Ángeles y Demonios

Una brecha rota

 

Akira

 

He sido llamada a una misión. Aún estoy esperando a que llegue Michael. Él me dirá que es eso tan importante y confidencial, de lo cual no puedo hablar. No compreno porque me llaman a mi. Aún soy un ángel muy joven. Me crearon hace diez mil años apenas. 
 

Existen demasiados ángeles mucho más mayores y más experimentados para una misión de este grado. ¿Qué ocurrirá si lo arruino? Normalmente peleó con los atormentados. Pero esto, esto es muy raro. 
 

— Akira, mírame. 

 

— ¿Michael? 
 

— Ya tengo las órdenes.  
 

— Solo tengo una pregunta. 
 

— Te escucho

 

— ¿Por qué yo? 

 

— No debes poner en dudas las elecciones de nuestro creador.

 

— Perdóname, no quise hacerlo. 
 

— Se qué no. Como también sé que tienes curiosidad. 
 

— Lo siento. 
 

— Quita toda duda y curiosidad de tu corazón, ó fallarás. Hasta Los ángeles tenemos limitaciones. 
 

— Lo sé y así lo haré. 
 

— Un demonio muy poderoso ha escapado. Este no es como los otros. Este es demasiado peligroso. No más que Luzbel, pero puede llegar hacerlo. 

 

— ¿Qué necesitas de mi? 

 

— Te enviaré a la tierra para que lo entierres de vuelta en el infierno. 

 

— Comprendo. 
 

 

— Escucha muy bien lo que te diré. No lo escuches. 

 

— No 

 

— Y más importante que todo, no puedes hablar con él. 

 

— Entiendo

 

— Solo ataca directo a su pecho vacío, y envialo de vuelta. No puede caminar en la tierra libremente. Solo traerá destrucción a la humanidad. 
 

 

— Así lo haré. 

 

— Entonces ve, ya no hay tiempo que perder. 
 

 

— Cumpliré las órdenes al pie. 
 

 

— Akira

 

 

— ¿Si? 
 

 

— Recuérdalo, no hables, y no lo escuches. Es una orden. 
 

 

Hago una reverencia para dejarle saber que he entendido muy bien mis órdenes. Por supuesto que no hablaré ni escucharé. Solo es un demonio que intentará engañarme. 
 


***

 


Antes de abandonar el cielo, veo muchos ángeles mayores observarme con preocupación. Debe ser un demonio terrible. Incluso en los cielos se puede ver el ambiente tenso. Siempre me he preguntando que han visto esos ojos. Esos ojos de los ángeles que existen desde el comienzo. Sobre todo los de Michael. Es uno de los primeros.


 

Agito mis alas y hago un descenso rápido y preciso. Como dijo Michael, no hay tiempo que perder. Solo debo encontrar a ese demonio y enviarlo de vuelta al infierno. 


 

Cuando llegó a la tierra, puedo darme cuenta que el caos es mayor de lo que se refleja. Personas sin techo y alimento abundan en las calles. Las creaciones han sido lastimadas por el hombre. Aunque nadie puede verme, un cachorro puede ver más allá. Es por eso que viene uno acercándose y moviendo su hermosa cola. Akira, sin distracción. Busca a ese demonio y elimínalo. 

 

Poco a poco voy sintiendo el olor del azufre. Una característica típica de cualquier ser infernal. Así que solo sigo mis instintos. Solo recorro unas cuantas calles, hasta que llegó a una iglesia abandonada. 

 

No puedo creer que los humanos sigan haciendo esto. Adoran a un falso Dios. No me extraña que los demonios visiten este lugar. Es el lugar ideal para el engaño y la profanación. 


 

Entro a la iglesia abandonada, allí se oculta él. El olor cada vez es más fuerte. Definitivamente aquí está ese demonio. 
 

 

Veo una silueta sentada en uno de los bancos principales. Y por supuesto que no me cabe duda de que es él. Puedo identificar un demonio donde sea. No solo por su olor. Este tiene unas alas reducidas a pedazos. Parecen alas de gárgolas. Otra característica de muchos de ellos. 
 

 

— ¿Por qué estás aquí hermoso ángel? ¿Quién eres y porqué me buscas? Si sabes que ya no hay redención para mi. 
 

 

— No he venido a liberarte, sino a enviarte de vuelta. 


 

— ¡Oh! ¿Enserio? 
 

 

Su risa infernal se escucha por doquier. Pero eso no es lo que me preocupa. He roto mi promesa. Sin siquiera pensarlo, he hablado con el demonio. 
 

 


 


 

 


 

 

 

 

 

 

 

 




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