Mitchell. El pequeño ha dormido casi toda la tarde. Y no ha tenido fiebre.

Él le sonrió, agradecido.

Entró a la habitación en silencio. Su hijo, tan pequeño y vulnerable, respiraba con suavidad, conectado aún a los monitores. Lo observó unos segundos, sintiendo que todo lo había echo mal desde el principio, incluso ahora lo seguía haciendo también con la mujer que amaba.

Se acercó y le acarició con cuidado el cabello oscuro.
—Voy a arreglar todo, te lo prometo — le susurró.

No sabía cómo, ni cuándo. Solo sabía que tenía que hacerlo. Emma merecía saberlo todo. Su hijo merecía crecer sin secretos.

Pero ¿cómo se lo decía sin perderla?

Ese era el dilema que lo llevaba de cabeza, y la noche no ofrecía respuestas. Solo más silencio… y un corazón abatido en la soledad.

El tiempo pasaba, su pequeño no mejoraba mucho y Emma cada día la sentía más lejana.

¿Por qué, tenía que ser todo tan difícil?

Esa pregunta, no le dejaba dormir, todo lo que quería era tener a su hijo de vuelta en casa y a Emma junto a él.

Pero eso parecía casi un sueño sin cumplir.

¿Los perdería, o tendría una segunda oportunidad de enmendar sus errores?

Su madre Evelyn su mejor consejera, su aliada, la que siempre había estado ahí, y seguía estando.

La que se había ocupado siempre del pequeño, sin excusas, sin cuestionarlo.

La que siempre le dio todo, y ahora siendo un hombre adulto seguía cuidando de él.

¿Se merecía su madre, tenerlo como hijo?

Cole dudaba ya de él mismo, siempre fallo a su madre, fallo a su pequeño, y ahora le estaba fallando a Emma.

Sentía que era demasiado cobarde, incapaz de afrontar las situaciones, incapaz de solucionar las cosas, incapaz de ser feliz.

Tal vez no servia para ser hijo, para ser padre, para amar a una mujer.

A lo mejor ya estaba destinado a la soledad...

Kiara por su parte siempre acude al hospital a visitar al pequeño,lo había cuidado siempre junto a Evelyn, y lo cierto es que lo quiere muchísimo.

Pero también quiere a Cole y visitar al pequeño, le da más facilidad de estar más cerca de él, también de Evelyn con la cuál a creado un vínculo muy especial.

Todo va a su favor, aunque Cole de momento no se rinde a sus emcantos, ni a sus miradas, ni a sus tiernas palabras de apoyo, ni tan siquiera a sus sonrisas provocadas.

Y Evelyn que se da cuenta de todo, no quiere meterse en la vida de su hijo, quiere dejar que de una vez por todas decida que hacer con su vida, dónde y con quién.

Ella no piensa interferir en las decisiones de su hijo, tan sólo quiere su felicidad.

Solo quiere ver a los dos hombres de su vida juntos y felices, por eso reza cada día.

Eso la haría la mujer más feliz del mundo.




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