Terminaron las clases de ese día y por fin podía salir de la escuela. Obvio no quería volver a mi casa pero si no lo hacia me iría muy mal.
Cuando salí por la puerta de la escuela junto a todos los estudiantes no me fije que afuera estaba el auto de mi padre, y cuando lo vi un escalofríos recorrió mi cuerpo.
Que él estuviera aquí no eran buenas noticias.
Camine rápidamente hacia él con la mirada en el suelo.
- Hola- susurre al estar frente al auto
- ¿Por que demoraste tanto?- dice con voz dura
- La profesora me estaba corrigiendo la nota de un examen porque se había equivocado- dije con temor
- Maldita sea mujer incompetente. Por eso las mujeres deben quedarse en casa para servir al hombre. Sube ya al maldito auto que tenemos que ir al hospital- dijo golpeando el volante
Le hice caso y me adentre en el auto. Si teníamos que ir al hospital de seguro era por mi madre.
Un total silencio nos acompaño en el trayecto y cuando llegamos al hospital bajamos rápidamente.
Al entrar en el lugar, el típico olor a alcohol, desinfectante y demás cosas que tienen los hospitales me llego a la nariz.
No logramos caminar mucho cuando mi padre hizo detener a un doctor que iba pasando.
- Eh, Doctor Smith, espere. Ya traje a mi hija- dice mi padre
- Oh Señor Brown. Sígame- dice el doctor
Nos hace entrar a una sala completamente blanca, su consulta supongo. Nos pide que nos sentemos y él hace lo mismo.
- Mire, seré sincero y directo. Su mujer necesita un psicólogo. Mande a llamar a su hija porque creo que ambos deben saberlo, la señora Brown no se encuentra bien. Sus constantes crisis nerviosas están llegando al punto de ser peligrosas- dice el doctor serio
- Mi mujer no esta loca- dice mi padre enojado
- Y yo no le estoy diciendo que lo este. Los psicólogos no son para eso, si no que para ayudar a las personas con problemas familiares o personales- dice el doctor frunciendo el seño
Ya sabia porque me habían llamado. Mi madre había vuelto a tener una crisis. Se obsesiona tanto con su cuerpo a tal punto que llega a tener problemas.
Luego de haber terminado de hablar con el doctor Smith, tuvimos que esperar un par de horas a mi madre porque le estaban administrando unos medicamentos.
Cuando la logre ver, pude darme cuenta de su estado. Pálida, con la mirada perdida hasta que sus ojos conectaron con los míos. Fue entonces cuando note que la ira la invadió y yo me petrifique al lado de mi padre.
- ¡Todo esto es tu culpa! ¡Si no te hubiera parido mi cuerpo no se habría deformado¡- grito mi madre en mi cara- Ojala nunca hubieras nacido.
Sus ojos fríos y llenos de rencor no abandonaban los míos. No era la primera ves que lo decía, pero aun así dolió.
¿A quien no le duele ser rechazada por su propia familia?
Retrocedí lentamente hasta la puerta del hospital, y cuando estuve fuera me eche a correr sin rumbo. Importándome muy poco lo que pensaran de mi o si chocaba con alguien.
Sin querer llegue a un parque que estaba a unas cuadras del hospital. Me senté lo en la banca mas escondida y mire el cielo.
Las lagrimas pudieron conmigo y solo pude llevar mis manos a mi muñeca, enterrando fuertemente mis uñas en la carne ya lastimada. No me detuve hasta que vi brotar la roja sangre.
Saque mi libreta, con cuidado de no mancharla, y un lápiz. Mi mano se movió sola.
"Me han vuelto a dañar
Debería estar acostumbrada
Mas no deja de doler
Mi alma desamparada
Espero que algún día
Me invada la razón
Y sin mas lograría
Liberar mi corazón"
No le encontré mucho sentido a los versos que escribí pero sentí como si parte de mi pena se fuera. Atraje mis piernas a mi pecho y las abracé para esconder mi cara.
Nunca me ha gustado que me vieran llorar y a pesar de que el parque esta casi vació, no me puedo arriesgar.
- Ahora entiendo todo- dijo una voz grave detrás de mi
Pude reconocer a la persona sin tener que darme la vuelta y maldije mentalmente por mi mala suerte. No era un buen momento para enfrentarme a esa mirada que parecía analizarme en busca de lo que yo intentaba esconder.
- ¿Que es lo que entiendes?- pregunte aun sin volverme
- El porque fijes estar siempre alegre- dice él rodeándome y parándose frente a mi
Rápidamente me limpie las lagrimas y enderece mi cuerpo sin bajar mis piernas.
- No entiendo de que hablas. Yo no finjo nada- dije algo nerviosa
- Por favor no trates de negarlo. Te vi en el hospital y escuche todo lo que dijo esa mujer- se agacho a mi nivel
- No es de tu incumbencia- gruñí
- No lo es pero quiero ayudarte- dijo firme
- ¿Ayudarme? Ay por favor, nadie puede ayudarme. Quizás mi madre tenga razón y no debería haber nacido- dije desviando mi mirada hacia una banca cercana a la mía
- No vuelvas a decir eso. Jamás. Esa mujer esta muy mal al pensar eso. Tú no tienes la culpa de lo que le haya ocurrido- dice molesto
El se enderezo y me miro fijamente. Yo levante la cabeza y no se porque me dieron ganas de decirle todo lo que pensaba.