Apnea

Parte III: Tempestad de estío (2)

Miércoles 6 de mayo.

Cinco de la mañana, antes de que el primer albor se anuncie por la ventana ya estoy de pie cambiándome y empezando a platicar con Gabriela. Le envié mensajes para despertarla.

Leonardo: ¡Buen día, ángel mío! ¿Cómo has amanecido?

Alicia: ¡Excelente! Y ¡¿Tú?!

Leonardo: ¡Me alegra que estés bien! Estoy bastante bien.

Aunque la alegría no dura como hubiese querido.

Alicia: Ah…

Leonardo: ¿Pasa algo?

Alicia: Un par de cosas.

Leonardo: ¿Cuáles?

Alicia: La primera son las agujas que siento en el corazón, y la segunda una pesadilla que tuve.

Leonardo: ¿Otra vez? ¡¿Qué soñaste?!

Alicia: Sí… Soñé que estaba en medio de la obscuridad, sin nada, ni nadie, monstruo tras monstruo me buscaban y pedía tu ayuda, pero no venías… Caminaba por un sendero muy extraño y tenebroso, seguía pidiendo tu ayuda mientras apretaba la cadena con fuerza; caminando noté sangre y a unos paso cuerpos de personas a las que quiero pero no estabas tú, y comencé a correr llorando hasta que te encontré, muerto… fue la imagen más tortuosa que jamás haya visto

Leonardo: Es la segunda vez que me sueñas así, ¿verdad?

Alicia: Sí y eso me deprime.

Leonardo: ¡No lo hagas! Fue solo un sueño. Siempre acudiré a tu ayuda.

Dos agobios me invaden la mente de manera errática e impertinente: Las agujas en el corazón y los sueños donde muero. No tengo miedo a morir, pero me extraña que sueñe así, como si intentara decirme algo su mismísimo subconsciente. La pesadilla para mí es que los resultados de mis cavilaciones me lleven a ver el nombre de Alicia en una lápida. Es una tortura, amarla me preocupa sin idea y no puedo hablar, tengo este estúpido conflicto moral y sentimental que no me deja concentrar en el mundo alrededor. Mi rutina sigue hasta llegar a la noche. Las agujas le siguen apuñalando el corazón sin que pueda hacer algo para aliviarla. Antes de dormir nos despedimos para hablarnos hasta el alba.

Alicia: Buenas noches mi amor

Leonardo: Buenas noches, ¡te amo Alicia!

Alicia: ¡Te amo! Prométeme que seguirás vivo en la mañana.

Leonardo: Lo prometo.

Alicia: Bueno… Linda noche, cariño.

Leonardo: ¡Buenas noches, ángel mío!

Mis cavilaciones siguen torturándome más y más conforme los minutos pasan lentamente en el reloj de la pared de mi cuarto. Ella siente agujas en su corazón y yo en la mente que me provocan dolores de cabeza por la omisión de hablar al respecto de su situación. Puede morir y yo no haré algo. No sé si una promesa vale más que su vida, pero la realidad es que valoro lo abierta que es conmigo, la confianza que deposita en mí no pretendo destruirla, porque de hacerlo jamás confiará en mí y difícilmente en alguien más.

Mis pesadillas ocurren sin necesidad de cerrar los ojos para caer en el estupor, son mis pensamientos de media noche que no me dejan en paz. Todo parece un sueño del que quiero despertar y ver a Alicia sin sufrir para que el mundo gire como debe hacerlo. El precio por lo que más queremos, a menudo, es muy caro. No es dinero, sino tiempo, pensamientos, suspiros, anhelos, deseos y el aire que respiramos. Sufro tanto como Alicia, deseando que a mí me suceda eso para que ella no tenga la necesidad de soportar malditas agujas en su pecho. Mi día siguiente no es distinto. Despertar a las cinco e ir a la escuela, lo inusual es que ya no hablamos desde temprano con Alicia. Llego a la escuela y hasta la segunda clase, ella me habla.

Alicia: ¡Hola, amor!

Leonardo: ¡Hola, mi vida!

Alicia: ¿Cómo estás?

Leonardo: Bien, ¿y tú, cariño?

Alicia: ¿Quieres saber?

Leonardo: Sí, siempre quiero saber cómo estás.

Alicia: Bien y mal.

Leonardo: ¿Por qué mal?

Alicia: Por cuatro cosas: el corazón, extrañarte, un viejo trauma y un secreto.

De pronto dice que el dolor desparece, seguimos hablando como siempre, aunque la tendencia a que éste regrese está presente. En un par de horas las apuñaladas voraces regresan al corazón de Gabriela, como si fuera una débil, lenta y silenciosa agonía que terminaría mal. Un destino ignoto nos persigue. En la tarde, desaparece de mi cabeza el pensamiento mortal y continuamos conversando hasta la típica pregunta de lo que hacemos, como la mayoría de ocasiones sin saber pregunto cuando ella se baña y en mi imaginación surge una quimera agradable, en la que Alicia está bañándose. La imagino sin ropa, sin decirlo, sólo son pensamientos secretos y hasta un punto, pervertidos.



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En el texto hay: juvenil, drama, amor

Editado: 29.12.2019

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