SKYLER Y JULIETTE A LOS DOCE AÑOS
Ambos chicos estaban creciendo y habían entrado en ese momento donde todo era incómodo.
Juliette se avergonzaba de esas clases sobre higiene personal, Skyler trataba de no pensar en Juliette como algo más que su amiga pero era difícil. Ella estaba cambiando, no podía explicar cómo, solo algo.
Juliette había notado que Skyler creció. No sabe cómo ocurrió ni cuándo pero ya la había pasado y eso le molestaba un poco, no era divertido que ella se quedara de esa estatura y su amigo no.
— ¿Qué miras? —Skyler entornó los ojos.
Se encogió de hombros. — ¿Crees que pueda usar tacones?
Skyler frunció el ceño. — ¿Tacones? ¿Por qué quieres eso?
Porque quería ser más alta.
Skyler sacó la basura de su sudadero, en donde siempre encontraba envoltorios de chicles sabor uva y algunas notas arrugadas que delataban las veces que se comunicaba con Juliette en las clases en lugar de prestar atención.
Pero sacó algo más, un papel rosado que llamó la atención de Juliette. Ella le preguntó qué era eso.
—Ah, esto… —dijo sin ganas—, Verónica me lo dio.
Juliette sintió algo en su estómago, como esas veces que come demasiados chocolates. — ¿Verónica? ¿Para qué te lo dio?
Skyler se encogió de hombros. —No sé, creo que le gusto.
Abrió los ojos. — ¿Le gustas? —preguntó ella, sin poder ocultar su disgusto ante esa noticia.
Juliette tenía que admitir que había estado pensando en su amigo más de lo normal. Le gustaba cuando cantaba con ella canciones de películas animadas. Le gustaba cuando él tomaba su mano para correr hacia el mar.
Pero, no le gustaba que tuviera que compartirlo con alguien más, en especial una niña. Era un pensamiento infantil pero Juliette tan solo tenía doce años y estaba comenzando a entender qué era todo eso que estaba sintiendo por su amigo.
—Tal vez si —contestó Skyler pensando en Verónica, en su cabello rizado y sus uñas pintadas de colores.
Juliette bufó.
Él alzó las cejas. — ¿Y qué tiene de malo? Verónica es de las niñas más lindas de la clase.
Eso se sintió como una patada en el estómago para Juliette. —No tiene nada de malo. Solo no sabía que ahora las niñas te escriben cosas.
Skyler dobló la esquina de la nota de Verónica que tan solo era una frase que había visto en internet “Creo que me gustas” —Ni yo. Fue raro.
— ¿Y le vas a contestar? —Juliette suspiró, esperando una respuesta negativa.
Skyler no respondió. Abrió el papel y lo leyó otra vez, como si intentara encontrar algo oculto entre líneas.
Juliette movió los dedos. — ¿Te gusta ella? ¿Más que yo?
Skyler parpadeó, confundido. — ¿Qué?
—Nada —Juliette se levantó de golpe, quitándose el polvo de sus pantalones cortos—. Olvídalo.
Skyler arrugó la nota de Verónica y se la guardó de nuevo, se levantó también y se apresuró para alcanzar a su mejor amiga. — ¡Juliette!
Ella cruzó el jardín, sintiendo que el corazón le hacía eco en las costillas Había algo ridículo en sentirse así, Skyler era su amigo, su amigo desde siempre.
Habían cantado juntos mientras su padre tocaba la guitarra. Habían hecho competencias de quien podía quedarse más tiempo sin respirar bajo el agua.
¿Y ahora se suponía que ella tenía que aceptar que Verónica entrara en la canción que era solo de ellos?
Skyler la alcanzó. — ¿Estás enojada?
Juliette no estaba enojada, estaba triste. Skyler se había convertido en algo que no podía definir. No era como su hermano pero tenía una conexión innegable, era algo más que solo su amigo, ni siquiera decirle mejor amigo era suficiente.
Era su Skyler.
Tomó aire. —No.
Pero Skyler la conocía mejor de lo que ella le daba crédito y sabía que su amiga hacia algunas cosas para evitar mostrar sus emociones. —Estás caminando como cuando estás enojada.
—Eso no tiene sentido —respondió ella, frustrada.
Ambos permanecieron en silencio por pocos segundos, luego Juliette abrió la boca y su corazón al preguntar: — ¿Por qué no negaste que te gusta Verónica?
Skyler elevó las cejas. —Ah, yo… no lo sé. Nunca me habían dicho eso.
—Yo te he dicho que me agradas —Juliette dijo, bajando la mirada.
Él parpadeó. —Sí, pero tú eres tú.
Juliette subió la mirada a los ojos azules de él. — ¿Y eso qué significa?
—Que tú eres mí mejor amiga —Skyler contestó sin duda.
Ser el mejor amigo de alguien no suena tan malo hasta que te hacen sentir como si eso fuera una limitación para algo más, para la posibilidad.
Ella tomó aire. —Está bien.
—No quería decirlo mal —Skyler se apresuró a explicarse—. Tú eres distinta. No como las demás.
Eso no la hizo sentir mejor. — ¿Distinta fea? ¿Distinta rara?
— ¡No! Distinta como en que tú, tú me entiendes, tú siempre estás conmigo —el corazón del chico latió más rápido—. Tú eres mi mejor, mejor, mejor amiga en todo el mundo. Mi persona favorita.
— ¿Lo soy? —la sonrisa de Juliette estaba regresando.
—Lo eres —Skyler tomó su mano y le dio un apretón—. No importa si le gusto a Verónica o si me gusta alguien a mí, solo importa que te quiero mucho, Juliette.
Juliette sonrió, esta vez, de verdad. —Yo también te quiero, Skyler.
Skyler la miró y ahora lo entendía, ella sí que lucía distinta. Su amiga seguía teniendo esas pecas, sus pestañas largas, un diente levemente torcido pero ella era también, muy linda.
Ella no era una de las más bonitas de la clase, para Skyler, ella era la más bonita.
Skyler y Juliette tan solo tenían doce años y todavía no tenían intenciones de hacer cosas de chicos más grandes como salir a citas o darse besos pero ahí, en ese momento, algo estaba pasando.
El amor de dos amigos se estaba transformando en algo que ellos mismos arruinaron, a pesar que todo apuntaba a que, estaban destinados a estar juntos.
Pero quizás no por siempre.
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Editado: 06.09.2025