Apostando A Tu Amor

CAPÍTULO 5. CONOCIENDO A JACOBO ROUSSEAU.

El señor Rousseau estaba sentado en su sillón y desde allí observó a Mariana entrar a su oficina, ella denotaba seguridad y señorío, cosa que ya Jacobo había visto en ella las veces que acompañó a Santo Castillo en los eventos empresariales.

—Señora Mariana —dijo poniéndose de pie— me da gusto saludarla, me dijo mi secretaria que necesita hablar conmigo, siéntese por favor.

—Muchas gracias señor Rousseau. Disculpe que me haya presentado de esta manera acá....

—No se preocupe. Dígame, ¿En qué puede servirle? —el silencio repentino de Mariana fue muy bien observado por el señor Rousseau.

—Perdón...no sé cómo comenzar, estaba muy segura...son tantas cosas que traigo en mi cabeza...no quiero hacerlo perder su tiempo. —hizo para levantarse y él notó sus manos temblorosa.

—Señora Mariana —ella volteó a mirarlo— su padre fue un gran hombre, mi padre le tenía una confianza única.

—¿Conoció a mi padre? —preguntó ella sintiendo un alivio que la hizo detenerse.

—Por supuesto, conozco a todos los trabajadores de mi empresa, su padre estaba en el área de seguridad, su alegría, compromiso y disposición era única, yo reía mucho con sus ocurrencias.

—Era una gran persona, el mejor papá que la vida pudo regarme —ella sonrió llenándose de calma y él se acercó con cordialidad y la hizo sentarse nuevamente.

—Sientese nuevamente por favor, acá es bienvenida.

—Gracias señor Rousseau...es muy difícil -sonrió nerviosa.

—¿Podemos intentarlo de nuevo? Confíe en mí y dígame qué la trajo hasta aquí.

—Necesito...yooo necesito trabajar...señor Rousseau.

—Trabajar, que bien, disculpe...¿Qué estudios tiene? ¿Alguna experiencia laboral, tal vaz? —ella bajó el rostro, pero levantó la mirada con intimidación.

—Dejé mis estudios universitarios apenas nació mi primer hijo, fue un acuerdo de....disculpe...me encantaría explicarle pero ahora...no estoy...bien.

—No se preocupe...cuidar de sus hijos es un acto de amor, las mujeres son geniales, dan amor a sus pequeños, es admirable que puedan educarlos personalmente, fíjese que mi hijo también tuvo la fortuna de ser educado por su madre, es un buen chico. Ella lo dejó todo por él, era una gran dama, igual que usted.

—Gracias...bueno, yo quise retomar los estudios, pero quedé en embarazo de mi hijo pequeño y ya luego fue...algo...un poco difícil.

—Señora Mariana, ahora puede hacerlo.

—Tengo que trabajar...es prioridad...ahora....¿Puede ayudarme? Por eso vine señor Rousseau...

—Necesito una secretaria urgente, pero no te haré ese daño a tí —sonrió— soy insoportable y a veces mi inconsciencia grita y tú eres muy hermosa de alma para yo herirla de esa manera con mi hostil temperamento. —las lágrimas de Mariana empezaron a bajar y éste al notarlas se apresuró a acercarse con preocupación— no, noooo no por favor...tranquilízate... perdón, ¿Dije algo malo? Por favor....—sacó su pañuelo blanco y con respeto lo puso en sus manos- Muy poco nos conocemos, pero no soy una mala persona...cualquier cosa que oigas del medio no hagas caso, ¿Me disculpa?

—No, no es nada, estoy un poco vulnerable —respiró profundo— de verás...venir aquí fue mi última esperanza...¿No me dará trabajo?

—¿Quién dijo que no? —sonrió admirado que aún en medio de tener su corazón roto no dejaba de ser tierna y hermosa— Solo le dije que de secretaria no, soy hostil, solo me ha soportado Cristina y ahora me quiere abandonar. Todas mis secretarias han terminado odiandome, menos ella....yo no quiero que usted me odie señora Mariana, imagínese que le pasé a recursos humanos las características de las cualidades que necesito y adivine qué, sus reacciones fueron odiosas, pero lo disimulan muy bien, soy el jefe. —ella rió inesperadamente secando sus lágrimas.

—Yo puedo hacer limpiezas...lo que sea, lo importante es que sea un trabajo digno, honrado y que me proporcione para alimentar a mis hijos... sería suficiente, no tengo nada y me es suficiente con eso....

—¿Qué dices? —hizo un brutal silencio— Perdón...se que se divorció...

—Siento vergüenza... Santo olvidó a sus hijos...—ella lloró en silencio, pero Jacobo tomó el pañuelo y la ayudó con delicadeza a secarse las lágrimas.

—No sienta vergüenza, él es quien debería sentir vergüenza de sí mismo...eres una gran mujer que está pasando por un momento difícil, pero va a pasar...yo le prometo que va a pasar señora Mariana.

—Santo nos dejó en la calle...—lloró dejando salir aún más su dolor— No sabía qué hacer, vendí mis joyas y otras cosas que me pertenecían para darle un nuevo hogar a mis hijos...y comida.

—Hizo bien en venir, debió ser su primera esperanza...venir aquí...llore lo que sea necesario, Mariana créame, también he pasado por la tormenta, siempre llega la calma, y con ella la sabiduría. Verás que sonreirás. Quizás puedan arreglar las cosas...

—Nunca, eso no lo haré nunca...no se trata de mi...mi hijo Gerardo, lo sabe todo, su padre no fue cuidadoso, y yo debo reconstruir en mi hijo la confianza y el concepto de familia que ha perdido, mi hijo sufre, eso es algo que nunca olvidaré...mi hijo siente el rechazo, conoce el dolor del abandonó y yo no pude evitarlo, sufre tanto que teniendo nueve años protege a su hermano. Perdóneme por ponerme así...he tenido que ahogar mi propio dolor para que mis hijos sientan paz. Me da pena con usted...nunca creí que podía ponerme así...




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