Hola, mis queridos lectores. Si bien, estamos en cuarentena, quisiera disculparme por haber tardado tanto en subir el capítulo final de "Ante los ojos de los dioses" y es que a pesar de todo mis profesores universitarios siguen mandándome (mucha) tarea, por lo que sinceramente no había tenido oportunidad de revisar y corregir, pero aquí esta, finalmente.
El epílogo ya está escrito, simplemente me falta corregirlo y aspiro a la noche poder subirlo. Muchas gracias a todos los que siguieron esta historia desde el principio, dentro de poco comenzaré un nuevo libro, solo me falta decidir sobre qué va a ser, aunque tengo varias ideas en mente n_n.
Sin más, el final de "Ante los ojos de los dioses".
P.D: ¡No puede creer que 'Esclava de mi mente' haya superado las 2000 vistas! *o* *w* :D
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Ares la estaba ignorando, y no sabía el motivo.
Desde que lo vio ayer siempre que intentaba acercarse a él haciendo una mueca se apartaba de ella. No entendía que era lo que le estaba pasando y tampoco se lo podía explicar.
Le había preguntado a su abuela, pero ni ella entendía su comportamiento. Se estaba comenzando a desesperar y ni siquiera las palabras de consuelo y apoyo de Laila o Gabriel pudieron calmarla.
Ojalá lo hubiera detenido aquel día, hubiera sido lo mejor, nunca imaginó que aquel mal presentimiento que había tenido se volviera realidad.
Ahora estaba rodeada de sus maletas esperando que fuera el momento de irse, el trabajo la estaba reclamando y no podía hacer nada para evitarlo, le había pedido a Laila más tiempo, pero ella le recordó que si tardábamos más en regresar los empresarios con los que tenían varios contratos podían comenzar a enojarse, por no hacer alusión a la cantidad de trabajo y compromisos que lentamente se iban acumulando.
Estrujaba con sus manos de forma nerviosa su sombrero negro hasta que ya no lo pudo aguantar más y salió corriendo de su cuarto.
— ¡Ares! —exclamó cuando lo encontró en la terraza viendo el mar con el ceño fruncido, la vio de reojo antes de que se volviera a repetir nuevamente su actitud—. ¡No! ¡esta vez me vas a decir qué es lo que te pasa! —grito con mirada desesperada, parándose en frente de él para que no pudiera volver a huir.
Ares se detuvo y la analizo con una mirada que esperó que fuera fría, pero lo cierto es que su corazón había saltado dentro de su pecho al verla vestida con aquel sencillo vestido blanco y el pelo suelto, más hermosa que nunca y por ello mismo apretó con fuerza sus labios intentando apaciguar el retorcijo que sintió su corazón.
—Pensé que ya te habías marchado —comentó Ares indiferente.
Adrienna retrocedió un paso sintiendo como si le hubieran dado un golpe en el estómago que le sacó todo el aire.
— ¿Y lo dices así? ¿tan tranquilo? —preguntó dolida.
— ¿Qué quieres que te diga?
—El por qué comenzaste a actuar así de la noche a la mañana. Ni siquiera te interesa que me vaya y tal vez nunca te vuelva a ver…
» ¿Me podrías decir al menos que fue esto para ti?
Ares sintió como si le hubieran echado un balde de agua fría ante la posibilidad de nunca poder volver a verla como había dicho y su mandíbula se apretó todavía más, al punto en que sintió como le dio una pequeña punzada.
Para qué negarlo, estaba celoso de que Gabriel tuviera algo que no merecía y que él daría su brazo derecho por tener, pero no podía permitir que ella lo supiera, aun cuando luciera así de afligida. Tal vez hubiera sido mejor terminar con todo en el momento en que los había escuchado, pero había tenido la esperanza de que las cosas se arreglaran, sin embargo, el temor de que él se convirtiera en una simple sombra de lo que para ella de seguro representaba un verdadero amor, lo atenazaba… y por eso mismo sabía que lo más probable fuera que luego de eso, Gabriel sea quien la logre sanar.
Sonrió irónicamente triste, pero supo lograr que su cara dejara de mostrar sentimientos cuando hablo.
—Dos semanas de altibajos —respondió encogiéndose de hombros.
Adrienna sintió un sabor amargo en la boca.
— ¿Entonces por qué me pediste que fuera tu novia si al final las cosas iban a terminar así? —preguntó herida.
Ares guardó silencio por varios momentos intentando que el nudo que se había instalado en su pecho y en su garganta se disolvieran.
—Porque pensé que no sería el caso.
— ¡¿Y cuál es el caso, Ares?! —grito sin ya poder evitar que las lágrimas rodaran por sus mejillas—. ¡Yo lo único que sé que pasó es que comencé a enamorarme de ti y que te quiero a pesar de haber sido solamente dos semanas! ¿Crees que a cada momento no he pensado que esto era una locura?... Pero ahora solo sé que para ti solo fue un juego, aunque no pensé que tú fueras de esa clase de personas.
» Nunca debí haber aceptado esto —dijo con amargura al recordar los últimos eventos, entre ellos su percance con la ex novia del chico.
—Para mí no fue ningún juego —exclamó alarmado por el simple pensamiento, para él había sido mucho más.