Desperté sin alarma, sin ninguna prisa. La luz de la mañana entraba por las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Era uno de esos días raros en los que no tenía que trabajar ni cumplir ningún compromiso. Solo yo, mi casa y un día entero para no hacer nada… o lo que quisiera.
Me quedé unos minutos en la cama, abrazando la almohada, sintiendo la calidez de las sábanas. Desde el móvil sonaba una notificación, pero la ignoré. Quería alargar la pereza lo máximo posible. Cerré los ojos un momento más, disfrutando del silencio… y sonreí. Me sentía tan en paz.
Finalmente, decidí levantarme. Caminé descalza hasta la cocina, me preparé un café con calma, sin el ritmo acelerado de todos los días. El aroma llenó toda la pequeña cabaña. Mientras tanto, encendí la radio. Sonaba música tranquila, esas baladas suaves que me gustaban para un día relajante.
Me senté frente a la ventana con mi taza entre las manos. Desde allí se veía una parte del pueblo, la vida tranquila de las personas que paseaban o iban al mercado. Me recordaba que la rutina a veces también era bonita si uno sabía apreciarla.
Cuando terminé el café, preparé un desayuno decente: tostadas con mermelada, frutas y yogur. No tenía prisa por vestirme, así que seguí en pijama, con el cabello recogido en un moño improvisado.
Decidí poner algo de orden. Empecé a recoger los libros que había dejado esparcidos, doblé la manta en el sillón y regué las plantas que con tanto cariño había traído de la tienda del pueblo.
A mitad de la mañana, mi móvil vibró. Era un mensaje de Álvaro.
Álvaro:
"Buenos días, dormilona. ¿Estás disfrutando de tu día libre o planeas dormirlo entero?"
Sonreí al leerlo y contesté de inmediato.
Emma:
"Me estoy dedicando a consentirme: café, desayuno rico y música tranquila. Si quieres, me cantas por videollamada."
No tardó en responder:
Álvaro:
"Tentadora oferta. Aunque mi voz solo es buena en la ducha."
Reí sola. Me encantaba esa ligereza suya, su forma de hacerme sonreír incluso desde la distancia.
Después me preparé un baño de espuma. Llené la bañera, encendí un par de velas que tenía olvidadas y puse música suave en el móvil. Me sumergí en el agua tibia, cerrando los ojos, dejando que el tiempo se detuviera. Me lo debía, después de tantos días corriendo de un lado a otro.
Al salir, me sentía renovada. Me vestí con ropa cómoda, un pantalón ancho y una camiseta holgada, y me puse a leer uno de esos libros que había dejado a medias. La tarde transcurrió así: leyendo, tomando té, escribiendo algunas ideas sueltas en mi cuaderno, mirando el cielo por la ventana. Una tranquilidad que hacía tiempo no disfrutaba.
Cerca del atardecer, otro mensaje de Álvaro:
Álvaro:
"¿Te apetece salir a caminar al anochecer? No muy lejos, solo dar una vuelta por el pueblo. Me encantaría verte aunque sea un rato."
Sonreí. Era un buen cierre para un día perfecto.
Emma:
"Me parece bien. Pásame a buscar cuando quieras."
Álvaro:
"A la orden, señorita. Esta noche camino al lado de la mujer más bonita de todo Texas."
Reí en voz baja. Me di cuenta de que el día, siendo simple y cotidiano, había sido perfecto. A veces no hacía falta más que un poco de calma, un libro, buena música… y saber que alguien pensaba en ti.
Antes de que llegara, abrí el armario y me puse algo bonito pero sencillo. Porque sí, me apetecía verme bien para él. A veces, un pequeño detalle hacía que un día normal se convirtiera en uno especial.
Y así, preparada y lista, lo esperé. Sabía que el día no terminaría igual que empezó: terminaría muchísimo mejor.
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suspense, amor inesperado del destino, decisiones difíciles.
Editado: 03.08.2025