El insistente llamado a La puerta trajo a Colombia a La realidad nuevamente. Era casi medio día. Estaba aturdido, La cabeza le dolía horrores. Sintió un ligero peso sobre su pecho y al bajar La mirada se encontró con Amara durmiendo abrazada a su cuerpo. La expresión de tranquilidad, de pureza e inocencia en su rostro lo que lo hizo sonreír y pensar que aun tenia posibilidades de recuperar a la verdadera Mara. Retiro sus cabellos castaños de su rostro y beso su frente, logrando que ella se removiera un poco entre sus brazos acomodándose mejor, mientras entre balbuceos se quejaba por el ruido y entonces lo noto...
Uno
Dos
Tres
El patrón de golpes era simétrico. Código Morse. Se puso de pie súbitamente y La chica se despertó alerta.
–¿Que te pasa idiota?– Dijo molesta, mientras abría sus ojos con pereza y miraba en todas direcciones aún confusa, llevando su mano a su cabeza con una expresión de dolor.–¿Donde estamos?¿Que hago contigo?–
-¿Donde crees? nunca salimos del bar... te dije que te detuvieras pero insististe en seguir bebiendo hasta que terminaste así...-
–¡Lo lamento padre!– Exclamo sarcástica. Colombia La ignora. Se dirige rápidamente a un armario secreto repleto de armamento y cuando ella lo ve preparándose como para enfrentar una guerra, La resaca se desvanece prácticamente de inmediato, por acción de La adrenalina en su sistema. –¿Que está pasando Santiago?–
–Hay infiltrados muñeca.– Respondió serio. –Escondete.– Le quita el seguro a su arma y se coloca otra en La cintura.
–Eso nunca lindo.– Toma el arma de su cintura y el solo niega con La cabeza, sabiendo que no aceptará objeciones.
–Entonces cuida mí espalda y yo cuido la tuya. Preparate.–Le murmuro en voz baja, Amara solo asintió y apunto directo a La puerta.–¿Que ocurre Pietro?– pregunta fingiendo que recién se a despertado.
–Colombia...–Responden del otro lado de La puerta con La voz temblorosa. –uunnas seeñoritaas esstann busscando a su acompañante...- logro articular aun en estado de shock.
–¿Acompañante?– escuchan decir a una voz femenina casi infantil. –Ella no es acompañante de nadie mal educado.– Mar actúa rápidamente al identificar de quién se trata y con una seña le dice a Colombia que baje el arma mientras abre La puerta, justo a tiempo para evitar que el cerebro del guardia quedé esparcido en el piso.
–¡Detente Vick!– Ordena autoritaria logrando que La chica quite el dedo del gatillo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y La abrazó, ante La mirada atónita de Colombia y del pobre guardia que estaba a Punto de sufrir un colapso. ¿Que carajos pasaba con esa chica? ¿Como pasaba tan rápido y de ser una asesina despiadada a un animalito asustado? –Tranquila, todo está bien. ¿Donde está tú hermana?– Murmuro Amara acariciando sus cabellos con una ternura casi maternal.
–Afuera... Con el resto...– logro decir entre gimoteos.
–¿Puedes decirme que está pasando Rossell?– Preguntó Colombia haciendo uso de su sentido del humor.
–¡Calla idiota! Y más bien apúrate antes de que alguno de tus guardias diga algo que haga que Virgi pierda el control y se desate una masacre.– Recorrieron corriendo el largo pasillo que los separaba de La entrada, y antes de atravesar La puerta, un disparo dio junto a La cabeza de Santiago, haciéndolo retroceder. Una hermosa chica con un rostro exactamente igual a Vick estaba en cuclillas junto a uno de sus guardias, el cual estaba bastante golpeado. Lo miraba de forma sádica, mientras apuntaba a La puerta.
–¡¿Que haces maldita loca?!–Exclamo Santiago, pero fue ignorado porque La chica tuvo La misma reacción que su hermana y solo abrazo a Amara.
–¿Que hacen aquí?– Preguntó Amara.
–Desapareciste ¿que esperabas? ¿Que te esperamos entonces casa? Estábamos preocupadas, pensamos que te había pasado algo, que te habían hecho daño... que estabas...– no pudo terminar La frase porque rompió en llanto.
–Mala mia, debería haberles enviado un mensaje al menos.– Reflexiona. –Pero bueno no lloren... ya que estan aquí, voy a presentarles a alguien... El es Santiago Santana, alias Colombia y a partir de ahora vamos a vivir con el.- Soltó sin anestesia.
–¿Que?– soltaron los tres al unisono. –¿Como que vamos a vivir juntos?–
-Si.– Dijo Mar dirigiéndose a Colombia. –Victoria y Virginia, mis hermanas, mí familia. Y ya que tengo que vivir contigo, ellas también vienen. Nunca nos separamos...–
–Esto no era parte del trato... Si cuidar que no te metas en problemas es todo un desafío, ¿como se supone que voy a cuidar de otras dos que están tan o más dementes que vos?– Comenzó a caminar de un lado al otro, maldiciendo a Leo.
–Mira el lado positivo lindo, y no seas tan llorica... Si vamos a comenzar una guerra necesitamos soldados, y estarás mas a salvo teniendolas cerca zapatos que lo que estas teniendo a esos peleles de guardaespaldas.– La expresión en el rostro de Colombia se volvió seria. –Ese casi se hace en los pantalones, y estos cinco cayeron como idiotas ante dos pares de piernas...– No podía argumentar nada contra su lógica. Sus hombres de confianza lo habían hecho quedar como un idiota. Ya lo arreglaría con ellos en su momento, ahora, tenía que pensar que haría con tres asesinas a sueldo con el temperamento de un rinoceronte. Respiro profundo, y sin mas opciones Soltó.
–Vamos a casa.–
–Espera, tenemos que ir por nuestras cosas antes...–
–Puede ncomprar maquillaje y ropa nueva más tarde Mara, es mejor que dejen todo lo que las pueda incriminar atrás. Más tarde mandaré gente a deshacerse de todo...–
–No estoy hablando de ropa lindo– Se llevo la mano a la cabeza. En que quilombo tan grande lo había método Leo. Le debería un favor muy grande después de esto. Tomo su teléfono y llamo a su mano derecha, rogando que este le contestara.
–Lucas hermano, necesito que prepares tres camionetas blindadas, las más discretas que tengamos. Tienen que mezclarse con el tránsito sin levantar ningún tipo de sospechas porque tenemos que mover algunas cosas.–
Editado: 11.01.2020