SKYLER
No hay manera amable de decirlo: odio madrugar.
No importa si eres una celebridad en decadencia o el prometido falso de la mujer que, sin exagerar, me rompió el corazón en trozos tan pequeños que podrían confundirse con confeti. Despertar antes del amanecer debería ser ilegal y sin embargo aquí estoy, con la cara medio pegada a la almohada, los ojos a medio abrir y una alarma que me odia tanto como yo la odio a ella.
—Skyler —susurra una voz a través de la puerta—. Son las cuatro treinta.
Juliette.
Me siento como un idiota por cómo terminé la noche anterior. No debería haberle dicho lo que le dije. O sí. No sé. Lo único que sé es que la imagen de Juliette, con lágrimas en los ojos y la voz temblorosa, no me deja en paz.
Me levanto y me repito. “Solo es un show”.
El problema es que Juliette no es solo un show.
Nunca lo ha sido.
Desde que desperté, sentí que algo iba mal. El silencio en la casa era demasiado denso. Como si supiera que algo incómodo y fastidioso estaba por caerme encima.
Y por supuesto, estaba en lo cierto.
El equipo de producción llega.
Cámaras, luces, cables, micrófonos y un tipo llamado Connor que se presenta como “el director de contenido emocional” (sea lo que sea que eso signifique) se dispersan por toda la casa. Al parecer, grabarán desde hoy hasta el fin de los tiempos o hasta que obtengan lo que necesitan.
—Skyler, Juliette —dice el director, un sujeto con gafas amarillas y mucha energía para esta hora—. Vamos a empezar con algo suave, algo íntimo.
— ¿Íntimo? —repito.
—Claro, demuestren su hermosa historia de amor —explica con una sonrisa
Juliette y yo nos miramos.
— ¿Podemos tener un guion para fingir eso? —le pregunto a nadie en particular.
Y es Sandy quien aparece detrás de mí. —Skyler, Juliette —tira de ella para que se acerque a mí mientras vemos como todos están colocando luces, cables, micrófonos en la sala y en la parte del comedor—. Necesito que lo hagan bien.
Juliette suspira. —Lo haremos bien, no te preocupes.
Connor voltea y junta las manos sonriendo. —Mis estrellas —señala la casa—. Me encanta el lugar, aquí tendremos la mejor iluminación. Ah, la gente amará esto, últimamente la nostalgia está vendiendo, ¿han visto esos relanzamientos de programas viejos? Seguramente los conocen. Esto será mejor que todo, dos estrellas pioneras en los videos virales, dos amigos de la infancia…
Él sigue hablando y yo solo suspiro mientras que Sandy ríe forzadamente.
Juliette y yo cruzamos las miradas y ambos vemos lo que sentimos: pánico.
Pero ya no hay vuelta atrás.
~~~
—Cinco minutos y empezamos, Skyler —me avisó una mujer de cabello azul eléctrico que apareció de la nada en la cocina mientras yo me preparaba un cereal.
Estábamos ahí esperando pero luego me dio hambre y a Juliette también, ambos tomamos algo rápido y que evitara ensuciar nuestra ropa.
La miro aun con la leche fría en mi mano derecha. — ¿Empezamos qué?
—Las sesiones de fotos. ¿No te avisaron? —me miró como si hubiera dicho que no sabía qué era el sol.
Negué lentamente, ya resignado. — ¿Sesiones de fotos en la casa? ¿Ahora? ¿Con ella?
Ella es bajita pero sus ojos están viéndome aún más estresada y siento que en cualquier momento podría gritarme. —Sí, claro. Para la promoción. Fotografías de ustedes en su ambiente natural. Desayunando, caminando por el jardín, en el estudio musical…
Frunzo el ceño. — ¿Hay un estudio musical?
— ¡Claro! —sonríe—. ¿Dónde crees que harán su gran canción juntos?
Dejo la leche sobre la isla.
¿Gran canción juntos?
Nadie me avisó que eso haríamos, nadie me dijo que aquí hay un estudio y definitivamente nadie me dijo que yo volvería a cantar con ella.
Después de tantos años.
— ¿Y Juliette? —Levanto una ceja— ¿Lo sabe?
Juliette está en la mesa y no parece tan estresada como yo, está ocupada viendo hacia el mar alrededor del caos.
—Tu puedes decirle —respondió la mujer de cabello azul antes de desaparecer tan rápido como llegó.
¿Qué yo le diga?
Respiro profundo y veo hacia ella, camino sin ganas a la mesa y tomo asiento a un lado. —Oye, um…
Voltea y levanta el mentón. — ¿Qué pasa?
Rasco mi nuca. —Eh, ¿Tu sabias eso de hacer una canción juntos?
Me mira por varios segundos, inclina la cabeza. — ¿De qué hablas?
—Que según ella, la de cabello azul —señalo—, tú y yo vamos a grabar una canción en algún estudio que aparentemente está en esta casa.
Parpadea varias veces. — ¿Hay un estudio aquí?
Me encojo de hombros. —Aparentemente.
Mantiene la expresión seria, tan difícil de saber qué está pensando. —Y, bueno, ¿Qué canción?
Suspiro. —No sé, supongo que esperan que hagamos algo.
Tuerce la boca. —Um, bueno…
— ¡Chicos! —un hombre joven delgado vestido todo de negro nos mira y junta las manos—. Hola, soy un gran fan de ambos, enserio. Ojala su banda hubiera durado más.
Sí, ojala.
—Oigan, disculpen, no quiero interrumpirlos pero es hora del cambio de vestuarios, solo algo para que se vean bien en las cámaras —ríe, sacudiendo las manos—, no es como si no se vean bien ahora.
Juliette exhala y nos ponemos de pie.
Treinta minutos después, estábamos en el jardín trasero. Yo con una camisa blanca, Juliette con un vestido color durazno largo y unas sandalias.
Bajo la mirada a sus piernas, no porque la esté viendo sino porque recuerdo sus cicatrices. Me pregunto si aún le duelen, si es así, no lo demuestra.
—Quiero que se miren —el fotógrafo, un tipo alto con lentes, mientras ajustaba su cámara—. Pero como si realmente se amaran.
Ambos giramos los rostros como marionetas mal programadas, apenas tocándonos con las miradas. Juliette parecía estar viendo una mancha en mi cara, yo pensaba en el cereal que dejé sin comer.
—Eso no es amor —dice el fotógrafo entre dientes.
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Editado: 06.09.2025