Amor Salvaje

Capítulo 71º Sentimientos.

No había pasado ni una semana desde el inesperado reencuentro con Cole, y aún sentía su mirada grabada en mi piel. Cada noche, al cerrar los ojos, revivía su rostro, y su voz rota por la sorpresa.

Y yo, con una dignidad que no sabía que aún me quedaba, le respondí con frialdad.
—Las cosas cambiaron, Cole. Como tú, yo también tuve que seguir adelante.

Desde la tarde en la cafetería, donde apenas hablamos, pero si quedamos para vernos y hablar, pero...

Desde entonces no lo había vuelto a ver. No llamó, no apareció, y aunque en mi interior una parte lo deseaba, otra se lo agradecía. No estaba lista. No deseaba ninguna conversación, ahora necesitaba tiempo, necesitaba mi espacio.

Charlie se había convertido en mi confidente. Su voz pausada, su paciencia infinita y esa forma de entender el dolor ajeno sin juzgarme, me daban un respiro. Aquella tarde, mientras terminábamos de limpiar la barra, me miró con esa ternura casi paternal que le era tan natural.

—Te noto distraída, Emma. —dejó el trapo sobre la barra y se cruzó de brazos—. ¿Otra vez ese tipo?

—No quiero hablar de él —respondí, bajando la mirada, sintiéndome de nuevo decaída.

Charlie se acercó, pero con respeto, como siempre.

—No tienes que hacerlo. Solo quiero que recuerdes algo, no estás sola. Si necesitas desaparecer, tengo un viejo remolque en el bosque que no uso desde hace años. Nadie te encontraría allí —sonrió, intentando hacerme reír—. Bueno, tal vez algún mapache curioso.

Reí, por primera vez en todo el día.

—Gracias, Charlie. Eres demasiado bueno conmigo.

—Es fácil ser bueno con alguien que vale la pena. Y tú, Emma… tú vales cada gesto amable que recibes. No dejes que nadie te haga sentir lo contrario.

Sentí los ojos empañarse, pero me obligué a contener las lágrimas. Había llorado demasiado, y ya no quería seguir siendo esa versión frágil de mí misma. Estaba reconstruyéndome, aunque las piezas no siempre encajaran a la perfección.

Esa noche, al regresar a mi pequeña casa alquilada en las afueras del pueblo, me senté frente a la vieja máquina de escribir que había rescatado de una tienda de segunda mano. Escribir se había convertido en mi catarsis. Volcar en palabras todo lo que sentía, lo que temía, lo que anhelaba…

Pero esa noche no escribí sobre Cole.
Esa noche escribí sobre mí.

Sobre una mujer que lo perdió todo y se levantó con dignidad.
Sobre una mujer que estaba aprendiendo a quererse en silencio.
Sobre una mujer que, a pesar de todo, aún creía en los finales felices… aunque el suyo todavía no se hubiese escrito.

Sobre una mujer que ya estaba cansada de darlo todo, y no recibir nada más que abandonos y mentiras.

Quería ser yo misma, hacer lo que me gustaba que era escribir y continuar con mi carrera de fotógrafa, aunque nuevamente cambiaría de lugar, o tal vez de país.

Pero por mi misma, por mis propias decisiones, por mi instinto de mujer, que me decía que necesitaba un cambio urgente en mi vida y en mi corazón.

Mi sexto sentido, me hacia sentir, que no podía seguir pensando en Cole.

Que esa parte de mi vida, un ex Daniel, al cuál ame con locura, y me abandonó, a Cole al cuál quería con todo mi corazón, y me abandonó, ya era hora de cambiar el chip.

Era hora de hacer mi vida a mi manera, y era hora de ser feliz, aunque fuera con la única compañía de mi chihuahua Elvis, pero feliz...

Era hora de cambiar y hacer nuevos planes, de dejar atrás el pasado, y comenzar un principio nuevo, y no contaba en mi futuro con Cole.

¿ No creeis, que sería lo mejor para mí?

En verdad os digo que estoy echa un lío, por que lo pienso, pero al final no es lo que decido.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.