Amor sin barreras

Capítulo 5

María y Julia ni siquiera salieron de su casa y me llamaron para avisarme que la ciudad estaba sumida en el caos de la tormenta que pasó, por lo que nuestra salida tuvo que posponerse.

Mamá y papá llegaron recién en la noche con Luci ya dormida, ya que estuvieron atrapados en el tráfico camino a casa, yo había preparado la cena y me quedé un rato con ellos antes de subir a mi habitación.

Decidí prepararme para ir a dormir, pero me detuve frente al balcón de mi habitación, notando que la luz de la habitación de Clara en la casa de enfrente estaba encendida, ¿entonces no se fueron? Me puse a pensar en las posibilidades.

De pronto vi a Gustavo asomarse al balcón de la habitación de su hija, para cerrar la venta y enseguida se percató de mi presencia.

— ¿Está espiando mi habitación, señorita? —él preguntó sin tanto esfuerzo por gritar.

—¡No…! No, justo iba a mi cama, ¿no es ese el cuarto de Clara? – Le pregunté y él se rio negándolo.

—Esta es mi habitación. – Respondió sonriendo y apoyándose en la baranda.

—Qué raro, creí haber visto a Clara, ayer...

— A veces tiene pesadillas y se asusta y viene a dormir conmigo, solo duerme en su habitación cuando Luci viene aquí o cuando está demasiado cansada para quejarse. – Respondió y yo asentí.

— Son muy buenas amigas, ¿verdad?— Yo pregunté.

— Mucho, Luci fue la primera persona que vino a saludarnos cuando llegamos aquí, y Clara la quiso enseguida, igual que yo. – respondió amablemente.

— Siempre hablaba de Clara cuando hablábamos por teléfono. –le aclaré.

— Y ella siempre nos hablaba de ti. — Dijo Gustavo y yo sonreí imaginando la escena.

— Ella es un amor.

—¿Dónde está?

— ¿Durmiendo y Clara? ¿No fueron a visitar a tu madre? – no lo pude evitar, mi instinto periodístico me brota a cada instante o ¿será mera curiosidad por alargar esta conversación?

— Duerme también y la lluvia se interpuso en nuestros planes. – respondió Gustavo.

— Gustavo, nunca pregunté, pero… ¿Tienes acento sureño?

— Soy de Trelew, Chubut, hoy iba a viajar allí a ver a mi familia, hace nueve meses que no los veo. – Dijo mirando de reojo. —Pero bueno, la mejor opción es dejarlo para la semana que viene.

—¿Tienes hermanos? – Le pregunté y él asintió.

—Sí, dos, Felipe es el del medio, e Isabela es la menor, yo soy el mayor. – Respondió y yo sigo sonriendo como idiota con cada cosa que él dice.

Creo que nos quedamos allí hablando durante mucho tiempo y solo entramos cuando empezó a llover nuevamente.

— ¡Buenas noches, Gustavo! – dije en voz alta y él respondió ya desde adentro de su habitación.

— Buenas noches, que duermas bien.

Cerré la ventana y me fui directo a mi cama pensando en que ese hombre realmente era más interesante de lo que imaginaba.

(...)

A la mañana siguiente

Estaba sentada en mi cama con una tablet en la mano viendo mi columna, la última había sido bastante controversial como siempre.

No era "famosa", pero era bastante reconocida en las redes, digamos que... ¿Era una famosa anónima? Quizás sí, lo cierto es que me encantaba lo que hacía.

— Claro, estaré allí pronto – María estaba hablando con Yamila por teléfono.

María trabajaba de manera independiente y había conseguido una sección en la revista para la que yo trabajo, al parecer se iban a encontrar el próximo mes.

— Bueno… como te decía mi padre me pidió que viajara a Buenos Aires en su lugar solo para arreglar unas cosas y voy a aprovechar y conocer a tu jefa de interno… Dios mío… qué mujer...— María gruñó y yo me reí.

—oye, y qué hay de Julia.– dije burlonamente y ella sonrió sentándose a mi lado.

—¿y tú qué?, No estás buscando alguien con quien pasar el rato. –Preguntó sugestivamente y yo me sonrojé, aunque realmente no entendía.

—¿Qué estás insinuando? – le pregunté dándole una palmada en el hombro.

— Que estás loca por cierto vecino que se va a divorciar. – murmuró y yo casi me ahogué con mi propia saliva.

— No seas idiota. – murmuré.

— ¿Yo? Y qué hay de esos comentarios "Ay, Gustavo es tan lindo", y esos mordiscos en los labios que haces cuando él está cerca, no me engañas, Camila. – Dijo y yo la empujé.

— Oye, es solo un tipo maravilloso…– murmuré, oh, estoy tan encantada con él, no me juzguen.—¿Y como sabes que se va a divorciar?

— Sí, eso es cierto. Ya todo el barrio lo sabe, aunque hay muchas teorías al respecto ¿adivina qué? El otro día lo llamé y hablamos de ti… – dijo y yo me rasqué la cabeza con curiosidad.

— ¡Escúpelo ya!

— Dijo que eras hermosa y maravillosa persona... entonces le dije, "tienes suerte, porque ella está soltera y disponible... y tú ya prácticamente casi igual."

— ¿Y qué dijo él? – Sacudí a María y ella se rio.




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