Las fiestas decembrinas llegaron a su fin y todo volvió a la normalidad. La verdad fue mucho mejor de lo que esperaba. Martin pasó dos semanas en casa, contando sus increíbles historias de su vida en España y la forma en la que lo contaba me provocaban ganas de irme con él a vivir su misma aventura. Quizás fue Martin la razón por la cual todo se arregló en nuestra familia, Hollie regresó a casa para pasar navidad con nosotros y Austin por fin se disculpó por lo sucedido el día de acción de gracias.
Finalmente pudimos tener una cena en familia, Olivia y sus cuatro hijos, sintiendo la paz y alegría que estas fechas traen. Debo admitir que fue una de mis navidades favoritas, todo parecía estarse resolviendo para los Hyland. Austin nos dio la noticia de que ha conseguido un buen empleo, Hollie está embarazada y Martin, ha conocido en Sevilla a una chica que se llama Marbella, con la que tiene intenciones de casarse apenas termine la universidad.
Todo parecía ir bien para mis hermanos, solo espero conseguir sentirme así de pleno un día.
Me levanté de la cama cuando escuché el timbre de la puerta, tal vez fue eso lo que me sacó de mis pensamientos. Caminé entre las fotos que se encontraban en el piso y bajé por la escalera dispuesto a abrirle a Mike, a quien llamé hace un rato. Por fin llegó.
—¿Estás solo?
—Sí, Austin y mi mamá fueron a llevar a Martin al aeropuerto.
—¿Por qué no fuiste con ellos?
—Sabes lo mucho que odio las despedidas así que...
Hice que me siguiera por la escalera hasta mi habitación, caminé hacia mi cama y me dejé caer en ella, ignorando por completo que en el piso se encontraban regadas todas las fotografías que un día le tomé a Amanda, así como todos los recuerdos físicos que aún tenía de la rubia que hizo trizas mi corazón.
—¿Y esto?
—Uno de mis propósitos para este nuevo año fue sacarla de mi vida. —Respondo, con la voz glacial—. Así que ya lo estoy haciendo.
Mike se acerca a esa hoja de papel arrugada que yacía a sus pies y la toma, intenta arreglarla un poco para leer su contenido.
—¿Qué es esto?
—Solía escribirle canciones. —Le aclaro su duda.
—¿Ahora eres compositor?
—Era una de las muchas formas que tenía para sacar lo que sentía por ella.
Él decide dejar ese pedazo de papel sobre mi cómoda y comienza a juntar todas las fotografías que estaban en el piso.
—Hace poco la vi. —Le digo de golpe, algo que había omitido contarle—. Tuvimos oportunidad de hablar, la volví a ver, la volví a tocar, la volví a besar y estuvimos juntos por una noche.
—¡¿Y por qué no me contaste nada?!
—Porque me dejó otra vez, sin decir adiós. Desperté solo en una habitación en un motel barato y ella se había ido de nuevo, fue entonces que entendí que tenía que dejar atrás lo que hubo entre nosotros. Ya no quiero pensar en Amanda un solo día más, quiero olvidar su rostro, su nombre...
—Su nombre, eso lo veo imposible. —Comenta, mirando una de las fotografías—. Ya que lo llevas tatuado en el brazo.
Me senté de golpe en la cama y decidí tomar mis converse rojos para ponérmelos una vez más, Mike dejó la pila de fotos sobre mi cómoda y yo simplemente me dirigí hacia el armario para buscar el dinero que Hollie me obsequió en navidad.
—Ven, acompáñame.
—¿A dónde?
—A tatuarme.
Él esbozó una sonrisa a medias, casi mofándose.
—Creo que eso de los tatuajes en tu caso no es una buena idea.
—Lo haré para cubrir su nombre, ya no lo quiero seguir viendo ahí.
Tomé mi cazadora y caminé hacia afuera, con Mike viniendo detrás de mí diciendo que no sabía lo que hacía, intentando detenerme incluso. Pero una vez que estuvimos afuera de mi casa, comprendió que cubrir su nombre es una mejor idea que continuar teniéndolo en mi piel.