Amor sin instrucciones

Capítulo 26. El acuerdo

Capítulo 26. El acuerdo

Cuando ambos se calmaron un poco, Anna dijo:

—Oleksio, de todos modos quiero pedirte disculpas por... eh... haberme caído encima de ti tan... potentemente. No soy una chica ligera, seguro que te di un buen golpe, ¿verdad? ¡Perdón! —sonrió Anna a Oleksio.

—¡Nada de eso, discúlpame tú! ¡Te pisé el dobladillo del vestido! ¡Nunca supe bailar tan rápido! Pero no pasa nada, incluso me resultó agradable —le guiñó un ojo—. Y muchas gracias por rescatarme del ataque de Zoya. Desde que terminamos, me persigue sin descanso, muy insistente y bastante agresiva. Ahora mismo se me colgó como una lapa. ¿Crees que bailé con ella por gusto? —puso una mueca—. Se me aferró como una garrapata y me arrastró a la pista.

—Oh, ¿entonces organicé un pequeño escándalo en el momento justo? —preguntó Anna, aliviada. Pensaba que Oleksio aún sentía algo por Zoya y por eso había bailado con ella.

—¡Exacto! Lo del beso fue una buena idea. Verás, ocurrió que Zoya y yo salimos juntos un tiempo. Nos conocemos desde hace años. Fuimos al mismo colegio, jugábamos juntos en el jardín de infancia, y luego nuestros caminos se separaron. Pero nuestros padres siempre quisieron que estuviéramos juntos, y de forma bastante sutil empezaron a emparejarnos. Zoya es hija de un profesor que colabora estrechamente con mi madre.

—¿Y a qué se dedica tu madre? —preguntó Anna con curiosidad—. Oí que tu abuela, es decir, Nora, mencionó unos trabajos científicos.

—Oh, mamá es lingüista en un instituto de investigación, estudia nombres mitológicos en distintas tradiciones culturales. No entiendo mucho de sus estudios, la verdad. Hace tiempo que vivo aparte de mis padres. Yo soy programador, como viste en mi casa con todos esos ordenadores. Al principio trabajé como empleado principal en una empresa conocida, pero luego... ejem... renuncié, digamos que por voluntad propia... Es una larga historia, quizás algún día te la cuente —Oleksio se ensombreció por un instante—. Ahora soy freelance. ¿Y tú a qué te dedicas? Bueno, aparte de limpiar, claro. ¿Qué te gusta hacer?

Y empezaron a hablar, contándose un poco sobre sí mismos. Por fin se conocían como gente normal. A Anna le resultaba interesante escuchar a Oleksio, que le contaba cómo una vez había creado su propio videojuego, porque a ella también le gustaban los juegos y pasar niveles.

—Algún día jugaremos juntos al mío —le prometió Oleksio. Y entonces Anna comprendió que había llegado el momento de averiguar más sobre aquel lío en el que se había metido.

—Verás... Quería preguntarte —empezó con voz segura—. Ya termina la velada, y espero haber trabajado bien todo el dinero que me pagaste por fingir ser tu prometida. Pero como se dio esa extraña situación, y me eligieron como tu pareja tan inesperadamente, y además Nora dio a todos los candidatos a su herencia una tarea tan complicada... ¿qué se supone que debo hacer ahora exactamente?

—Oh, sí —suspiró Oleksio—, ¡qué bien que mencionas eso! Yo tampoco sabía cómo sacarlo. Quería preguntarte si aceptarías, durante esta semana en la que estará en la ciudad ese representante de la gran empresa, acompañarme como mi pareja. Es decir... —se detuvo, buscando las palabras al ver la expresión sorprendida de Anna, y aclaró— quiero decir, que seas mi compañera para investigar todo lo que Nora dejó escrito en las instrucciones. ¿Te resultaría muy difícil fingir ser mi prometida, solo por este breve tiempo, para evitar preguntas innecesarias mientras dure esta pequeña investigación de Nora? —la miró interrogante.

Anna se sintió un poco incómoda, pero no lo mostró y enseguida abordó la parte material del asunto. Pensó unos segundos cómo formular sus condiciones, pero Oleksio se le adelantó:

—Por supuesto, no te preocupes, te pagaré por tus servicios de prometida ficticia. Como hoy, por tres horas, cobraste treinta mil, por una semana... ¡uf! Eso sería muchísimo —movió la cabeza con una sonrisa—. ¿O tal vez me haces un descuento? —rió.

—¿Y cuánto estás dispuesto a pagarme? —preguntó Anna—. Entiendo que la cantidad sería irreal. Si hoy por tres horas me diste treinta mil, ¡por un día sale una barbaridad! Es una suma cósmica para mí, ni hablar de una semana.

—Oh, no, tanto dinero no tengo —negó Oleksio—. Bueno, si te niegas, tendré que arreglármelas solo. No sé cómo saldré de esto, porque Nora cree que somos pareja —se quedó pensativo—. Pero aunque no consiga la herencia, quiero asegurar un buen contrato para la empresa, aunque luego no me la quede. Después de todo, es la herencia de mi abuela Nora, y la quiero mucho.

En ese momento, en la pista de baile, donde la música acababa de cesar, se oyó la risa fuerte de Nora.

Y Anna, de pronto, decidió que ayudaría a Oleksio sin dinero de por medio. Le gustaba aquella familia; Nora realmente era genial, y Oleksio no resultó ser el tipo aburrido y desagradable que había imaginado.

—¿Sabes? Creo que toda esta trama huele a una gran aventura. Así llamo yo a los acontecimientos interesantes en la vida. Y hace mucho que no tengo ninguno... bueno, en realidad, nunca tuve ninguno, salvo problemas —asintió decidida—. ¡Voy contigo! Te ayudaré en lo que pueda, esto me parece tan emocionante, como en las películas de aventuras o de misterio.

Oleksio la miró sorprendido, con un brillo alegre en los ojos.

—¡Oh, eso es genial! Pero igual te pagaré algo por tu ayuda, y no acepto un no por respuesta. Solo hay que empezar, y luego veremos. Espero que nos llevemos bien, y que seamos un buen equipo. ¿Entonces, trato hecho?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.