Apnea

Parte II: Matices de primavera (8)

Sábado 2 de mayo.

Son las siete con treinta y cinco cuando desperté para lavarme los dientes e ir por una taza de café. En la paz de la mañana de un sábado, Alicia y yo ya estamos platicando.

Alicia: Creo que me volví adicta a tus labios.

Leonardo: ¡Tenemos la misma adicción!

Alicia: ¡¿Y qué haces?!

Leonardo: Tomo café y habló con mi novia, y ¿tú, ángel mío?

Alicia: Acostada platicando con mi novio. Quiero estar contigo, pero la distancia no nos deja…

Leonardo: ¡Maldita distancia! Pero al rato la dejaremos en el olvido

Tengo que ir al bautizo de mi sobrina, por lo que a la una de la tarde ya estamos en la iglesia y a las tres en la comida organizada por sus padres. Mi hermano juega con otros niños mientras hablo con ella con el teléfono escondido bajo la mesa. El miedo que tenía ayer ya no existe, ni los nervios, hoy sólo siento la emoción por volverla a besar, ansias que carcomen mi espíritu y me hacen estar impaciente en mi asiento. Sus labios rimaron perfectamente con los míos.

Al esperar que llegara la hora indicada socializo con mis tíos, mi madre cometió la traición de contarles que por fin tengo novia y eso me lleva a un interrogatorio del que ya no puedo escapar ni para ir al baño. El más molestoso de todos es el más ansioso por conocerla, es divertido, aunque traten de ponerme en vergüenza. Así mientras comemos y conversamos por fin el reloj se atreve a girar y ponerme en la hora indicada para ver a Alicia. Su mamá nos pasará a traer para que vayamos a ver una película, realmente no soy de ir al cine, no sé ni qué película veremos, pero lo único que me interesa es estar al lado de su hija y poderla besar de nuevo, la idea de estar en una parte del cine solos viendo el filme me parece un momento perfecto.

Son las seis de la tarde cuando están por llegar y comienzo a darles indicaciones del lugar donde nos encontramos, a pesar de mi estupidez para orientarlos, consiguen llegar. Cuando bajan del auto, mi madre junto a mi hermano comienza a despedirse de todos, en ese momento mi tío se coló hasta la puerta para saludar y finalmente conocer a la chica. Entre sus bromas al final me da una palmada en el hombro y así nos subimos al auto.

En lo que llegamos al cine, ella me toma de la mano y me sonríe, es eléctrico, como si me hubiese dado un flechazo con esa sonrisa. Me siento feliz, nunca había ocurrido esto anteriormente, tomarse de las manos es más que un simple contacto físico, es una forma tácita de decirme que estoy con ella y que la acompañaré a donde vaya. Entramos al estacionamiento y cuidando a todos, debido a que soy el más grande, vamos hasta la sala de cine. Veremos una película de súper héroes.

En lo que las madres compran los boletos, Alicia y yo vamos por los bocadillos para disfrutar la película. Ella se esconde detrás de mí sin aviso, me sostiene con fuerza tratándose de ocultar de alguien en la multitud.

—No te muevas, no quiero que me vea.

—¿Quién? —pregunto buscando entre decenas de personas intentando escanear el objetivo.

— La que va ahí, está en mi salón. ¡Esa! —señala a una chica rubia a unos metros de nosotros.

—No te preocupes, vienes conmigo —le digo mientras me volteo para abrazarla.

Es una de las chicas que ella detesta de su clase, tiene el infortunio de estar en un grupo donde no hay nadie que comparta ideas o gustos con ella. Es tan extraño, ya que Alicia no es para nada desagradable, pero en su aula resalta como la oveja negra que es aislada del clan por sus diferencias que la sociedad siempre se encarga de resaltar. Por eso es que no tiene amigos en su escuela, lo que la hace sentir sola, la razón por la que soy su mejor amigo. Veo a la chica que señaló hace unos momentos y con examinar unos segundos sus gestos y su ropa veo que pertenece al primer grupo de mi taxonomía femenina: Trivial.

Hace tiempo, cuando no podía hablar con chicas me puse a investigar métodos para poder hacerlo. De algo debía servir esta cabezota que me cargo, y así me introduje en la psicología como un camino para entender a las mujeres e incluso tomar valor para hablarles. Con las bases en teorías psicológicas y mi observación constante a las mujeres que están en mi escuela, conseguí clasificarlas en tres grupos, no siempre con certeza, pero la mayoría de casos se cumplen. El primer grupo son las chicas triviales, las que se denominan básicas, aquellas que prefieren portada que contenido, no conocen más lugar que la plaza aunque no lleven dinero para gastar, saben de moda, siempre visten bien y con ropa cara, cuando te acercas a hablarles examinan tu atuendo para medir tu clase social, carecen de coeficiente intelectual, la mayoría de sus relaciones son sexo y presumir un amor apócrifo en redes sociales, son personas que viven en internet porque su realidad es tan vaga que no puedes pertenecer a su mundo. Aún así deduje alguna manera para acercarse y tratar una relación: vestirse bien, tener un corte de cabello a la moda, de preferencia ser de tez clara, tener un celular costoso y tratar temas banales que mantengan su atención, sobre todo funciona decirles que te parecen inteligentes y regalarles un libro para que le tomen foto diciendo que son lectoras cuando no pasan de la introducción. Además, necesitas tener dinero para regalos caros y así demostrar tu amor, son demasiado sensibleras.



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En el texto hay: juvenil, drama, amor

Editado: 29.12.2019

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