Aprendiendo a Aceptar

Capítulo II

La muchacha tomo aire y volvió a lo suyo. Tenía un proyecto entre manos y que nadie podría sacarle esa idea de la cabeza. Esa semana habría un baile en casa de un muy joven Vizconde y su esposa, ellos eran muy conocidos en Folkestone por su caterva de fiestas que realizaban por cualquier cosa. Su propiedad colindaba con Abeforth Manor y era la oportunidad perfecta para ir. Sería un baile de disfraces y como su cara estaría tapada nadie se daría cuenta de quién era ella o que hacía ella.

 

Sería otra persona.

 

Saco de su baúl, la cesta de costura y se fue hacia el maniquí que estaba escondido detrás del armario. Ahí se encontraba el vestido que usaría esa noche.

 

De color rojo pasión y terciopelo, con un poco de escote que se disimulaba con el encaje de color negro que llevaría encima. Su amiga Lily la ayudó a armarlo y le prestó el maniquí. Había un detalle muy hermoso que llevaría la falda que en cada volante tenía un detalle, también de encaje negro.

 

Pero lo que más llamaba la atención era su antifaz. Este estaba decorado con detalles rojos y negro y se sujetaba por detrás, lo que le permitía la facilidad de usarlo.

 

Justo cuando iba a dar una puntada, su tía llamó, ella guardó todo detrás del armario —para que no lo vieran— Nadie sabía de sus planes. Solo ella y Lily. Si su tía se enterase, era capaz de quemar el vestido delante de sus ojos, para quitarle sus utopías de “grandeza” Y no iba a permitir que se dañasen sus sueños por andar divulgándolo mucho.

 

Su tía le informó que se encargara de los hijos de la marquesa, por lo que hizo lo que se le pidió. Ella amaba esos niños como si fuesen sus sobrinos. Salió y tomó a los dos pequeños de su señora y los sacó al jardín. Le encantaba esos niños. La niña era dulce y amable con una imaginación muy altiva, en cambio el varón tenía un ingenio increíble.

 

Mientras jugaba con las flores y los niños, no se dio cuenta cuando llegó el lord pero al percibirlo, su reacción inicial fue girarse y taparse con el cabello negro y Erick, no podía permitir que la viese.

 

Se acercó a ella y pudo percibir su aroma a sándalo. —Ya me voy pequeñines. —le dijo tomando a Ellie en brazos que estaba al lado de ella pegada a su falda. — ¿Me puedes entregar un momento a Erick? se giró hacia ella, él no podía verla porque el niño estaba tapando su rostro. Así que hizo una maniobra y se lo entregó sin mostrar su cara. Luego se giró y corrió hacia la casa y llamaría a la niñera para que los tomara.

 

Ethan no entendió la reacción de la muchacha pero no le importo, aunque cuando vio su rostro de refilón, notó que le parecía conocida de algún lado. Aunque descartó esa idea. Era la doncella de su hermana y en alguna de las visitas la habría visto. Sin embargo habían pasado más de dos años que no ponía un pie en esa casa. Había estado viajando mucho y cuando veía a su hermana era en su mansión de Londres.

 

Le restó importancia a lo que pasó con la muchacha y se fue. Había un burdel cerca y no podía esperar hasta aprovecharlo.

 

***

 

Ethan salió de la taberna con el alcohol corriendo por sus venas. No sabía ni dónde se encontraba, solo que el sol le pegaba en la cara y deseaba taparlo para que dejase de molestar.

 

No pudo ir al burdel, ya que lo habían cerrado por unos días, así que fue a su segunda opción.

 

La taberna.

 

Tomó tanto que no le importaba, solo quería disfrutar. Además Sebastián se unió a él, ya que también llegó y se fueron de juerga. Había una mesonera para morirse. Llevaban más de una botella de Whisky y no pensaban irse así no más.

 

Aunque su amigo si se fue antes.

 

Con la mesonera.

 

Se la robó en sus propias narices.

 

Entre todo el alcohol decidieron hacer algo para ganar la noche con la bella dama, y no había algo más macho que un, piedra, papel o tijera borracho.



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En el texto hay: perdon, amor, aceptacion

Editado: 24.05.2018

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