Apostando A Tu Amor

CAPÍTULO 7. CORAZÓN DE MÁRMOL

Mariana aguardaba en la espera de Cristina, se sentía apenada porque tendría que preguntarle al señor Rousseau algo que quizás él viera como insignificante.

—Pasa Mariana, el jefe está ya desocupado. —dijo encantada la secretaria— puedes hablar con confianza, el señor Rousseau es tóxico, pero es muy adorable.

—Cristina, pero...yooo

—Pasa mujer, no lo hagas esperar.

—Bueno, okey...que pena...—dijo un poco avergonzada mientras caminaba lentamente.

—Adelante Señora Mariana —dijo el jefe estado de pie apenas ella abrió la puerta— siéntese, y dígame, ¿cómo se ha sentido en su trabajo?

—Feliz señor Rousseau, he aprendido un poco sobre como administrar los recursos, no es igual trabajar con grandes cantidades, además usted tiene un personal muy amable. Me ayuda mucho.

—Qué bueno que todo esté bien, eso me hace feliz, a propósito, ¿Cómo le fue con la psicóloga? —preguntó con un interés sin igual.

—Bien, genial, en verdad me hizo sentir más calmada, sus orientaciones las tomaré. Gracias, por preguntar, pensé que lo había olvidado...oh disculpe, no quiero decir que sea olvidadizo —rió tímida ante la imperiosa mirada del jefe— bueno, es que...la figura masculina casi olvida las fechas, lo digo por mi padre, y... perdón...

—Yo nunca olvido cuando las fechas son importantes Mariana, necesito que usted esté bien, de ahí va a depender el rendimiento de su trabajo, recuerde que será la imagen representativa de mis empresas mañana, y quiero que se luzca. ¿Ya compró su vestido?

—Tengo algo sencillo, es que...no....bueno, está bonito, solo que lo usé... en uno de los eventos....

—Ya Cristina se va a encargar, Mariana...no quiero que te limites cuando se trata de mis negocios, déjame explicarte —se acercó a ella— verás, cómo hablar de progresos en la ciencia y tecnología que está gobernando al mundo si mi anfitriona no está a la altura de las espectativas.

—Señor...yoooo estoy contenta....mi vestido es muy bonito.

—Te quiero radiante para mañana, con algo novedoso, vanguardista, muy selectivo, único, exclusivo...recuerda que las personas de nuestro entorno son gente frívolas y como te ven te tratan, también considera que esta gente es la misma que te conocen, saben lo que te ha pasado, no le des el gusto de verte miminizada, nunca Mariana.

—Nadie nunca me había hablado así, yoooo...pensé que estaba bien, que...

—Entienda ésto —sonrió cautivador— usted está bajo mi responsabilidad ¿Eh? y yo quiero que sea feliz en lo que hace, mayor felicidad, mayor será el resultado, y no hagas caso a esos comentarios que hace Cristina, soy exigente, no tóxico.

—Ella piensa que usted es el mejor jefe...y yo también lo creo. —el señor Rousseau se vió envuelto realmente en la responsabilidad de verla feliz.

—Serás la mujer más hermosa de esa noche, no te olvides.

—No lo olvidaré. —sonrió con lágrimas en los ojos— haré todo lo posible.

—Bien, ahora dime, qué era eso que me diría.

—Ayyy señor qué pena...

—Sin pena, ¿si? Veamos...diga con confianza.

—Me preguntaba si...¿Puedo traer a mi familia mañana a la presentación? Es que...quisiera compartir con ellos y...

—Por supuesto, será de mi agrado si eso la hace feliz, mi hijo es un adolescente, casi adulto y estará presente también. Siempre me acompaña a cada uno de los eventos.

—Es cierto señor Rousseau...es un chico muy lindo, un caballero...es usted una gran persona, me hace feliz su comprensión señor Rousseau, quiero que mi familia se sienta orgullosa de mi, por ellos hago todo, y María, la nana de mis hijos, es mi amiga, la quiero mucho, ella también vendrá.

—Excelente Mariana.

—Gracias, es muy noble, gracias. Voy afuera a finiquitar lo que falta. —Mariana reía como niña feliz, salió encantada y Cristina reía como si se había ganado la lotería, hasta que el jefe la hizo entrar después de una llamada.

...

El observó detenidamente a su secretaria desde su sillón sin mediar palabras hasta hacerla incomodar.

—¿Sucede algo? —preguntó Cristina después de aclarar la garganta por segunda vez— ¿Por qué me mira usted así...

—No estoy enamorado de la señora Mariana, ni lo voy a estar, estoy contento con mi vida como está...solo soy amable, un caballero y hombre de negocio.

—¿No le gusta ni tantito? —preguntó la mujer haciéndose notar muy interesada.

—Realmente exageras con la confianza que te doy, pero te diré...recuerda que es la ex esposa de Santo Castillo, es posible que esta separación sea por un corto período. Ella...

—No lo creo...realmente eso que ese infeliz le ha hecho no tiene perdón, pero dígame...ya pensó en ella, ¿Es así?

—Sí que eres atrevida...obviaré eso...quiero que hables con la diseñadora que vestía a mi esposa, que vista a Mariana para la presentación de mañana, un vestido que esté por encima de la altura de este negocio.

—¡No lo puedo creer...¿Por qué hace ésto...?! Si no le gusta y no hay interés en ella, ¿Por qué señor Rousseau? ¿Acaso quiere usted provocar los celos de Santo Castillo?




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