La cena de acción de gracias terminó siendo un completo desastre, algo que estaba planeado para ser una noche buena terminó siendo un completo fiasco. Comencemos por Hollie, vino a cenar con su esposo y todo marchaba bien, su esposo comenzaba a proponerle un par de negocios a Austin y mi madre parecía feliz porque a su hijo mayor por fin se le estaba abriendo una nueva oportunidad laboral.
Después hicimos una vídeo-llamada con mi hermano Martin, quien dijo sentirse agradecido de tener una familia como la nuestra —de la cual se separó apenas pudo— y por la oportunidad que ha tenido al estudiar la carrera de sus sueños en Madrid, prometiendo volver pronto para pasar la navidad con nosotros. Todo iba bien, todo hasta que mi mamá se fue a la cocina por el postre y a Hollie se le ocurrió sacar su teléfono para enseñarnos las fotos de la boda de mi papá en Florida.
—No puedo creer que en verdad fuiste. —Comenta Austin, molesto—. Es demasiado hipócrita de tu parte venir a sentarte a esta mesa a comer con mi mamá cuando la semana pasada estabas celebrando la boda de Charles con la mujer con la que engañó a nuestra madre.
—Él también es nuestro padre, Austin. Yo no quiero mantenerme de ningún lado, los amo a los dos por igual. —Dice ella, con mesura, intentando no perder los estribos con mi hermano—. Y ustedes deberían hacer lo mismo, mantenerse neutrales.
—¿Por qué no mejor te fuiste a cenar con él? En vez de venir aquí y fingir que realmente te importamos cuando ya decidiste de qué lado estás.
Mi madre regresó a la mesa con el postre, sin embargo Austin se puso de pie y molesto, aventó el refractario que traía mamá contra el piso. El ruido que hizo el cristal al romperse provocó que mi hermana y mi madre se sobresaltaran, poco faltó para que el esposo de Hollie se parara para golpear a mi hermano, yo también le tenía ganas.
—No quiero sentarme en la misma mesa que esta mujer tan hipócrita que desgraciadamente es mi hermana para fingir que somos la familia perfecta, que estamos de acuerdo con las putas decisiones de Charles Hyland. ¡Feliz día de acción de gracias! —Austin alzó su copa, brindando al aire—. Váyanse a la mierda.
Austin dejó la copa sobre la mesa y abandonó el comedor, dejándonos a todos en completo silencio. Me puse de pie y junto con Hollie, ayudé a mi mamá a recoger los pedazos de cristal que quedaron del refractario, recogiendo del piso el pastel de zanahoria que ya no vamos a comer.
—Hollie... Perdón.
—No mamá, es Austin quien debe disculparse. No lo soporto más, desde que lo dejó Nicole está insoportable.
—Olivia yo... Intenté ayudar a Austin pero, con ese comportamiento no pienso ni quiero trabajar con él. —Comunica Joseph, el esposo de Hollie—. Nosotros nos vamos, nos regresamos esta misma noche a San Francisco.
La cena y la noche se arruinaron por completo. Poco antes de la media noche me quedé solo en la casa con mi mamá, la escuché llorar ¡y cómo no! Sus dos hijos se fueron, su ex marido se casó la semana pasada con esa chica, Olivia está destrozada.
Y yo, lo único que hice fue encerrarme en mi habitación. Con el celular en la mano, llamando a la única persona con la que quería hablar en este momento.
—¿Estás disponible?
—Eso creo. —Responde Elisse del otro lado de la línea—. ¿Por qué? ¿Qué pasó? Creí que esta noche te ibas a mantener ocupado con la visita de tu hermana.
—Todo aquí es un desastre. Hollie ya se fue, la cena se fue a la mierda, mi mamá está allá abajo en la sala llorando.
—¿Qué pasó? ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?
—Ely, no quiero hablar de eso, no hoy. Solo... Quédate conmigo al teléfono lo más que puedas, cuéntame algo, distráeme.
—Bueno ahmm... Hoy cociné algo para la cena, a mis padres les encantó. Pero ya sabes como son, no aguantan quedarse despiertos hasta tarde. —Dice, seguramente por el tono de voz, está sonriendo del otro lado de la línea—. Yo no tengo nada de sueño, de hecho ahorita estoy esperando a que sean las doce para encontrar un descuento para el libro de Pierre-Cortot que quiero y también uno de Alain Ducasse que he esperado por meses.
—Bien, me quedaré esperando contigo entonces.
Me acosté en mi cama y puse el teléfono en altavoz, dejándolo sobre el buró, escuchando hablar a Elisse de todas esas ofertas contrarreloj que había encontrado en Amazon y demás, solo escuchando, apenas si hablaba, no tenía ganas de hacerlo.
Prefería escucharla hablar de sus libros de cocina, de su aburrida cena de acción de gracias que definitivamente tuvo un mejor final que la mía, de los cursos que quiere tomar y el viaje a San Antonio que van a hacer sus papás la próxima semana. Elisse terminó con la llamada después de la 1:37 a.m., yo me quedé todavía dos horas más despierto, no podía conciliar el sueño. No después de pensar en cada cosa que me había sucedido en las últimas semanas.