SKYLER
La verdadera prueba que tienes que superar para demostrar que has cambiado no es en los días buenos, es en los malos.
Hoy es uno de esos.
Nunca imaginé que volvería a ver a Juliette, nunca pensé que tendría que hacerlo. Ignorar su existencia ha sido difícil considerando que su vida se convirtió en un cuento de hadas, como siempre lo deseó.
Juliette ya no es ni la niña que conocí, ni la de catorce que me sugirió grabarnos cantando una canción que era popular en ese momento, ni la chica de diecisiete años que juró odiarme para siempre. Ahora es una mujer.
Me masajeo el hombro que curiosamente comenzó a dolerme cuando llegué a este edificio. Nunca lo había visitado antes, no he tenido la necesidad y mucho menos las ganas.
Juliette está de pie viendo hacia la ventana y me tomo uno segundos para analizarla exteriormente. Su cabello siempre largo, ondulado y de un tono que parece una mezcla entre rubio muy oscuro y marrón muy claro. Sus ojos son del color de las avellanas.
—Juliette… —hablo.
Honestamente no quiero estar aquí, pero tengo que estar aquí.
Peter sugirió esta idea, me reí por lo absurdo pero luego me explicó que no se le ocurrió a él, sino al equipo de Juliette, de la gran y famosa Juliette. Que sabían que podría ayudarle por ese lío en que está metida y podría ayudarme a mí, a retomar el sueño que lancé a un acantilado cundo era más joven.
Peter es quien me ayuda con los videos que subo, los edita y también me ha estado ayudando en la parte de correos electrónicos y posibles campañas publicitarias, también es mi amigo y le tengo mucha confianza. Él sabía que he estado pensando en volver a la música, esta vez, con madurez y sin mis desenfrenados métodos para lidiar con la vida así que cuando me habló sobre esto, pensé que era una broma.
Creo que casi todos los que tengan acceso a internet saben cómo conocí a Juliette y en donde estábamos antes de que todo se arruinara. Peter sabe tanto como un desconocido con tiempo libre investigando un poco sobre su pasado o el mío.
Pero al final del día, solo ella y yo sabemos toda la historia.
Juliette voltea y me mira de una manera tan difícil de describir. Es como si estuviera intentando buscar algo a la distancia a pesar que estoy a un par de metros.
Me levanto del sofá y camino hacia ella. Esta recepción está liderada por el silencio, solo es interrumpido por las teclas del chico en la computadora, la estática de la máquina de café y mis pasos en este piso extremadamente brillante.
Quiero decir algo, no porque realmente sea un deseo sino que quiero hacer que esto funcione. Necesito que el público me dé una segunda oportunidad y quiero que vean que ya no soy ese chico malo al que condenaron sin piedad.
Juliette exhala y voltea hacia la ventana de nuevo.
Rasco mi mentón sintiendo el inicio de mis vellos faciales. Si tengo que fingir estar con ella en una relación y sobre todo, estar “comprometidos” tendré que obtener algo más que miradas distantes y respiraciones exageradas.
Lamo mis labios y trago saliva. Era tan fácil hablar con ella hace mucho tiempo atrás, ¿Por qué ahora no puedo hacerlo?
Bueno, es fácil saberlo. Esta persona, esta mujer frente a mí que está rodeada de dinero, premios y fanáticos gritando su nombre no es la misma chica que alguna vez se sentó conmigo en su jardín mientras hablábamos de nuestros sueños.
Esa chica ya no existe, ni en mi vida, ni en la de Juliette.
Rasco mi ceja y me obligo de nuevo a intentarlo. —Entonces, um, ¿Qué hay?
Su expresión no cambia, sigue con los labios presionados y la mirada reteniendo desprecio. No la culpo, yo tengo un poco de eso también. Para ella y para mí.
Para un par de personas más también.
—Nada —susurra, sin verme.
Respiro profundo. —Juliette, ya estamos aquí, ¿puedes verme al menos?
Eso funciona, su expresión cambia. Abre los ojos y me mira rápidamente, juntando las cejas con fuerza. —No estoy aquí por mi propia voluntad.
Resoplo. —Créeme que yo tampoco tenía esto como un plan A —era quizás, un plan Z, o lo que sea que haya después de eso.
Ahora entorna los ojos. —Será mejor que mantengas la distancia, ¿entiendes?
Tengo algo atorado en mi pecho, claro, no literalmente. —Pues no creo que podamos hacerlo, ¿verdad?
Le da un vistazo al chico que sigue tecleando en la computadora y luego, inclina el rostro. — ¿Por qué aceptaste?
Bufo. —No creas que es por ti.
Abre la boca, ofendida. — ¿Creerlo? ¿Quién podría creer algo de ti?
Ah, noto el resentimiento en sus palabras. Así que así jugará. —Lo mismo digo.
Niega. —No sé qué estarán acordando allá adentro —baja la voz—. Pero quiero que sepas que esto es únicamente una medida desesperada. No te quiero volver a ver cuando terminemos.
A pesar que estoy sintiendo como mi cuello y rostro se calientan por su actitud maleducada y arrogante. —No te preocupes, nadie tiene que hacerme firmar algo para cumplir esa promesa.
Sonríe a fuerzas. —No me hables si no es necesario.
Rasco mi cuello pensando en qué responderle cuando la puerta se abre. Ambos volteamos, Sandy está sosteniendo la manija y nos hace una señal para que entremos.
Olvido todas mis reglas de cortesía y no dejo que ella pase primero. No me importa si luzco poco “caballeroso” o educado, no quiero ser nada de eso con esta persona.
Entro y veo a Erick intentando leer su expresión, él únicamente asiente con la cabeza y espero que eso signifique que hemos conseguido un buen trato, algo así como que en realidad no tengo que estar con la irritante Juliette y crearan videos falsos con inteligencia artificial.
—Bien, ya hemos acordado todo —la representante de Juliette habla, yo la conozco, ella era amiga de su madre.
Recordar a la madre de Juliette provoca que sienta un dolor en el pecho, esa persona es quien arruinó mucho más de lo que alguna vez pudo darse cuenta.
#3428 en Novela romántica
#850 en Novela contemporánea
enemies to lovers, relacion falsa, segundas oportunidades drama
Editado: 06.09.2025