No podía dejar de pensar en Elisse. Está todo el día en mi cabeza y solo basta con recostarme en mi cama para olerla, su aroma se quedó impregnado el día que se quedó. Solo quería hablar con ella, escuchar su voz, leer sus mensajes de texto, sentirme cerca de esa hermosa chica cuando no estamos juntos en persona… Me sentía enfermo, no había otra mejor manera de describirlo. Lo peor es que ni siquiera tengo las agallas de pararme de la cama para ir y decirle como me siento. Prefiero quedarme aquí, solo pensando, solo mirando sus fotografías.
—Hey. —Hollie se asomó en mi habitación—. ¿No quieres bajar a comer? Austin hizo costillitas a la BBQ.
—No gracias, no tengo hambre.
—¿Te sientes bien?
—No. Me siento enfermo. —Le digo, ignorando el hecho de que mi celular ha sonado una vez más—. Y no enfermo de… Gripa o algo así. Enfermo de amor, ¡aghh! Que asquerosamente cursi sonó eso.
Hollie sonrió al escuchar eso último, sabía a qué o a quién me refería exactamente.
—¿Por qué no contestas? Tu teléfono lleva sonado desde hace rato.
—Es Jessica. Quiere que salgamos, la verdad no estoy de humor.
—¿Todavía no terminas con ella? —Cuestiona.
—No, ni siquiera hemos hablado…
Jessica continuaba mandándome mensajes para vernos esta tarde y yo solo deseaba que Elisse respondiera lo que le envié hace dos horas. A lo mejor Jess se está dando cuenta de que poco a poco me ha dejado de gustar, de que le he perdido el interés, ya no me importan sus propuestas para tener sexo en su habitación ni tengo ganas de pasar la noche recargado en el cofre de su auto fumando con ella. La he dejado en segundo plano y quizás por eso, en un acto de desesperación, me invitó a tener una cita real, una cita totalmente organizada por ella con todo lo que una vez me dijo que odiaba.
Hollie me convenció de ir, decía que podía ser la oportunidad perfecta para aclarar mis sentimientos por Elisse, para hablar con Jessica y aclarar nuestra situación de una vez por todas.
Así que acepté, Jess pasó por mí a la hora acordada en su automóvil para tener la cita que me propuso por mensajes hace un rato. Me llevó a su lugar preferido. Organizó un picnic en el mismo mirador al que me trajo hace varias semanas por la noche, preparó la comida y dejó de lado los cigarrillos que usualmente solían ser nuestro tercer invitado en todas las salidas. Sólo quería algo agradable para los dos o eso me hizo saber cuando me contó lo mucho que planeó esto.
—¿A qué se debió la cita?
—Fue para pagar lo que hiciste por mí en el baile, aunque no fuimos juntos. —Responde, tomado mi mano—. Fue una de las cosas más lindas que has hecho por mí.
—Bueno tú querías ir… Así que…
—La cita no termina aquí. —Me dice, sacando de su bolso una llave de hotel—. Iremos y te dejaré hacer conmigo lo que quieras.
Nos pusimos de pie, la ayudé a recoger la canasta y ella se sacudió los jeans antes de sacar las llaves de su auto para ponerlo en marcha y continuar así con la siguiente fase de su plan.
No podía dejar de pensar en Elisse y en esa última vez que estuvimos juntos en mi cama. Mantenía mis ojos cerrados sintiendo cómo Jess se movía encima de mí, cabalgándome a su gusto, pero yo continuaba pensando en ella. En los besos que nos dimos, en la forma en la que la toqué, lo que me hicieron sentir con sus caricias. Pensé en la petición que me hizo cuando me rogó que lo metiera, esa petición que tuve que declinar por las circunstancias.
Abrí los ojos y por un instante fantaseé con la idea de estar teniendo sexo con Elisse, vi su rostro en lugar del de Jessica, quizás por eso tomé con rudeza sus caderas para hacerla parar y así cambiar de posición. Sostuve sus muñecas con mis manos, el vaivén de nuestras caderas era cada vez mayor, yo seguía fantaseando con ella… Cada movimiento, cada embestida, la hacía pensando en ella.
—¡Ahh Elisse!
—¿Qué fue lo que dijiste?
La voz de Jessica me regresó a la realidad. Me empujó y me miró buscando una explicación, oficialmente había arruinado el momento.
—Lo siento.
—¿Estabas pensando en Elisse?
—Tenemos que hablar.