Andreas: Entre el amor y el orgullo

El amor es una elección

Marisa estaba sentada en el alféizar de la ventana, observando cómo el sol se elevaba lentamente sobre la ciudad.
Pensaba en el camino que la había llevado hasta allí.
En sus miedos, sus errores, sus dudas.
En el momento en que comprendió, por primera vez, que el amor no era solo un sentimiento.
Era una elección.
Y hoy debía hacer la suya.

*

El timbre de la puerta la hizo estremecerse.
Ya sabía quién era.
Se detuvo un segundo frente a la puerta, respiró hondo y la abrió.

Andreas estaba allí.
Se veía igual que el día en que lo conoció por primera vez: un poco cansado, serio, con la misma chispa en los ojos.
Pero esta vez, había algo más en su mirada.

—No podía esperar más —dijo en voz baja.

Ella asintió, apretando los dedos.

—¿Y?

Él dio un paso más cerca.

—Y no quiero seguir pensando, dudando ni guardando rencor.

Marisa inhaló profundamente, sintiendo su corazón latir con fuerza.

—¿Qué es lo que quieres, Andreas?

Él extendió la mano y rozó su mejilla.

—A ti.

Los ojos de ella se llenaron de lágrimas.

—¿Y si vuelvo a cometer un error?

Él sonrió levemente.

—Entonces lo arreglaremos juntos.

Sintió cómo algo dentro de ella se derretía.
Todos los miedos, las dudas, el dolor… todo desapareció.
Solo quedaban ellos.
Y su elección.

Por primera vez en mucho tiempo, no tenía miedo.
Porque ahora lo sabía con certeza:

El amor no es una garantía.
Es una elección de cada día.

Y hoy lo elegía a él.
Como él la elegía a ella.

*

Cuando sus labios se encontraron, el mundo pareció detenerse.
En ese instante no existía el pasado.
No existían los miedos.
No existían las decisiones equivocadas.

Solo estaba él.
Solo estaba ella.

¿El final?
No.
Esto era solo el comienzo.




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