Antes De Odiarnos

5. MALETAS

SKYLER

Juliette no ha salido d su habitación por una hora entera.

Sé que ella no es necesariamente mi persona favorita en el mundo pero no puedo evitar sentirme culpable por haber mencionado a su madre. Yo, lamentablemente, la conocí lo suficiente para saber que su madre era la persona que más amaba en el mundo y cuando todo ocurrió, fue algo que le quebró el corazón.

La madre de Juliette y mi padrastro tuvieron un amorío. No fue una vez y tampoco fue algo que nos tomó por sorpresa pues ambos notábamos las miradas, la manera en que él se inclinaba hacia ella y la forma en que se miraban. No fue algo de una sola noche, fue de años.

La cuestión es, nos pusieron en una situación complicada. Ni ella ni yo hablamos del tema jamás, sabíamos que si lo hacíamos, podíamos arruinar nuestros sueños. Sin embargo, todo se arruinó de una peor manera a pesar que no dijimos nada.

Toco mis rodillas y suspiro. Ojala tuviera mi teléfono así entraría a revisar los comentarios y las visualizaciones de mi último video pero no puedo.

Me levanto y camino alrededor de toda la primera planta. Es una casa amplia, con vista al mar y llena de esas decoraciones típicas como conchas y barcos.

Me gusta que no se incline al lado minimalista y esté decorado en varios lugares. Hay sofás y mesas casi en cada habitación y por alguna razón, una chimenea. Supongo que también la alquilan en las temporadas frías.

Elevo la vista para apreciar los techos altos. Este lugar es como luciría mi casa perfecta. Siempre fui un tipo del mar. En realidad, Juliette solía decir que olía a verano.

Basta.

¿Por qué estoy recordando eso sobre ella? Juliette no es la persona que yo conocí, ella no es la chica que fue mi amiga. Esta persona es distinta, es una famosa consentida y egocéntrica. No me importa si alguna vez fuimos amigos, eso es del pasado y ya no volveremos a él.

Pero eso no elimina que me siga sintiendo culpable y no importa lo mucho que camine dentro de esta casa, sigo pensando que no debí decirle nada.

Creo que si realmente queremos que esto funcione, voy a tener que morderme la lengua muchas veces.

Me recuesto en una pared y cierro los ojos. Quiero confiar que esta es la mejor decisión para mí, que esto me ayudará a impulsarme en la carrera que dejé en pausa por todo lo que pasó.

Y quiero hacerlo bien esta vez.

Veo las maletas de Juliette y suspiro. Ella no es una chica débil, al menos no lo era cuando nos conocíamos. Juliette ahora carga la imagen de chica perfecta y dulce pero la Juliette que yo conocí, era salvaje y valiente.

Tal vez no quiero ir a disculparme pero puedo subirle estas cosas.

Tomo la maleta que ella dejó tirada y la levanto. Um, realmente pesa, ¿Qué tanto trae aquí? Me muevo para tomar la otra y es igualmente pesada. Suspiro al darme cuenta que voy a tener que hacer unos tres viajes por su culpa.

Respiro profundo y comienzo a subir, luego bajar, para subir otras dos veces más. Juliette sigue en la habitación y me pregunto qué hace, tal vez ya escapó por la ventana.

Cuando todas están en el inicio de las escaleras de la primera planta, las deslizo con las rudas provocando que el movimiento contra la madera me delate que estoy aquí.

Veo la puerta, es una habitación frente a la que yo escogí. Tal vez está dormida o tal vez está haciendo alguna de esas cosas raras que hacen los famosos para encontrar paz.

Dejo las maletas frente a la puerta y veo la manija dudando si debería entrar. Eso sería una mala idea sin duda, creo que ella me gritaría otra vez.

Levanto la mano para llamar a la puerta pero me arrepiento y prefiero darme la vuelta y entrar a mi habitación.

Cierro la puerta y me dejo caer de espaldas en la cama que al menos es bastante cómoda. Cierro los ojos y así puedo escuchar el sonido sincronizado de las olas del mar.

El mar siempre me recordaba a los mejores años de mi vida.

Abro los ojos y pienso en esa última noche donde vi a Juliette. La noche donde quemamos todo rastro de nuestra amistad y nos juramos nunca volver a la vida del otro. Pero aquí estamos ahora, a punto de fingir que estamos enamorados y nos vamos a comprometer.

Escucho el sonido de algo cayéndose y luego un grito. Me levanto rápido y abro la puerta, Juliette está en el suelo con las maletas a su lado.

— ¿Estás bien?

Ella frunce el ceño. — ¿Bien? ¿Por qué pusiste eso aquí? ¡Me tropecé por tu culpa!

Ruedo los ojos y me recuesto en el marco de la puerta. — ¿De nada? Claramente no ibas a poder subirlas tu sola.

Resopla. —Nunca te pedí que lo hicieras.

Niego. — ¿Te cuesta tanto trabajo decir gracias, no?

— ¿Gracias por poner un obstáculo para que me tropezara? ¿Acaso quieres matarme? ¿Es ese tu plan?

Suelto una carcajada sarcástica. —No exageres, Juliette. Solo te tropezaste, ¿Me dirás que esto es un golpe para matarte?

Ella comienza a levantarse. — ¡Pude quebrarme el cuello! ¿Qué hubieras hecho?

Chasqueo la lengua. —Eres dramática.

— ¡Tú eres un asesino! —me grita.

Sé que se refería a mi supuesto intento de asesinarla pero sus palabras me empujan de vuelta a ocho años atrás. Esas fueron las palabras que el mundo usó contra mí para hundirme y olvidarse de mi existencia.

—No lo soy —mi tono ha cambiado, más serio.

Juliette baja la mirada y suspira. —No…

Yo muevo los ojos a la pared color crema y por varios segundos ninguno de los dos habla. Supongo que es justo, quizás. Yo le mencioné a su madre y ella mencionó que “soy un asesino”.

El silencio nos está consumiendo así que busco lo primero que se me ocurre para romperlo. — ¿Por qué tus maletas pesan tanto?

Bufa. — ¿Por qué sí?

—Juliette —me quejo—. Por favor, ¿puedes contestarme bien una sola vez?

Se cruza de brazos. —No.

Me subo las mangas de la camiseta. Es blanca, de tela delgada y fresca pero estoy comenzando a sudar. Noto que los ojos de ella van a mi piel recién descubierta.




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