Acostada en el sillón que reposaba en el recibidor de su casa, y después de sentir el duro golpe del divorcio por infidelidad que lastimó profundamente su corazón, Mariana lloraba con amargura procurando sacarlo todo desde adentro y que no doliera más, pero era imposible.
La noche se hizo eterna después de recibir aquella noticia para la que no estaba preparada, en menos de una semana se disolvió lo que años tardó en construir, su familia.
Sus recuerdos se avivaron tomando partida en sus pensamientos y su corazón se agitaba cada vez más al pensarlo en brazos de su amante, ella creía que alguna importancia debía tener en aquel hombre a quien ella le dedicó su vida entera.
_No puede serrr....no, no, noooo -apretaba los cojines contra sus dientes limitando su voz para que su llanto no llegara a dónde están sus hijos que aun estaban pequeños.
Recordó las terribles palabras de aquel hombre que día a día le hablaba con dulzura, pero solo bastó que ella lo echase de su vida para escuchar cuánto ella le aburría y lo que significaba para él aquellos momentos que estaban juntos.
_Señora...-dijo la mujer de servicio sin poder creer que su señora estaba sumergida en el duelo más terrible que haya vivido aún después de la muerte de su padre- es terrible, es terrible señora Mariana, pero debe levantarse de ese mueble y recordar que tiene dos hijos por los cuales vivir.
_Atiéndelos por favor -dijo como si su aliento de vida se escapaba- dejame quedarme sola aunque sea un momento, necesito estar sola...
_¿Cuánto tiempo usted cree que necesita para calmarse y que esos pequeños traviesos no se den cuenta de lo que sucede? Señora, en mi pueblo ésto que le ha sucedido es muy común, sin embargo, nosotras lloramos y seguimos al mismo tiempo....
_Yooo sabía que todo estaba mal, siempre lo supe -secaba sus lágrimas constantemente cabizbaja, solo que...más que su infidelidad, está la traición mayor, divorciarse a mi espalda, cumplió con su palabra, vengarse de mi por haberlo echado de la casa...su orgullo es mayor que el amor que siente por sus hijos, me lo quitó todo, toooodo, ¿Acaso eso es normal?
_No señora, nada es normal...y peor aún es lo que tengo que decirle...
_¿Qué puede ser peor que mi divorcio y que mi exmarido nos dejó sin casa?
_Sus tarjetas están bloquedas, ninguna funciona...¿Sabe usted lo que eso significa? -Mariana miró a la mujer, y levantándose de aquel sofá espetó - ¿Dime tú, qué harían las mujeres de tu pueblo, María?
_Humillarse, pelear por lo que le corresponde a sus hijos, o en todo caso mendigarle al padre de sus hijos que no los dejé morir de hambre, pero usted sabe qué es lo que quiere el señor...
_Supongo que yo me arrastre ante él para seguir haciendo de mi lo que ha querido siempre, ahora peor porque se divorció de mi...solo debo entender que me odia.
_Haré la comida para los niños, usted llore lo que necesita, pero prométeme que...
_Mañana estaré bien María, si no es así, al menos estaré de pie...te lo prometo.
***
El día siguiente llegó y con ella el despertar, Mariana abrió los ojos borrosos con cierta dificultad, y frente a ella se encontraban sus dos hijos que no entendían porque ella se aisló.
_Mamita, María no está...y queremos merendar, mi hermano odia las pasas y a mi no me gustan, pero puedo hacer un esfuerzo.
_Veré qué más hay en el refrigerador. -dijo ocultando su tristeza mientras se apresuraba a llegar hasta la cocina y detrás de ella, sus dos niños llevando sus tazas vacías esperando ser llenadas con algo que les guste.
Ella respiró profundo ante el vacío refrigerador y volteó a mirar hacia los gabinetes como si recordara algo.
_Vengan conmigo -dijo de forma seca y ellos la siguieron- Cuando era niña, mi madre me enseñó esta loca y deliciosa merienda, un poco de avena y leche, se revuelve así, solo el polvo y se prueba.
_No me gusta mami - dijo el pequeño haciendo pucheros de niño consentido y con lágrimas en sus ojos.
_Claro que nos gusta, solo que no lo has probado -respondió Gerardo al darse cuenta de la realidad, ya tenía nueve años y su hermanito acababa de cumplir cinco- Mamá siempre prepara meriendas deliciosas para nosotros.
Ella los vió comer y apartó su rostro, supo en ese momento que su fracaso por la infidelidad de su esposo, era su historia, sus errores, sus dolencias y que no tenía importancia cuando sus dos hijos eran solo su responsabilidad, y ella no podía fallarles, mientras su exmarido paseaba con la que fue su amante por toda Europa haciéndola parte importante de su vida.
_Ojalá Dios tenga compasión de tí Santo Castillo, ¿Cómo pude estar tan ciega? -sus lágrimas parecían torrentes fluidas- Bien decías, tu regla es, todo o nada, no creí que ese nada alcanzaría a nuestros hijos.
***
Jacobo Rousseau sumergido como siempre en los negocios, apartó repentinamente la mirada y tomó la foto que reposaba en su escritorio, disfrutaba en recordar cómo su único hijo ganó las olimpiadas en su semestre a pesar de haber perdido físicamente a su madre un año antes.
_Tu madre está orgullosa de tí, hijo...ella desde el cielo te mira y está feliz, te lo he dicho. Eres un campeón.
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Editado: 07.01.2025