A 600 kilometros del sitio donde ocultaban a Ángeles, Mauro despertaba del coma farmacológico. Se encontraba sumamente débil y cansado, tanto que incluso mantener los ojos abiertos le costaba horrores. Había salido vivo casi de milagro de complicada intervención, en la cual habían logrado extraer exitosamente la bala alojada en su tórax, que por milímetros no había tocado su corazón o siquiera un vaso vital para su existencia. Al intentar moverse, sintió como si lo atravesarán con un cuchillo incandescente, y entonces La confusión inicial desapareció.
A su mente comenzaron a volver las imágenes de los disparos, de su chica siendo arrastrada al interior de una camioneta, sus gritos, sus frustrados intentos de defensa, la desesperación en su mirada, la sensación de impotencia al verla alejarse y no poder impedir que se la llevaran, La oscuridad apoderándose de todo.
Se arranca la intravenosa de forma brusca y dolorosa, e intenta ponerse de pie. Siente la calidez inconfundible de su sangre brotando por la herida, pero no le importa. Necesita encontrarla y poco le importa si la vida se le va en ello, pero algo frustrados su intento de escape. Las maquinas que lo mantenían monitoreado comienzan a sonar escandalosamente, atrayendo la atención de encargados de su cuidado. El doctor encargado de su caso ingresa por la puerta rápidamente.
–¡Cálmate Mauro!– Ordena mientras intenta mantenerlo sobre la cama utilizando toda su fuerza bruta. –Por favor, no me obligues a sedarte.–
–¿Donde esta Angeles? ¿Que pasó con ella Luca? ¡Dime que está bien!– El hombre respiro profundamente y guardó silencio. Mas allá de La relación profesional, eran amigos. Lo conocía desde hacía demasiado tiempo, sabía cómo reaccionaría, que perdería la cabeza, pero ¿Como disfrazar la verdad si parecía que a Ángeles se la había tragado la tierra? Fue sincero, brutalmente sincero, y dijo una de las peores frases que el convaleciente hubiera querido escuchar
–No lo sabemos...– Mauro aprieta sus puños de forma casi dolorosa intentando controlar la frustración que le invade. Si no fuera por la condición en la que se encuentra el mismo saldría a buscarla, pero se siente inútil y entiende que solo no podrá hacerlo.
–Necesito mí teléfono.– Luca camina hasta el armario busca entre sus pertenencias y se lo entrega, dudando si aquello es una buena idea.
–Mauro hermano, solo una llamada. Tienes que descansar. No podrás hacer nada por ella si tú situación empeorar.– Dice en tono tranquilo entregándole el aparato.
–Te agradezco por todo lo que has echo por mí Luca, pero necesito encontrarla ya. Con cada minuto que se pierde las probabilidades de que este bien, de que aún este con vida, disminuyen.–
–Se cómo funciona Mauro. Créeme que estaría igual si fuera mí chica la secuestrada, pero intentaron matarte. Estamos tomando todas las medidas necesarias para mantenerte a salvo, este piso esta completamente cerrado para el paso de cualquiera que no sea personal autorizado y con este tipo de actitudes haces que nuestros esfuerzos sean inútiles.–
-No necesito de sermones en este momento.–dice molesto.
-¡No eres el único que está preocupando por ella!– Responde molesto ante su actitud casi infantil. –La estan buscando por la vía legal y por la ilegal.–
–¿A qué te refieres?–
–A que no solo la busca la policía y las fuerzas especiales... Máx también dio la orden de buscarla apenas supo que fueron atacados.– Mauro hace silencio por un instante. Aquello no era algo que esperara, no después de todo lo que había pasado entre ambos, no cuando había una implícita amenaza de muerte en el aire.
Flashback:
Nunca pensó que estaría allí, frente al cajón de quien lo había tratado como a su propio hijo después de la trágica muerte de sus padres. Ya no tenía lagrimas para llorarle. Una sensación de vacío, una opresión en el pecho que le impedía respirar, pensar con claridad, inundó por completo su ser. Su mirada estaba perdida. Solo su cuerpo estaba allí, como un cascarón vacío. Actuaba de manera casi automática mientras las personas desfilaban una tras otra para darle las condolencias. Suplicaba por despertar, darse cuenta de que aquello no era mas que una terrible pesadilla. Deseaba con todo su ser abrir los ojos con un llamado del viejo para que desayunaran juntos. Quería hablar de economía y política aunque aquello aveces se tornara aburrido, que le palmeara el hombro como solía hacer cada vez que se marchaba y le dijera.
-Cuidate hijo, eres lo orgullo.-
Angeles sujeto su mano y volvió a la realidad. En su rostro había una genuina sombra de tristeza. Aunque no habían compartido demasiado tiempo juntos, ciertamente le había tomado mucho cariño y él a ella. Su maquillaje estaba ligeramente corrido, era casi imperceptible, pero ella había derramado más de una lagrima, y ahora estaba allí, pretendiendo ser fuerte, tragándose todas las emociones para ser el pilar en el cual pudiera sostenerse.
-Mauro, aquellos señores necesitan hablar contigo a solas...- susurro a su oído de forma discreta. Los miro de reojo. Sabía exactamente lo que querían, simplemente suponía que al manos tendrían la decencia de esperar a que el difunto al fuera sepultado. Camino en dirección a ellos, pero justo cuando iba a enfrentarlos y gritarles unas cuantas verdades, Máximo apareció por la puerta principal. Entonces, toda la rabia desaparecio y solo fue hasta él para abrasarlo y llorar juntos la terrible perdida.
-Hermano... te extrañaba pero no esperaba verte en estas circunstancias...-
–Yo tampoco...– Respondió en tono gélido y despectivo. –Necesito saber que paso. ¿quien es el responsable de esto?–
–No lo se... Nadie se hizo cargo de esto por ahora. Lo único que tengo es claro es que el viejo no se merecía ese final y no voy a descansar hasta saber quien fue, y acabar con él, te lo prometo.–
Luego de reiterados saludos cargados mas de compromiso y falsedad que de compasión, se llevo a cabo el sepulcro y posteriormente fue momento de enfrentar al los buitres. Tecnicamente, no había nada que discutir. Todo lo del anciano le pertenecía a Máximo su único hijo y familiar con vida, pero para la sorpresa de todos, el difunto había dejado expresamente escrita su voluntad antes de morir.
Editado: 11.01.2020