Ante los ojos de los dioses

Capítulo 14

— ¡Adrienna! —rugió Laila en cuanto la vio como había imaginado que pasaría, para su mala suerte, pensó resignada la aludida.

» ¡¿Me puedes explicar qué estás haciendo?! —exclamó la pelirroja acercándose con rapidez a donde la escritora estaba de pie.

Se suponía que nadie iba a llegar hasta dentro de media hora, pero como de costumbre Laila siempre lograba sorprenderla, suspiró, comenzaba a cansarse de que para ir a cualquier sitio alguien la tuviera que cargar (aunque no se quejaba de cuando este era Ares). Estaba cansada de que fuera más sueño que persona por culpa de sus pastillas, de que no pudiera reír con fuerza o hacer algo con energía porque casi de inmediato le dolía todo el cuerpo o en el peor de los casos, comenzaba a sangrar.

Simplemente quería seguir adelante y el primer paso en el sentido más literal de la frase, era intentar caminar. Se había sentido tan bien consigo misma cuando logró mantenerse en pie y un gran alivio recorrió su alma ante los primeros dos pasos, aunque claro, esto era en sentido figurado porque su cuerpo no ayudaba para nada, es más, casi podía escuchar como la recriminaba igual que como estaba a punto de hacer Laila en esos momentos.

—No te podemos descuidar ni un segundo porque entonces te pones a caminar —refunfuño Laila mientras se quedaba a un lado de ella sin tocarla porque sabía que no faltaba mucho para que su amiga explotara, cosa que acertó.

— ¡¿Y qué pretendes que haga sino?! —reclamó frustrada Adrienna sintiéndose imponente cuando las ganas de llorar la dominaron—. Laila, por Dios, ya no quiero dormir cada cinco segundos, ni estar todo el día postrada en una cama en un estado casi vegetal. Solamente quiero volver a hacer todo lo que hacía antes de haber recaído, ¿tan difícil es entenderlo? —Se desahogo con su mejor amiga mientras se limpiaba enojada las lágrimas que salían de sus ojos. Laila suspiró resignada y apesadumbrada al verla.

—Claro que no, pero es que… Tampoco es fácil verte así. Siento que, si me descuido, como acaba de pasar, algo malo te pueda ocurrir. Supongo que… todos tenemos miedo de perderte —explicó sintiéndose hasta cierto punto desesperada.

» Adrienna, eres mi hermana y te quiero muchísimo, tanto que estoy segura que no lo alcanzas a entender por completo, ¿qué harías tú si la situación fuera al revés y yo fuera la que tuviera la mitad del cuerpo fracturado?

Adrienna guardó silencio por unos momentos hasta que finalmente habló— Ya no son fracturas —pronunció mientras jugueteaba con sus dedos y Laila tuvo deseos de jalarle los cabellos—. Pero si puedo entender cómo sería, —dijo por fin suspirando— pero eso no me va a quitar de encima este sentimiento de frustración y molestia —señaló con rapidez.

Laila suspiro profundamente entre tanto estaba recostada contra la pared—. ¿Cuántas veces has hecho esto ya?

—… Esta es la primera vez —confesó apenada.

— ¿Y llegaste tan lejos sin caerte? —rebatió sorprendida la pelirroja debido a que ella estaba muy cerca de la puerta del cuarto.

—No soy un bebé, Laila —gruñó Adrienna cruzando sus brazos.

—Lo sé, pero la última vez, pues… —Dejó la frase en el aire al recordar cómo se caía nada más dar un paso luego del accidente.

—Es que ustedes exageran mucho, fue una recaída, no como si me hubiera vuelto a golpear ese barco —señaló.

Laila guardó silencio unos momentos y luego suspiró con energía, avanzó unos pasos y comenzó a hurgar en la mochila de la escritora.

— ¿Qué haces?

—Buscarte ropa, no planeo llevarte al pueblo así —respondió mientras buscaba un short y una camisa lo suficientemente holgada para que no rozara los vendajes de Adrienna.

— ¡Oh, muchas gracias, Laila! —exclamó Adrienna lanzándose sobre ella provocando que las dos cayeran con la risa de Adrienna como melodía.

—Rayos, sinceramente podría llegar a pensar que en realidad no pasó nada nunca —comentó Laila mientras se incorporaba lentamente y ayudaba a Adrienna a hacer lo mismo—. Sin embargo, hay una condición: tomate tus pastillas.

— ¡Me niego! —gruño Adrienna de inmediato.

—Adrienna…

— ¡No! ¡si me voy a curar no necesito de esas cosas! ¡Lo voy a hacer por mi propia cuenta y consciente al cien por ciento!

—Masoquista —espetó Laila con mala cara, girando para seguir buscándole un conjunto adecuado.



#36867 en Novela romántica
#9569 en Joven Adulto

En el texto hay: viajes, amor, dolor

Editado: 09.04.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.