Amor y guerra

Capitulo 8. Confusión

“Todo lo que se hace por amor, va más allá del bien y del mal”

Frederich Nietszche-Filósofo

Capitulo 8.

Confusión

 

 (Escrito por: Sunny Black)

 

Mientras el conflicto de un asesinato seguía en investigación en la delegación del pequeño poblado, Aarón Marlof, iba en su automóvil, meditaba el extraño caso de un homicidio a quemarropa en un condado donde rara vez se reportaba algún hecho delictivo.

La noche anterior había tomado rumbo de la carretera interestatal para presentarse al lugar de los hechos, vivía en la ciudad y había conducido por muchas horas seguidas. Según los reportes que había recibido, el suceso había tomado lugar en un parque de diversiones en la misma localidad. Los mismos oficiales del departamento de policía, aún tomaban las evidencias correspondientes para intentar descifrar el caso. Aarón tenía ya varios años en el departamento de criminología, como detective y agente policial de servicios especiales. Para él era habitual no dormir hasta encontrar las pruebas irrefutables que conducían a cualquier criminal a ser llevado ante la justicia. Sin embargo, pocos sabían que desde niño había sido un pequeño “raro” podía tener sueños donde veía situaciones que no tenía idea de porque era testigo. Muchas veces él lo atribuyó a algo simplemente psicológico, hasta que descubrió de adulto que era una capacidad, o una habilidad que poseía.

Acababa de cumplir los treinta y por pertenecer a servicios especiales era necesario mantenerse en constante entrenamiento y estudios, desde hacía mucho que no tenía el deseo de conocer a una chica ya que su trabajo le impedía mucho, también influía esas capacidades que él llamaba sobrenaturales.

Desde hacía tres noches soñaba con un pequeño niño rubio, quien veía andar de la mano de una muchacha alta, delgada de ojos grandes y largas pestañas con quien recorrían un parque de diversiones. Esas “visiones” lo mantenían al filo a veces de la locura y otras veces muy al pendiente de cumplir con su trabajo, lo cual intervenía grandemente a querer estar solo. Hacía dos años que su padre había fallecido, murió honoríficamente al ser era veterano de guerra, uno de esos hombres que reciben grandes ceremonias el día de su funeral por su servicio incomparable a su amada patria. Ambos siempre mantuvieron gran cercanía y amistad. Aún en sus últimos meses de vida, nunca dejó de hablarle de su gran amigo Norman Miller, con quien habían pasado muchas aventuras y grandes experiencias al servirle con amor y honor a su nación en tiempos de su juventud.

Nunca logró conocerle en persona, pero sí sabía cómo lucía por fotografías y también sabía dónde vivía por reconocer la dirección del remitente al leer las cartas que solía enviarle a su padre.

Para su padre, Jordán Marlof, Norman era como un hermano para él. Un año antes de su deceso, Aarón supo que ya no tenían tanta cercanía como antes, ya que su gran amigo sufría de una enfermedad terrible lo que le dificultaba escribir legiblemente, y además había perdido a su amada esposa.

Estacionó su auto Volkswagen Passat oscuro. Antes de entrar a la delegación de policía, telefoneó a su amigo de compañía de investigación Avén Corel, quien se había tenido que quedar en la ciudad atendiendo otros asuntos.

—Estoy llegando al lugar, te explicaré como surgirá todo en cuanto pueda, discúlpame por no haberte podido devolver la llamada antes. Ya tengo lo que me pediste.

—Descuida, sé que te tomas muy enserio tu trabajo, aunque te he dicho que es insano, de igual manera cuídate, en cuanto puedas me lo especificas con una fotografía.

—De acuerdo, Corel, hasta luego.

De una ingresó al departamento de oficiales, a la entrada se encontró con un alguacil de turno, después de mostrarle su identificación le llevó al encargado de investigación del condado. Sus ojos verdes azulados se quedaron fijos en un tipo alto con un gran bigote, que se puso de pie al verlo entrar con el alguacil.

—Buenos días, oficial.

Ambos se estrecharon de brazos al estar uno frente al otro.

—Sí, esperamos su visita desde hace horas, usted es Máximus Marlof, ¿no es así?

Aarón sonrió al oír su segundo nombre.

—Sí, así es. Sé que me han delegado la investigación de este caso, por ser algo de jurisdicción mayor.

—Sí agente, no es usual ver esto por acá, hemos estado investigando, pero no hemos hallado algún indicio que corrobore la identidad el atacante, acompáñeme le mostraré con lo que contamos.

Los dos en compañía de otros oficiales se quedaron una habitación cerrada analizando pruebas, escuchando las grabaciones de los testigos y rebobinando una y otra vez las cintas de las cámaras de seguridad.

Para Aarón, el crimen no tenía sentido. Ninguna prueba evidenciaba algún problema directo con el causante. Sin embargo, antes de salir de sala e ir con dos oficiales a buscar a los padres de la víctima y tomar declaración jurada, Aarón escuchó la voz de un niño susurrarle algo.

“No fue su intención”

Mientras todos salían de la habitación, él se quedó observando la cinta que se rebobinó por sí sola una vez más.

Allí dentro del tumulto de personas contentas, y aglomeradas por las atracciones de un parque antiguo, pudo divisar en una esquina del video la silueta de un hombre sostener un arma de un calibre no tan amplio, parecía la que usaría alguien para su uso personal de esas que se deben tener con un permiso, detuvo la  grabación un momento para analizar el arma pero, lo que le robó el aliento fue reconocer al tipo que la sostenía, por una milésima de segundo pudo ver claramente al hombre que había disparado, al igual que a dos payasos que estaban al lado del niño asesinado.

**************

En el bar, Maderin estaba en el esplendor de toda su furia al observar al tipo que le había arrebatado la vida de su pequeño y único hermano.




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