Ella: Mamá preparó la cena ese día, fue algo raro ya que ella no es tan amorosa como para hacer esas cosas; mi abuela también se sorprendió, mi padre llegó a los 10 min, de servir y mi hermano estaba tocando el piano, practicando para su audición. Entonces mientras esperaba salí a comprar unas cosas, aún estaba en pijama e intenté que nadie me viera, pero para mi mala suerte alguien lo hizo, era Mika, un amigo de la infancia... Dios, me avergoncé demasiado y sólo di una sonrisa nerviosa, volví lo más rápido a casa y me encerré en mi cuarto, prendí el teléfono e inmediatamente se lo dije a Pietro...—Un amigo que conocí por internet—Dios, es tan genial y divertido, terminando de almorzar haremos una videollamada.
Pietro: Hoy fue mi último día en ese trabajo,—podría decirse que uno de los peores que jamás tuve.—Siempre me trataron mal y a mí, sólo me quedó aguantar pero hoy, hoy fue asombroso... Mi jefa llegó temprano—y me pagó,— grave, grave error porque ni bien lo hizo, entré a los vestidores y me cambié para irme, el supervisor junto con otro amigo, intentaron molestarme y evitar que me fuera, pero no podían, me impuse y no me importó para nada, intentaron llamar a su jefa para decirle, pero ¿y qué?, ya no trabajaba ahí les dije, me fuí con una sonrisa de oreja a oreja, era una hermosa tarde de verano, tenía dinero, tiempo y sobretodo a ella, Claudia, le escribí y sabía que me respondería después de su almuerzo familiar, fue raro, su madre nunca fue tan amorosa.
Cuando los días más extraños y felices se mezclan, pueden romper todo tipo de barreras, es un sentimiento en conjunto que llena tu ser con pensamientos positivos, ese día Pietro y Claudia compartieron su felicidad detrás de una pantalla, riendo, conversando de muchas cosas y sobretodo soñando en el día que lo harían personalmente.