—Oh, Dios míooo, ¡Adrienna! —exclamó la pelirroja en cuanto llegó al cuarto y vio a la chica en la cama. Rápidamente corrió hasta ella, atinando a frenar antes de abrazarla en cuanto miró su brazo. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y Adrienna sonrió enternecida—. ¿Estás bien? —musitó temblorosa.
—Sí, tranquila —respondió la escritora sintiendo como Laila acariciaba su cabello con cuidado.
— ¿Pero qué rayos te pasó? —preguntó Gabriel en cuanto vio a la chica acercándose con rapidez y frunciendo la boca al ver su brazo.
—Una imagen vale más que mil palabras ¿no? —rebatió la mujer con una sonrisa vaga y mirada cansada.
—Oh, Dios —Se volvió a lamentar Laila arrodillándose junto a ella y comenzando a llorar. Gabriel tenía el ceño fruncido con una rodilla apoyada en el piso mientras veía el estado de su amiga.
— ¿Qué haces aquí? —suspiró Adrienna luego de con esfuerzo apoyar su mano izquierda sobre la cabeza de Laila intentando consolarla, recibiendo varios reproches por su acción.
— ¡No te deberías mover! —exclamó Ares enojado. Una mirada floja por parte de Adrienna fue suficiente para que guardara silencio.
—Yo la llamé —dijo Gabriel. Ares clavó su mirada filosa en él—. Llevaba dos días sin ningún rastro tuyo, digamos que me deje llevar y pues…
—Hija de... —murmuró Adrienna viendo con exasperación a Laila quien ya había dejado de llorar y ahora la veía con una sonrisa nerviosa.
—Ella era la única que me podía decir dónde estabas con exactitud y pues, creo que más bien me tardé —dijo Gabriel con seriedad levantándose y cruzando sus brazos. Vio con frialdad a Ares mientras el oji gris le regresaba la mirada, casi se podían ver los rayos que salían de un lado a otro.
—Oh vaya —pronunció Adara en cuanto entró al cuarto llevando una bandeja con la sopa para Adrienna y vio a los nuevos invitados.
Gabriel al ver a la señora Vranjes por reflejo se acercó a Adrienna provocando que Ares afilara más su mirada sobre él y Harmony riera con levedad. Laila volteó y sonrió al ver a la rubia—. Señora Adara, ¿cómo está usted? —preguntó levantándose y caminando hacia la mujer.
—Laila, ay, estás muy bonita, ¿cómo has estado, linda? —dijo Adara con una sonrisa en cuanto vio a la mujer. Dejó a un lado la bandeja y abrió los brazos para abrazar a la pelirroja—. ¿Qué te trae por aquí? —preguntó en cuanto se separaron.
—Es que Gabriel estaba preocupado porque no había sabido nada de Adrienna y me pidió ayuda para encontrarla —explicó con una sonrisa esperando que eso ayudara al hombre a aligerar su reputación con la mujer.
Adara clavó una mirada que irradiaba frialdad en Gabriel y este sintió un escalofrío recorrer su cuerpo—. Mmm.
» Te vas a quedar para mí cumpleaños ¿verdad, linda? —inquirió Adara con una mirada dulce cuando regresó su vista a la pelirroja.
—Claro que sí, señora Adara. No me iré de aquí hasta que pase la fecha —respondió con una sonrisa nerviosa Laila sintiendo una gota de sudor bajar por su nuca luego de la mirada que le mandó la rubia a Gabriel.
—Espléndido. Mira cariño, te traje una sopa, ¿cómo te sientes? —preguntó ahora a Adrienna mientras se acercaba a la susodicha con la comida en las manos.
—Normal ¿Me puedo bañar antes, abuela? —inquirió luego de recibir un beso en la frente de la rubia.
—Yo te ayudo, Adrienna —exclamó emocionada Laila.
Adrienna dirigió su vista hacia ella y… se puso pálida—. Eh… ¿Harmony me ayudarías tú? —preguntó con una sonrisa nerviosa a la adolescente quien la vio sorprendida, Laila hizo un puchero por el desplante y cruzó sus brazos.
—Me gustaría, Adrienna, pero tengo que ir al centro a comprar unas cosas —Se disculpó la peli azul.
Adrienna comenzó a sudar internamente y giró sus ojos a Gabriel, pero antes de poder hablar—. Oh vamos, Adrienna, no es como si te fuera a hacer daño —refunfuño Laila al ver que la escritora estaba “desesperada”.
—Tal vez, pero tú tienes por costumbre inventar demasiado con mi persona y en mi estado no quiero saber que me podrías hacer —rebatió con recelo Adrienna provocando que más de uno abriera los ojos estupefactos por sus palabras.