Ante los ojos de los dioses

Capítulo 10

— ¡EFESTO! —gritaron todos en cuanto alcanzaron a divisar la casa. Prácticamente de inmediato una luz se encendió en la vivienda del hombre acostumbrado a los casos de emergencia cuando todavía ejercía como médico, pero nada lo preparó para encontrarse con tres mujeres sumamente pálidas y agitadas, a dos niños con lágrimas en la cara, y a Ares, el hombre que conocía antes de que incluso naciera con Adrienna inconsciente entre sus brazos. Solo le bastó echar un vistazo a la mujer para entender lo que pasaba y maldecir como todo un marino para después indicarles con rapidez que entraran.

—Ponla sobre la cama, Ares. Heracleo, ve por Carponio. Melody, mi maletín. Adara, calienta agua y trae paños secos. ¿Qué fue lo que ocurrió esta vez? —pronunció Efesto una vez que dio las respectivas indicaciones y se dispuso a atender a la pequeña ninfa.

—Los dos estábamos en un acantilado cuando ella cayó, la sujete del brazo derecho para salvarla y volverla a subir —respondió rápidamente Ares luego de colocar con cuidado a la chica en la cama, recordando que eso ultimo era lo que había alarmado a su abuela.

Efesto siseó al escuchar eso y con movimientos certeros le quitó el suéter a Adrienna, viendo el estado que había adquirido su hombro y la parte derecha de su cuerpo, teniendo una idea de la forma y el color que tendrían su espalda y torso debajo de la ropa. Casi al mismo tiempo llegaron sus recados. Adara apareció con los paños y el agua, Melody le pasó su maletín y Carponio irrumpió por la puerta seguido de cerca por Heracleo.

—Rayos, ¿quién le tocó el brazo a esta niña? —gruño Carponio en cuanto vio el cuerpo de Adrienna tendido en la cama con creciente fiebre.

—El dios de la guerra —acusó Harmony con las lágrimas inundando sus ojos mientras veía a Ares, echándole la culpa sin discreción pues estaba segura de que no habían gritado por nada. Ares se tensó como si lo hubieran golpeado y regresó la mirada hacia Adrienna.

—Esto hubiera pasado de todas formas tarde o temprano —rebatió Efesto con el ceño fruncido, soltando un suspiro tratando de recuperar el control sobre sí mismo y la situación—. Harmony, ayúdame aquí. Ares, espera afuera.

— ¿Por qué? —rezongo de inmediato el hombre.

—Porque le vamos a quitar la ropa a Adrienna y en tu estado no vas a hacer tampoco mucho allí parado —respondió de inmediato Efesto sin voltear a verlo. Ares sintió como su abuela con una suave caricia lo sacaba del cuarto y cerraba la puerta.

Ares apretó los puños y le asestó un golpe a la pared antes de salir como león enjaulado por la puerta de la casa. Dejando dentro a Heracleo, Melody y Aleyda con el corazón en vilo por el estado de la escritora…

-.-.-.-.-.-.-.

—Aleluya —musitó Carponio en cuanto amaneció y pudo dejarse caer en la sala de la casa de Efesto al finalmente haber podido resolver la situación con Adrienna.

—Eso debería decirlo yo —dijo Efesto suspirando pesadamente, encorvado sobre un sillón mientras recordaba todo lo que había tenido que vivir buena parte de la madrugada y algunas horas de la mañana. Antes de poder hacer cualquier movimiento tuvieron que reducir la inflamación en el cuerpo de Adrienna con una infusión caliente aplicada directamente sobre la piel, luego de eso comenzó el verdadero martirio, reacomodar los huesos del cuerpo de la mujer.

Adrienna gritó como si la estuvieran matando y el dolor estaba seguro de que fue muy similar, a pesar de que Harmony intentó resistir el ver a su prima gritar y sufrir, la situación pudo más con ella por lo que abandonó el cuarto velozmente y se dejó caer contra una pared sollozando. Melody, Heracleo y Aleyda quienes pálidos y llorando habían tenido que soportar largo tiempo escuchando esos alaridos de dolor se sentaron junto a Harmony y así permanecieron hasta la mañana, tratando de consolarse entre ellos.

Adara fue la única que aguantó con voluntad férrea junto a los hombres al ya haber vivido eso antes, pero cuando tuvieron que reabrir la vieja cicatriz de Adrienna para tratar de forma correcta la zona de las costillas, las circunstancias la vencieron y salió del cuarto buscando hacer el desayuno para que todos recuperaran las fuerzas, pero el claro temblor en su cuerpo le puso las cosas un poco más difíciles que de costumbre.

Efesto y Carponio al final, exhaustos luego de haber curado a Adrienna y haber puesto todo con esfuerzo de nuevo en su lugar, salieron fatigados de la habitación luego de aplicarle una buena dosis de morfina a la mujer para que pudiera descansar algunas horas a pesar que luego de tan grande dolor vivido, se le dificultara ello a pesar del medicamento empleado.

— ¿Cómo está ella? —preguntó angustiada Harmony acercándose dudosa a los hombres quienes levantaron la cabeza al escucharla y pudieron ver como todos los demás lucían desvelados y preocupados por la mujer, incluso Ares había entrado a la casa luego de haber estado todas esas horas frente a la morada sin poder soportar los gritos de Adrienna, intentando retener los impulsos que sentía de irrumpir en el cuarto y hacer algo por sí mismo.



#36828 en Novela romántica
#9559 en Joven Adulto

En el texto hay: viajes, amor, dolor

Editado: 09.04.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.