Antes De Odiarnos

37: LA MENTIRA FINAL

JULIETTE

Los días que siguen son sin pausas.

El mundo cree que Skyler y yo volvimos a encontrarnos en medio del desastre, que somos esa historia romántica que merecía una segunda temporada. Y nosotros le damos al público lo que pide. Risas, miradas que parecen tiernas, abrazos frente a las cámaras.

La producción no descansa.

Cada día nos despiertan con alguien nuevo que quiere un clip nuestro. “Miren a cámara, rían, choquen las tazas como si estuvieran celebrando”. Y lo hacemos. El público nos empieza a perdonar, a amar incluso. Veo ediciones con música romántica, comentarios diciendo ellos son la prueba de que el amor lo supera todo.

Pero algo está sucediendo con Skyler, la manera en que nunca volvió a ser como esa noche. Sigue siendo amable, sigue ayudándome si lo necesito pero ora vez, es como si hubiera un barrera invisible entre nosotros.

Me hace sentir como cuando teníamos dieciséis y nos estábamos distanciando.

Hoy tenemos otra entrevista en vivo.

Una más, pienso, sentándome en el sofá decorado con cojines beige y una mesa baja con flores. La entrevistadora, una mujer de sonrisa brillante se acomoda frente a nosotros. Todo parece cálido, casi hogareño, con luces amarillas y un fondo que muestra el mar.

—Qué gusto tenerlos otra vez —dice, mirando primero a Skyler, luego a mí—. La pareja más comentada del momento.

Sonrío y Skyler asiente, impecable con su camisa blanca remangada. —Gracias por invitarnos —responde él.

La entrevistadora empieza. —La gente ha notado que se ven más unidos últimamente. ¿Cómo describirían esta etapa?

Miro a Skyler. —Es una etapa de reencuentro —digo con voz dulce—. De recordar lo que siempre nos unió.

El público detrás de las cámaras se comerá eso.

—¿Y qué los unió en primer lugar? —insiste ella, curiosa.

Skyler sonríe. —La música —responde—. Siempre fue la música. Y creo que todavía lo es.

La entrevistadora asiente, encantada. —Entonces, ¿podemos esperar música juntos otra vez?

Yo río suavemente. —Quién sabe —digo—. Tal vez.

El ritmo es fácil, casi agradable. Pero de pronto la entrevistadora cambia de tono. Se inclina hacia adelante como quien está por revelar un secreto.

—Han pasado por muchas cosas. ¿Cómo manejan las críticas?

Skyler respira hondo. —Con paciencia. Sabemos que la gente opina, pero lo importante es lo que pasa entre nosotros.

—¿Y qué pasa entre ustedes cuando las cámaras se apagan? —pregunta ella, ladeando la cabeza.

Un cosquilleo incómodo recorre mi espalda. Sonrío, manteniendo el control. —Lo mismo que ahora. Conversamos, reímos. No hay tanta diferencia.

—Y la gente tiene muchas preguntas —ella habla—. Como por ejemplo, la más importante, ¿Dónde está el anillo de compromiso?

Mi corazón se detiene. Todo este tiempo he sentido que algo está mal con nuestra farsa y ahora lo veo. Es ese tonto anillo que nunca tuve y que se supone que debería estar en mi mano ahora mismo.

Skyler se reacomoda. —A Juliette nunca le gustaron las joyas, así que ponerle un anillo en el dedo sería una tortura —sonríe sin problema, no esperaba que respondiera así de fácil—. Además, es un objeto. No hay objetos que describan lo que siento por ella.

Ella sonríe, pero sus ojos brillan de otra forma. —Qué interesante.

Nos mira sin hablar y eso me hace sentir incomoda así que solo asiento y sonrío, el silencio se extiende por varios segundos.

—Entonces —dice—. ¿Ahora son muy felices, no?

Skyler me da una mirada y antes que podamos hablar, ella continua.

—Porque justo ahora, mientras hablamos, alguien muy cercano a ustedes está dando una entrevista.

Skyler frunce el ceño. — ¿Alguien cercano?

—Sí —dice ella y hace una pausa—. Sutton.

Mi corazón se hunde.

—Tenemos un extracto —continúa—. Me gustaría que lo vieran y reaccionaran.

El monitor frente a nosotros se enciende. Sutton aparece, perfectamente acomodado en un sillón elegante, hablando con el aire de alguien que lleva tiempo esperando este momento.

—Marea Az pudo haber sido enorme —dice—. Teníamos todo. Pero Skyler arruinó la banda.

Mis dedos se tensan en el borde del sofá.

—Se metió con mi novia, con Zuri. Lo sabían todos. Él lo sabía. Nunca lo negó.

La entrevistadora nos observa, fascinada. Skyler se pone rígido, apretando la mandíbula.

—Y Juliette… —Sutton sonríe con desdén—. Juliette siempre fue egoísta. Sabía que si la banda caía, ella no perdería nada, porque es hija de Oswald Berry. Siempre tendría su apellido, siempre tendría un lugar.

Siento la sangre hervir.

—Cuando nos separamos, nos dejaron tirados. Nunca miraron atrás. Y claro… —hace una pausa calculada—. Todos nos dimos cuenta del amorío entre la mamá de Juliette y el padrastro de Skyler. Nadie quería decirlo, pero era evidente.

El aire se me corta.

—Y si me preguntan, estoy del lado de Karla. Ella fue la única honesta.

El video termina.

Silencio absoluto.

— ¿Algo que quieran responder? —pregunta.

Skyler se adelanta. —Eso es mentira —dice, serio—. Sutton está buscando atención.

—¿Es mentira lo de Zuri? —lo interrumpe ella, sin dejarlo respirar.

Él titubea. —Las cosas no fueron como él dice.

—Entonces, ¿sí pasó algo? —insiste, con los ojos fijos en él.

Skyler abre la boca, pero se queda en silencio. Ese silencio duele más que cualquier respuesta.

—¿Y tú, Juliette? —me apunta ella de pronto—. ¿Siempre supiste que ibas a estar a salvo gracias a tu apellido?

Me trago el nudo en la garganta. —No. Yo trabajé tanto como cualquiera de ellos.

—¿Y el amorío de tu madre con el padrastro de Skyler? —lanza como un dardo final.

Algo dentro de mí se rompe.

—Eso no... No voy a hablar de mi madre —digo, la voz me tiembla.

Ella se mueve al borde de la silla. —Entonces, veamos chicos —detrás hay susurros, Sandy tiene el rostro con pánico pero alguien la detiene—. Ustedes estaban en una banda pero mientras tanto, Skyler estaba con la novia de su amigo y sus padres estaban engañando a sus parejas.




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