Antes de poder aceptar mi fracaso escucho mi nombre. Al no sentir ardor, dolor e incluso miedo abro mis ojos. La luz cegadora seguida de risas me hacen dudar. Ante mi Indra, pero… ¿y ese traje?
Bueno, ya lo he visto elegante ante una proposición de Deidara, pero en este caso esos lentes no cuandron con la imagen de una persona sería. Estoy confundida. Al observar a los estudiantes siento el suelo moverse. Los labios del tercer líder se mueven, ese pitido el mundo gira y me desplomó.
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Vaya forma de revivir. Acostada en la enfermería esperando a mi tutor. ¿Siquiera mis padres viven? Suspiro al incorporarme. La puerta es abierta dejando a la vista a Adofo; que en sus manos resbalan diversos documentos. Nuestras miradas se conectan. Ver sus mejillas tornarse rosadas para después escuchar los papeles regarse lo hace irreal. Al querer ayudar detrás se oyen pasos. Para mí mala suerte Andrómeda.
¿Mínimo cambien a los personajes?
Espere…
Mierda, esto es como esos típicos clichés de romance donde se muestra a la antagonista enamorada del protagonista masculino y yo soy la que se lo va a arrebatar. Vayanse a la mierda si creen que lo voy ha hacer.
Su mirada se conecta con la mía a lo que elevó los hombros. Su actitud de diva persiste. Suspiro y decido ayudar. Entre los tres conseguimos dejar en el escritorio de la enfermera los papeles. La rojiza recarga sus pechos en el brazo de Adoris y le ruega que la acompañe a la cafetería.
Niña idiota.
Aún en esta vida no puedo ser feliz.
Andromeda me sostiene la mirada. Confundida me disculpo y regreso a la camilla, al parecer eso captó la atención de Adoris. Mierda. Su acompañante lo arrastra lejos de la enfermería impidiendo que pueda decirme…lo que sea.
Me dejo caer en la camilla esperando a que mi padre, madre o siquiera un hermano se digne a buscarme. Los minutos pasan volviéndose horas, algo no cuadra. Al parecer soy un cero a la izquierda. El clásico rechinido de la puerta, ¿por qué piden cuotas grandes si no arreglan nada?
— ¿Estás muerta?
…
¿Debe ser una broma?
Al apartar mi brazo de los ojos lo veo. Rumpel esperándome en el marco de la puerta, mientras observa la pantalla de su celular.
— ¿Tienes que estudiar para poder largarnos?
Okey eso ya no me esta gustando. Solo espero que mis habilidades persistan antes de siquiera morir a manos de un bastardo.
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Tengo excelentes noticias o…mejor no. Vivo en un puto palacio, ese cabrón gana dinero como si cagara. Me detengo a observar los recuadros, veo a mi madre y padre en una aparente pintura medieval. Debo investigar antes de que termine enterrada. El crujido de la vasija, ups.
Lo bueno de estar en otro mundo donde la magia no existe es que solo puedo correr sin miedo a morir. Patitas para que las quiero. Entre los pasillos y al estar viendo detrás acabo de chocar con un desconocido. Ese cabron debió estar a las divas, ya con eso me podría excusar.
…
Olvidenlo, es Adoris. Mierda, desvió la mirada apenada.
— ¿Estás bien?
Carajo, había olvidado su voz calmada y seductora.
— ¿El golpe te volvió sorda?
No cabron, solo no quiero que me jodan.
— Eso de ser mimada no te va para nada bien.
Suficiente. Al levantarme lo tomó de la playera, acción que pareciera confundirlo. ¿Qué clase de persona soy en este mundo?
Adoris se disculpa y de un movimiento me deja plantada. ¿Qué acaba de pasar?, suspiro, ese ya no es mi problema. Sacudo mis prendas y me dirijo a donde creo que es mi habitación. Entre los pasillos consigo divisar a Elipsis quien se mantiene concentrada en una montaña de documentos. Ni siquiera en este mundo puede estar tranquila. Golpeó la madera y eso al parecer consigue su atención.
— ¿Todo bien?
— ¿Crees en las realidades alternas?
Elipsis deja caer su pluma y ríe ante mi incoherencia. Menciona que deje de soñar y me concentré en la escuela antes de que Rumpel se entere de que estoy perdiendo el tiempo en mundos imaginarios. Me despido ignorando su llamado.
Todos se pueden ir a la mierda. Freno en seco al verlo conversar con Atropos de una forma amigable, al sentir la presencia de alguien lo tomó del brazo y giró hasta dejarlo bajo mis pies.
— Me rindo, me rindo.
…
Joder.
Adoris aparta a Atropos y se acerca, cuestiona mi actuar. Suelto a Alexander quien me reclama por esas habilidades. Sin saber que hacer salgo corriendo por donde entre. Esto está mal, no debí aceptar una vida que no me pertenece.
Al doblar la esquina lo veo. Rumpel me toma del brazo al querer escapar, me grita por la insolencia de mis palabras, que esas acciones arruinaran su reputación y el linaje de mis padres.
Así que…están muertos.
No puedo detener el ardor de mis ojos, la comezón de mi garganta. Al parecer eso ablanda el corazón de quien odio. Sentir sus brazos reconfortar mi mierda. Para buena o mala suerte, Adofo me ve.
Un estado vulnerable que he querido ocultar.
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Que alguien que conozco como un sádico me este consintiendo me hace dudar. Rumpel deja en el comedor un plato de botana.
— No preguntaré, pero…
— ¿Crees qué soy un estorbo?
Su silencio me lo confirma. El quejido de su voz es idéntico, algo debía tener.
— No—lo veo sentarse—. Perdiste a tus padres a una edad temprana y que mi hermano haya querido adoptarte fue una alerta, para mí.
— ¿Por qué lo odian?
Rumpel resopla y recarga sus manos en la mesa, sus dedos golpean el mármol.
— Tu abuelo…
— ¿Qué le hizo?
— Es un bastardo de primera.
Al girar la mirada penetrante de Elipsis me hace temblar. Entre discusiones me escabullo hasta llegar a la biblioteca. Adoris, rodeado de libros. Ladeo la cabeza y queriéndome acercar terminó por derivar unos que estaban aún costado.
Escuchar sus pasos me paraliza. Cierro los ojos esperando un reclamo, un llamado de atención de que me vaya, de que me aleje. El latir de mi corazón no me permite pensar.