SKYLER Y JULIETTE A LOS DICISIETE AÑOS
La casa está demasiado silenciosa para una noche de tormenta.
Skyler se sienta en el suelo de la sala, la espalda recargada contra el sofá, con una botella a medio vaciar junto a él. Cada relámpago ilumina el espacio como un flash, congelando por un segundo el desorden. Zapatos tirados, una sudadera sobre la mesa, vasos en la cocina que nadie ha lavado.
El reloj de la pared marca las diez con algo. Su padrastro había salido hace horas. Skyler sabe exactamente a dónde. La idea le da náuseas, así que vuelve a llevarse la botella a la boca. El sabor le quema la garganta, pero no le importa.
Todo arde de todos modos.
Piensa en su mamá, en cómo se esfuerza por aparentar normalidad mientras todo alrededor de ellos se deshace. Piensa en su padrastro, que no se molesta en ocultar nada. Y en la madre de Juliette, en cómo ella también juega a que no pasa nada.
Todos saben.
Todos callan.
El teléfono vibra cerca de su rodilla. Un mensaje de Sutton aparece en la pantalla: Ensayo mañana 3pm, no faltes. Ya no sigas arruinando los ensayos.
Skyler suelta una risa seca. Ensayo. Como si todavía existiera algo que ensayar. Como si Marea Az no estuviera a punto de colapsar.
La tormenta golpea más fuerte. El rugido de un trueno lo hace alzar la mirada al techo, como si pudiera gritarle a alguien allá arriba. Pero no hay nadie que responda.
De repente, algo se enciende en su cabeza. Una rabia inmensa, una necesidad de hablar.
Se arrastra hasta la mesa, toma el celular y abre la aplicación de transmisiones en vivo.
Pasa un segundo antes de que la cámara se encienda.
Skyler ni siquiera saluda, está decidido a hablar y decirlo todo. En ese punto ya tenían varios miles de admiradores y aunque era tarde, el número de espectadores iba en aumento mientras él le seguía dando tragos a la botella antes de hablar.
— ¿Saben qué? —Dice, aclarando la garganta—. Hoy vamos a hablar de verdades.
Su reflejo aparece en la pantalla: ojos vidriosos, cabello revuelto, una camiseta vieja que huele a sudor y alcohol.
No le importa.
—Todos actúan como si esta banda fuera perfecta. Como si fuéramos perfectos. —Se ríe, un sonido agrio—. Pero de tal palo, tal astilla, ¿no? Mi padrastro está con la mamá de Juliette. Y yo… —hace una pausa, disfrutando del morbo que sabe que está provocando— yo estoy con Zuri.
El chat se enciende en la pantalla, corazones, preguntas, insultos. Skyler sonríe de lado.
—Sí, Zuri. La novia de Sutton. —Deja que la frase caiga con todo su peso—. ¿Sorpresa? Tal vez no tanto. Todos lo sabían, nadie lo decía. No somos todos amigos, no somos como una familia. En realidad, Sutton y Zuri eran solo compañeros en la escuela y los únicos que sabían tocar instrumentos, no es que me lleve tan bien con ellos. Sutton es arrogante y Zuri… besa bien.
Otro trueno sacude las ventanas.
Skyler apoya la cabeza en la pared y deja escapar una carcajada.
—Mañana todos lo sabrán y ¿Saben qué? Me da igual. —Levanta la botella como brindis—. Por la honestidad.
No oye la puerta principal de su casa, ni los pasos que se acercan a toda velocidad.
Está demasiado encerrado en su propio incendio.
Unos minutos antes, a poca distancia de esa casa, la notificación aparece en la parte superior de la pantalla de su teléfono mientras Juliette está en su cama, todavía con el maquillaje de la tarde.
“SKYLER TRANSMICIÓN EN VIVO”
No suele entrar a sus transmisiones.
Últimamente apenas se hablan y cuando lo hacen, es para discutir sobre arreglos de canciones o ensayos cancelados. Pero algo en esa notificación la hace verla sin pensarlo demasiado.
Lo primero que ve es el rostro de Skyler iluminado por una luz pálida. Sus ojos rojos, el cabello desordenado, la botella en su mano. Y lo que está diciendo.
Juliette se queda inmóvil.
—…mi padrastro está con la mamá de Juliette. Y yo estoy con Zuri.
El aire le sale de golpe de los pulmones. Siente el ruido de la lluvia contra su ventana como si alguien estuviera golpeando para entrar.
No.
No, no, no.
Juliette mira hacia la puerta cerrada de su habitación. Arriba, su papá está trabajando en algo, como siempre. Si oye esto, si mañana amanece y toda la ciudad está hablando de esto… su vida entera se va a convertir en un espectáculo.
No puede dejar que termine esa transmisión.
No puede dejar que lo diga todo.
Juliette se levanta de la cama y se pone la chaqueta que encuentra primero. Ni siquiera piensa en buscar un paraguas. No piensa en nada más. Abre la puerta con cuidado para no hacer ruido, baja las escaleras en silencio y sale por la puerta trasera.
La lluvia la golpea de inmediato. El agua le empapa el cabello en segundos y su respiración se vuelve entrecortada mientras echa a correr. Las calles están casi vacías, la tormenta ha ahuyentado a todos. Sus zapatillas chapotean en los charcos.
El teléfono sigue en su mano. Puede escuchar la transmisión, la voz de Skyler de fondo.
—…Todos lo sabían. Nadie dijo nada —la voz de Skyler es un zumbido, borroso por la estática de la tormenta—. Pero yo ya no me voy a callar.
Juliette aprieta el celular con fuerza.
Siente que el mundo entero se está partiendo en dos. La banda, su familia, la amistad con Skyler. Todo va a romperse y no hay nadie que pueda detenerlo.
Nadie, excepto ella.
Dobla la esquina y ve la casa de Skyler a unos metros. La luz del interior está encendida. Su sombra pasa rápido por la ventana.
Juliette acelera.
Golpea la puerta con todas sus fuerzas, el corazón martillándole en el pecho. Una, dos, tres veces.
Dentro, Skyler se levanta, confundido, el teléfono todavía en la mano.
— ¿Quién…? —murmura, pero entonces oye su voz, apagada por la lluvia.
— ¡Skyler, abre!
Por un segundo duda. Después deja el celular sobre la mesa y cruza la sala.
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Editado: 18.10.2025