Amor Virtual

Secretos

Mire mi rostro en aquel espejo tomando las tijeras, no estaba dispuesta a casarme con aquel hombre, cerré mis ojos tomando mi largo cabello, colocando las tijeras corte la trenza de un solo tajo.

—¿Qué demonios estas haciendo? ¿acaso estas loca? —mi madre arrebato las tijeras de mis manos horrorizada

—¿madre que ocurre? —mi hermano se detuvo en seco al verme con el cabello hasta debajo de las mejillas

—¿Por qué tantos gritos? ¿Qué ocurre con ustedes? ¿acaso están locos? —mi padre aventó la puerta molesto sosteniendo el pomo con la boca abierta

—Es oficial esta chica se ha vuelto loca

—Madre …

—Cállate, estas loca, ¿Qué sigue? ¿Me dirás que quieres irte de monja como tu hermanastra?

—Mamá, basta —hablo mi hermano señalándola

—¿Qué? ¿acaso estoy mal en querer protegerla de si misma?

Mis manos comenzaron a temblar de repente, mientras mi boca parecía también estar temblando, era incapaz de decir algo, mi padre parecía aun estar procesando todo esto, con la mano fuertemente aferrada sin querer dejar ir el pomo de la puerta.

Tomé la guitarra en mi habitación, mi hermanastra  era la única que la toco por mucho tiempo, comencé a cantar aquella vieja canción sobre dragones que solía cantar “for the darkness has passed and the legendyet grows”, la mano de mi madre arremetió contra mis mejillas, el sudor bajaba por su frente ¿estaba enojada?

—Cállate, estas igual de loca que tu hermanastra —rugió furiosa, sus ojos desorbitados me generaban escozor

—Madre, mi hermana no estaba loca —respondí tocando mi mejilla

Las manos de mi padre tomaron aquella vieja guitarra, estrellándola contra la pared, los pequeños adornos de atrapasueños, plumas, piedras y cuarzos fueron tomados por sus manos temblorosas, los libros de herbolaria igual, mi padre también estaba molesto.

—Padre …—tome sus mangas tratando de detenerle

—Basta…—levanto su mano mirándome furioso —¿quieres ser encerrada? —pregunto con furia en sus ojos

—Padre, madre, por favor deténganse ambos, colin no tiene la culpa

—¿Qué no tiene la culpa? —las palabras de mi madre parecían afectar a mi padre

—¿dices que mi hija tuvo la culpa de que la tuya estuviera loca desde el principio?

—Mi hija nunca fue así

Mi padre era mexicano, mi segundo padre Irlandés, mi madre tenia debilidad por los extranjeros, mi sangre y la de mi hermano era la misma pero ambos apreciábamos nuestra sangre de forma diferente, desde niña siempre me gustaron las cosas místicas y los canticos celtas, mientras que mi hermano prefería mantenerse alejado de ello, nuestra hermanastra  decía ser Wicca, amaba la naturaleza, bailaba en la lluvia y también con la luna, curaba runas con la luz de la luna y agua, nos unía un gusto extraño por la cultura celta y vikinga, mi hermanastra enloqueció cuando tenía 14 años y murió al cumplir los 15.

—Yo, no me casaré con Aiden —Sali corriendo rápidamente, tomando las llaves de la moto de mi hermano y su casco

Maneje rápidamente por aquel camino hacia la montaña, en donde mi hermanastra y yo solíamos ir por las tardes, era escabroso y de difícil acceso, lo sabia bien aun así no me importaba, la lluvia golpeo sin piedad el casco, haciendo que perdiera la visión del camino, cerré mis ojos por solo un momento, eso fue suficiente para dejar a la mala suerte actuar a voluntad, la moto derrapo haciéndome volar estrellándome contra el pavimento, podía sentir un dolor agudo punzándome la cabeza, era como si todo lo que me aquejaba no tuviese más sentido.

—Mira colin, ¿ves esta planta? La puedes usar para curar el dolor de barriga

—¿es verdad?

—¿te mentiría?

—Siempre lo haces

Mi respiración lentamente fue menguando, hacia mucho que no recordaba a mi hermanastra, continúe recordando aquellas cosas, ¿estaba muriendo?, mis ojos se vieron empañados de rojo, toque mi frente la sangre corría por mis manos, me gire mirando hacia arriba, sintiendo como la lluvia caía suavemente, clavándose en mi piel tan fría como millones de agujas.

—¿estas loca? ¿piensas que irte con ese chico te hará feliz?

—lo seré, seré feliz más feliz que tu y mamá —mi padrastro la golpeo con fuerza ese día.

Mi hermanastra estaba enamorada de un chico que conoció durante unas vacaciones en la playa, pero nunca se lo conto a nadie, mientras su amor se hacia mas grande, la locura se iba apoderando de ella, los lazos que habían creado durante esos años parecían ser indestructibles, al menos eso era lo que ella decía.

—¿Qué haces con esas maletas?

—me voy, ustedes no comprenden nuestro amor

—¿amor? ¿Qué sabría una chiquilla insensata como tu sobre el amor?

Aquella tarde de invierno nuestra querida Ann salió por la puerta, con un corazón lleno de esperanzas, mi hermano no pudo detenerla a pesar de llevarla al aeropuerto ella se negó a escucharlo, estaba embriagada de amor o al menos de aquello que ella pensaba era amor.




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