Apostando por la virgen

La apuesta

Pov: Valentina.

Miércoles, maldito y estúpido miércoles, por lo general no tengo nada en contra estos días, de hecho, los adoro, ya que son los que me recuerdan que ya pronto será sábado, pero este miércoles, ha sido el peor de todos, o tal vez el que más mala suerte me ha dado, díganme, que probabilidad hay de que su arma se apague y por eso mismo se queden dormidos, y que su estúpido hermano mayor diga que la mejor forma de despertar es tirando te un vaso de agua en la cara.

Después te metes a bañar y dejas la toalla en tu cuarto, sales corriendo para que nadie te vea y te resbalas en el camino.

Y para acabar con estrella de oro, tu torpeza es tan grande que cuando te estás maquillando dejas mal puesta una botellita y se cae, haciendo una cadena de caídas como un dominó hasta que uno de tus perfumes favoritos cae al suelo estrellándose, dejando todo el olor esparcido por el cuarto.

Pero, parece que mi miércoles de la mala suerte no es tan de la mala suerte, ya que cuando bajo para desayunar me encuentro a Ryan y Rosita discutiendo sobre algo, me siento en mi lugar para empezar a desayunar y poder ser lo suficiente “discreta” para poder escuchar lo que dicen.

- Rosita hermosa de mi corazón, sabes que te adoro y que te quiero como a una madre, por favor déjame salir el viernes por la noche – Ryan pone carita de niño bueno y junta sus manos formando una súplica.

- Mi niño hermoso, por más que intentes convencerme no lo lograras, es la primera semana de clases y ya te quieres ir de fiesta, eso sí que no señorito, así que mejor, coma su desayuno y se prepara para salir puntual a la escuela – le sonríe burlona y regresa a la cocina.

Ryan se sienta con un bufido mirando su celular, lo miro con curiosidad, por lo que yo recuerde nadie había mencionado alguna fiesta en viernes, y no es por nada, pero ser conocida por toda la escuela tiene sus ventajas.

- ¿De qué va esto Ryan? – me mira con sorpresa cuando nota mi presencia.

- ¿A qué te refieres? – pregunta con inocencia fingida.

- ¿A qué fiesta quieres ir? Que yo sepa no hay ninguna – lo miro con la cara más tierna que tengo.

- ¿Fiesta? ¿Qué fiesta? – empiezo a enfadarme y lo miro con severidad.

- Ryan Lionel Woodley ¿Cuándo en toda nuestra vida me has mentido y ocultado algo? – sueno dolida al decir esto y puedo notar como todo su cuerpo demuestra culpabilidad y nervio.

- No hay ninguna fiesta, hay una carrera y pienso correr – me mira esperando mi respuesta.

- Tu no vas solo, si corres yo también lo hago, recuerda, somos nuestro amuleto de la suerte hermano – le sonrió

- Cierto, soy un tonto – me sonríe de vuelta con ternura.

- Si uno corre – digo

- El otro también – chocamos los puños como en los viejos tiempos.

- Como no tenemos permiso, tendremos que usar el plan B – los ojos de mi hermano brillan con entusiasmo. Iremos a las carreras de nuevo, sí señor.

Al salir de la casa casi corriendo porque se nos estaba haciendo tarde debido a nuestra platica, cada uno se dirige hacia su automóvil, y como le he dicho a Rosi antes de salir que si le podría pedir de favor a Rodrigo, familiar de Rosa, que si podría llevar mi moto al mecánico para que le hagan todos los arreglos posibles para la carrera, tomo mi auto y salgo de nuestra calle en cuestión de segundos.

Paro en un semáforo en rojo y mi teléfono empieza a sonar, contesto desde el volante y un asentó italiano muy familiar invade mis oídos.

- Ciao bella Giana, Come stai oggi? – no puedo evitar reír un poco ante su formalidad.

- Señor Vitale, que agradable sorpresa me ha dado hoy, la verdad ahora estoy mejor ya que me ha dado el placer de escuchar su hermosa voz – trato de no reírme en ningún momento de la frase, lo cual logro con éxito.

- Es usted un encanto, señorita Woodley – ahora si no puedo evitar reírme con fuerza y él también lo hace.

- Mi querido Theo, hace un muy buen rato que no escucho nada de ti, y lo que sé es solo por tu Instagram, me tienes abandonada hombre, eso me duele muchísimo – dramatizo exageradamente, mientras meto primera para volver a avanzar en el semáforo verde.

- Ya extrañaba ese usual dramatismo tuyo, sé que no has sabido mucho de mí, pero estamos a punto de vivir este último año de preparatoria juntos – dice emocionado y yo no comprendo lo que está diciendo.

- ¿A qué te refieres con eso? ¿Acaso estas diciendo que tu…? – no pude terminar de formular la pregunta cuando ya me estaba gritando.

- ¡Me mudo a tu ciudad, querida! – no puedo evitar soltar un grito de emoción.

- No puede ser posible, dime que no estas bromeando – mi tono de voz demuestra un poco de decepción a pensar que podría ser solo un juego.

- Para nada nena, estoy ahí dentro de una semana por asuntos de trabajo de la empresa de nuestros padres – sonreí de felicidad – pero bueno, nos vemos dentro de poco Gia, ya quiero volver a ver a mi mejor amiga – me despido mandándole un beso y un nos vemos pronto y la llamada se finaliza.

Este será un muy buen año…

 

Pov: Thomas.

Miércoles, jodido miércoles, no entiendo que tan miserables quieren que seamos en nuestras vidas como estudiantes, como para que la primera semana ya tengamos temas de exposición en algunas materias, es la primera bendita semana.

Algunas clases son aburridas y otras no tanto, aunque otras son malditamente tediosas, esto es debido a los profesores, por ejemplo, en la primera hora tuve física y el profesor estaba hablando prácticamente con el mismo, nadie en el salón entendió nada, algunos mejor pusieron su atención en otras cosas, algunos en el fondo se durmieron y los demás jugaron con sus teléfonos, yo por mi parte hice una nota mental de comprar el libro de física lo antes posible para aprender por mí mismo.



#5185 en Joven Adulto
#23891 en Novela romántica

En el texto hay: pasado, amor, apuestas

Editado: 17.07.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.