No esperaba estar sentada esperando a quien alguna vez fue un padre. Llevo mi mirada a los diversos documentos, debe trabajar para mí…tío. Aún me cuesta imaginarme una vida calmada, llena de amor. El rechinido de la puerta me hace levantar.
Adoris junto a un séquito de magnates. Los mayores al verme me ordenan largarme a lo que les responde que como única heredera tengo el derecho a permanecer. A regaña dientes los veo aceptar, me invita a hacer lo mismo.
Entre pláticas técnicas, creyendo que no entendería, consigo descifrar que intentan arrebatarme algo que ni siquiera sé. Adoris se ve cansado en cuanto se fueron.
— Ignora sus idioteces.
— ¿Por qué me consideran ingenua?
—Porque siempre te la pasas metida en problemas.
Hasta en este mundo soy un dolor de huevos. La puerta se abre dejando al descubierto el rostro cansado de Rumpel. Vaya día que han tenido, el azabache se acerca y le ayuda a quitarse el saco. Verlo desplomarse en el sillón fue agradable.
— ¿Qué sarta de estupideces dijeron?
— En palabras técnicas…
— Me quieren fuera de la empresa—interrumpí levantándome del sillón.
Su silencio me confirma que no debería haber abierto la boca. Adoris me toma de los hombros y me sacude hasta hacerme enfurecer. De un empujón consigo quitarlo. Rumpel se acomoda y menciona la pregunta que le hice a Elipsis.
Ambos creían que estaba loca…oh no.
Verlo tirar de su cabello para después llamar a su hermana me hace sudar. Adoris me toma de la muñeca y me saca. Entre los pasillos diviso la inmensidad de la mansión, cajaro es un puto castillo. Entre las salas diviso a Adoris conversar con Indra a su vez Elipsis. Aún aquí son grandes amigos.
Si tienen la misma edad, quiere decir que Deidara aún puede estar en la escuela…mierda. Mi esposo es cien años mayor, entonces nos llevamos diez años.
Al parecer mi repentino desinterés por sus palabras me ha ganado un llamado. Parpadeó y sonrió antes de siquiera saber que su expresión es de pánico.
— ¿Quién eres?
— ¿Es correcto decir mi nombre?
Las risas detrás me confirman que no. Rumpel niega y me invitan a pasar. Bueno, ya que la farsa termina es momento de mostrar mi carácter.
Ante mi relato sus miradas se concentran en mis manos, bueno, Adoris en mis ojos. El latir de mi corazón y el cosquilleo de mis manos me hacen reír como boba. Todas esas emociones deben de ser para él, no para su hermano.
Elipsis me pregunta cuántos años tengo, una respuesta contestada por Rumpel, quien ha entendido que es un cambio de mentes, que todo lo que haga se verá reflejado en esta línea. Sin idea de cómo atraer a su verdadera sobrina, aunque sus miradas indican otra cosa, me invitan a vivir hasta que puedan explicarme la dinámica.
Adoris se propone enseñarme la mansión, en lo que a su hermano y amigos se van de la propiedad. Que vaya a una escuela privada no me exhorta a clases privadas con los mismos maestros. Un avance en esta vida.
Indra y Adofo son maestros, Deidara una amiga, Elipsis y Rumpel tíos, Anastasia y Rinegan el director y su directora. Ya que los seis convivieron años y fueron acomodados para evitar que yo, osea la princesa de un imperio, tuviera problemas de secuestros.
— ¿Entonces son agentes encubiertos?
— Tu madre perteneció a un imperio, y ya que tú abuelo fue expulsado del cargo por problemas…
— Entiendo—interrumpo.
—Olvidemos de eso y concéntrate en tu examen.
¿Es buen momento para decirles que tengo memoria idéntica?
• • ┈┈┈┈ ๑ ⋅ ⋯ ୨ ୧ ⋯ ⋅ ๑ ┈┈┈┈ • •
Estando en mi habitación he podido descubrir que soy una mierda de persona. Suspiro dejando a un costado el diario. En este mundo no padezco de personalidades múltiples, lo que es malo. Tan acostumbrada que estoy a tantas voces en mi cabeza y no deseo volver a crearlas.
Los toques de mi puerta me hacen elevar la ceja.
Busco en los cajones alguna herramienta que pueda usar como arma. Al encontrar un cinturón sonrío. Lo invito a pasar, al ver su cabellera suelto un gruñido. Esperaba a un cabron, solo para diversión.
— ¿Qué haces?
— Pensé que era un bastardo—lanzo el cinturón a la cama, sentándome a su costado.
— No me voy a acostumbrar a tu temperamento.
— Te confiezo que en mi mundo soy alguien temida y que posee cinco personalidades.
Adoris rie. Sonrío. Me invita a cenar, acción que declinó. Hay cosas que debo reconocer, investigar antes de volver a la escuela y cometer errores. Aunque arreglare mi situación si me llegara a quedar no podría fingir ser otra persona. No de nuevo.
Acepta, pero debería estar centrada en su salud. Le aseguro que eso no es problema. Algunas costumbres no desaparecen, mis uñas postizas se clavan en la palma permitiendo que la sangre resbale hasta la alfombra. Adoris se disculpa y desaparece de mi vista. Estando sola corro al espejo notando mis facciones finas.