Amor Salvaje

Capítulo 68º Cicatrices.

La cafetera chisporroteó como cada mañana, derramando ese aroma que llenaba de calor el pequeño local. El murmullo de los clientes se unía con el tintineo de las cucharas y con los suspiros de Emma, que llevaba ya una hora tras la barra, sirviendo café con una sonrisa de oreja a oreja.

—Emma —la voz de Charlie la sorprendió —. ¿Tienes un minuto?

Le atendió sin pensarlo. Él era así. Respetuoso, paciente. Y aunque a veces se comportaba como el jefe serio y reservado que era, otras veces lograba que Emma se sintiera menos perdida y más confiada.

Se sentaron en una de las mesas del fondo, lejos del ruido. Charlie la observó con esa mirada suya que todo lo entiende, pero que no juzga, nunca nada.

—Te vi salir ayer al final del turno —comentó con suavidad—. Estabas llorando, ¿verdad?

Emma bajó la mirada. No podía seguir escondiéndolo. No cuando por dentro se sentía mal.

—Me encontré con alguien —murmuró—. Alguien que pensé que había desaparecido para siempre. Y volvió como si nada hubiera pasado... como si yo no hubiera tenido que salir adelante, poco a poco.

Charlie la miró a los ojos..No necesitaba más detalles.

—¿Era él? —preguntó con cautela—. ¿El hombre del que hablabas a veces cuando creías que nadie te oía?

Emma sonrió débilmente. Su voz tembló al responder.

—Sí... Cole.

El silencio entre ellos fue cómodo. Charlie respetaba los silencios, sabía que eran momentos de tranquilidad y relax.

—¿Y qué pasó? —se atrevió a preguntar.

—Nada —respondió ella, dolida—. Me vio. Hablamos poco. Solo fue un encuentro... pero me descolocó. Me sentí como si todo el esfuerzo por rehacer mi vida se desmoronara otra vez.

Charlie apoyó su mano sobre la de ella.

—Emma, tú no eres la misma mujer que llegó a este pueblo con el alma hecha pedazos. Has crecido. Has tomado decisiones valientes. Y sobre todo, has aprendido a vivir sin depender de nadie.

—A veces creo que aún le quiero —confesó con la voz rota—. Pero ya no sé si lo amo a él... o a la idea de lo que soñé tener junto a él.

—A veces —dijo Charlie con voz baja—, el amor no se trata de elegir lo que sentimos, sino de elegir lo que hacemos con lo que sentimos.

Ella lo miró, agradecida. Sus ojos brillaban.

—Gracias por estar aquí, Charlie. Eres como... como un faro en medio de una tormenta.

Él sonrió, apretando su mano un poco más.

—Y tú eres más fuerte de lo que crees. No olvides eso.

Emma respiró hondo. Por primera vez en mucho tiempo, no sintió que estaba huyendo. Sentía que estaba eligiendo. Y eso... era libertad.

Las palabras de Charlie la ayudaban mucho, era el mejor jefe que había podido encontrar.

Y el mejor trabajo, donde se sentía muy cómoda y feliz.

Y por supuesto ahora escribía, todos los días en la columna de un periódico, donde tenía una sección de fotografía, estaba tomando el rumbo de su vida, de momento se quedaría aún en Texas, pero tal vez era tiempo nuevamente de cambiar de aires, a otro lugar, empezar de nuevo y ejercer su profesión de fotógrafa.

Y por supuesto dejar descansar su corazón, sin tener prisas, esperar el momento justo y la persona adecuada.

¿ Volverá junto a Cole? En estos momentos de su vida, ni ella misma lo sabe.

En su diario personal, en la última página tiene escritas estas palabras, que cada noche lee, junto a Elvis, su dulce compañía.

"Para mí."

A veces pienso que ya no lo quiero.
Otras veces… no lo sé.

Lo cierto es que me lo pregunto cada día.
Cuando abro los ojos y la luz se cuela por la ventana, cuando el mundo comienza a moverse sin él.
Cuando paso por esa cafetería donde solía esperarme con un café en la mano y una sonrisa que nunca supe si era real o solo parte de su encanto.

Me pregunto si lo extraño a él…
O si extraño la idea de tener a alguien.

Hay días en que lo detesto.
Por lo que hizo.
Por lo que no me dijo.
Por haberme dejado sola en el momento más vulnerable de mi vida.
Y sin embargo, hay otros en los que me descubro recordando su voz al otro lado del teléfono, llamándome.
Y entonces me odio un poco.

No sé si sigo queriéndolo.
No sé si aún queda algo de nosotros.
Pero lo pienso.
Cada día.
Como una herida que no se cura del todo.

A veces, cuando todo está en silencio, me imagino cómo sería volver a mirarlo sin rencor.
Solo mirarlo.
Y preguntarle, sin palabras, si él también se acuerda de mí.
Si alguna vez duda.
Si alguna vez se despierta pensando en lo que fuimos.
Y si, como yo, tampoco sabe si aún me quiere… o solo extraña la paz que creía tener a mi lado.

"¿Y si ya no lo amo...porque mi corazón empieza a latir por alguien más?"




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.