Una de mis fechas favoritas del año ha llegado, Halloween. Me encantan los disfraces, que te den la posibilidad de convertirte en alguien más por un rato es algo que me parece fascinante, por lo menos así lo sentía cuando era pequeño y usaba ese disfraz de Spiderman que me compró mamá en Macy’s, el cual solo dejé de usar cuando dejó de quedarme.
Me apresuré a guardar la guitarra en el estuche y una vez que la bajé de mi cama, tomé el antifaz, parándome frente al espejo de cuerpo completo para mirarme usando el disfraz de Nightwing, peinando un poco mi cabello con las manos, poniéndome el antifaz después.
—¿Saldrás también? —Le cuestiono a Austin, al verlo en la sala con esa máscara de hombre lobo en la mano.
—Sí, que seas el más joven aquí no quiere decir que yo no tengo derecho a divertirme.
—Bien. ¿Mi mamá sigue con él?
—Sí, supe que iban a ir a cenar.
—De acuerdo, vuelvo más tarde. —Le hago saber, tomando mis llaves—. Te veo luego.
Salí de mi casa con dirección hacia la de Mike, encontrándome con un par de niños que pedían dulces en el vecindario, como yo solía hacerlo hace unos cinco o seis años. Dulces que eventualmente terminaba desechando, mi padre es dentista así que, crecimos con la creencia de que los dulces son nuestros enemigos. Bah, de todos modos no me gustan tanto, solo era la emoción de salir en la noche con Mike y nuestros amigos a pedirlos, nada más.
Llegué a la casa de los Dabill, toqué el timbre dos veces y no tardé mucho tiempo en tener en frente a Michael, quien parecía un Joker en estado de ebriedad.
—Aún no he ingerido nada. —Me jura—. Anda vamos.
La fiesta anual de Cassidy nos esperaba. Aún recordaba demasiado bien la del año pasado, había sido muy buena. El chico que se encargó de la música lo hizo bastante bien, las cervezas y todo lo que pasó ese día fue increíble. O tal vez lo recuerdo así porque esa noche era el hombre más feliz, tenía a mi rubia preferida a mi lado, fue de las últimas noches que pasamos juntos.
Amanda era la mujer más bella de todas las que estaban ahí esa noche, luciendo un sexy disfraz de catwoman, su figura delgada hacia que el disfraz de látex realmente se viera bien en ella. Aún recuerdo cómo fue que entramos tomados de la mano, esa impresionante mujer se robó las miradas por un instante, como suele hacerlo cada que se para en cualquier lugar, Amanda Jones es una mujer que impone.
Esa noche no tuve ojos para nadie más que para mi novia, con la que escapé a la media noche de la casa de Cassidy. Pero hoy todo era diferente, hoy sólo me encontraba con Mike, viendo a la gente que conocíamos disfrutando de lo que la anfitriona ofrecía hoy. Ni siquiera se veía tan genial como la fiesta pasada, ¿o será que una vez más estoy echando de menos a Amanda?
—¡Hey! Joker y la versión upgrade de Robin.
—¿Tú qué eres, Jeremy? —Le pregunta Mike.
—Un vago. —Respondo por él, su disfraz consistía en una playera rota, manchada de sangre falsa y un muy pobre maquillaje, ni siquiera se ha esforzado.
—Un zombie, por favor. La verdad… Improvisé un poco, se me había olvidado que la fiesta era hoy.
—Se nota.
Los tres caminamos hacia la mesa en dónde estaban las bebidas, tomamos un vaso rojo y Jeremy se encargó del resto, la noche recién comenzaba.
—Ahí está John. —Me hace saber Jeremy—. ¿No te ha dicho nada por lo de su candelabro?
—No… Ni siquiera he querido hablarle.
—¡Ve! No creo que se enoje mucho, fue demasiado divertido.
—Para nosotros, para él no tanto. Le tiré un diente.
Bebí un poco, mirando a John a lo lejos, está platicando con una chica, disfrazado de vampiro. Dudé si debía acercarme a él para disculparme por lo que hice, Elisse decía que debía hacerlo, aunque por otra parte, no quería que me regresara el golpe que le di. Lo conozco, sé lo vengativo que suele ser.
Bebí otro trago, de acuerdo… Lo haré.
—Hey…
—¿Vienes a pagarme la visita al dentista o qué?
—En serio lo siento, no me acuerdo de nada.
—Lo imagino. —Comenta, con seriedad—. Estabas demasiado ebrio como para recordar, ahora traigo una carilla en mi diente, que partiste a la mitad por cierto.
—Hey en serio lo siento, te pagaré lo del candelabro, lo haré.
John saca de una cajetilla de cigarros para tomar uno.
—Dame fuego.
Saqué el encendedor que siempre traía conmigo, mientras que él se lo colocó en los labios, se acercó a la llama y le dio la primera calada. La chica que tenía a su lado se lo quitó por un momento para darle una calada también.