Apostando por la virgen

Recuerdos del comienzo

Pov: Valentina

Esto realmente no estaba pasando, era una pesadilla, sí solo una simple pesadilla, nada de lo que estaba sucediendo era real, solo era… un mal sueño.

Mi respiración estaba acelerada y me sentía como si estuviera encerrada en una caja diminuta, podía ver a todos, pero nadie lograba mirarme, escucho la puerta de mi cuarto abrirse con brusquedad y me encojo aún más en mi escondite, cuando siento que alguien me toma entre sus brazos, no puedo evitar gritar, grito con desesperación, me ha atrapado, lo ha hecho, me han atrapado y esta vez no podré salir.

- ¡SUELTAME! – forcejeo con la persona que me tiene en sus brazos.

- Pequeña, soy yo, estas bien, estoy aquí contigo – Ryan habla, pero no puedo evitar golpearlo para que me deje ir - ¡NANA! – lo ultimo que recuerdo fue haber visto a Rosa entrar por la puerta, un pellizco en el brazo y después… nada.

En la cabeza de Val

Sonreía al espejo, hoy me sentía especialmente linda y también muerta de miedo, primer día de preparatoria ¿en que momento había llegado a esto? Estaba completamente ansiosa y absurdamente nerviosa, sentía que en cualquier momento mis piernas fallarían y me estaba volviendo loca.

- ¡Valentina! Es mejor que bajes en este preciso momento o te dejo aquí, te lo advierto – Ryan gritaba desde la sala, era tarde y debían aún pasar por Vane a su casa.

- Ya voy, ya voy – tomo mi mochila y salgo corriendo escaleras abajo.

- Gracias a Jesús, pensé que me iba a hacer viejo esperando que la reina se dignara a hacer acto de presencia – rueda los ojos levantándose del sillón para tomar las llaves de su auto.

- Deja de ser tan dramático ¿quieres? Compórtate como el adolescente de 16 años que se supone que eres – lo miro divertida al ver como hace un ligero mohín.

- Nana, nos vamos – gritamos antes de salir de casa.

Quince minutos después ya con Vane en la parte de atrás del auto igual de nerviosa que yo, Ryan nos explicaba lo que debíamos hacer y lo que no.

- Hay un grupo de chicas que podrían hacerles la vida imposible si ustedes les dan un motivo, y si las ven como el par de ratones de biblioteca que son ustedes, se las comerán vivas y yo no podré hacer nada si las agarran en algún momento en el que no pueda estar con ustedes, lamentablemente estoy un año antes que ustedes, así que deberán lidiar con eso solas – mira a Val y después por el espejo retrovisor a Vane.

- Si papá Ryan – la voz de Vane se escucha divertida.

- Hablo en serio, ustedes dos no saben cuándo deben callarse a veces y tienen complejo de heroínas, pero deben saber que batallas pelear y cuáles no, son mi adoración y el hermano mayos de ambas, aunque sea postizo – le sonríe a Vane desde el retrovisor

- Lo sabemos Ry, sabemos que debemos ser cuidadosas, te lo prometo, además nos tenemos la una a la otra – volteo a ver a mi mejor amiga.

- Sé que son fuertes, pero esto no es nada comparado a lo que han vivido – se estaciona en un lugar vacío y los tres bajan.

- La veo a la salido pequeñas – sonríe con dulzura, hasta que uno de sus amigos llega a saludarlo y cambia de faceta a hermano alfa, frío y sin sentimientos.

- Hey Ryan ¿No me vas a presentar a tus amigas? – mira a Vane y a Val de una forma muy poco respetuosa, ganándose un golpe de parte de Ryan.

- Ni siquiera se te ocurra mirarlas idiota, son demasiado buenas para un perdedor como tú – rueda los ojos, serio – Las veo a la salida – les guiña un ojo llevándose a rastras a su amigo.

- Eso fue raro – dice Vane empezando a caminar a la entrada de la escuela.

- Bastante, pero debes recordar que los chicos son bobos – le sonrío divertida.

Caminábamos tranquilamente platicando de cómo podrían ser las clases y los profesores, cuando Vane señalo a un grupo de chicas, bastante bonitas y se veían rudas, fuertes, todo lo que una mujer podía ser si se sentía libre y bien en su piel.

- ¿Será el grupo de chicas de las que hablaba Ryan? – la voz de su mejor amiga la hace pensar.

- No creo, parecen bastante agradables – sonrío, mirando hacia ellas, gracias a que estaba distraída golpee a un chico alto, que tenía abrazada a una morena de mirada helada.

- ¿Acaso estás ciega, niña boba? – la voz de la chica daba miedo y a pesar de que siempre iba con la cara en alto no pude evitar encogerme en mi lugar – Te estoy hablando niña ¿acaso también eres sorda? –

- Y-yo lo lamento – odie tartamudear ligeramente ¿qué demonios me pasaba?

- Oh claro que lo lamentas, veme a los ojos cuando me hables - trague saliva y la mire y entonces al ver sus ojos mi valentía y osadía que por lo general me acompañaba regreso a mi cuerpo, miro entonces al chico que estaba con ella, era un chico alto, atlético, de ojos totalmente inexpresivos, de un café tan oscuro que podrían ser negros, detrás de ellos había más chicos, pero solo uno de ellos capto mi atención, era un chico igualmente alto, con una figura atlética, pero lo que llamo su atención fueron sus ojos, de un verde azulado tan intenso que le recordó al lago al que tanto le gustaba ir, sus ojos eran distintos, tenían ese brillo que te hacía querer contemplarlos por horas y ese aire misterioso que me incitaba a querer conocer cada secreto – ¿Y bien? – la voz de la chica la volvió a la realidad.



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En el texto hay: pasado, amor, apuestas

Editado: 17.07.2021

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